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Sobre el Doctor Extraño

Para el diario Vgo é he escrito hace unas semanas este texto que con sus imágenes podéis ver aquí.

 

El Doctor Extraño, magia de papel.
Ahora que el cine ha popularizado a la figura del enigmático mago Marvel, es buen momento para recordar brevemente al personaje y recomendar algunas de sus más importantes historietas.

Dr. Extraño nació en julio de 1963 en las páginas de “Strange Tales”, un magazine periódico que contenía historias breves de personajes de la editora, Marvel, y otras protagonizadas por monstruos de serie B y seres con poderes ocultos. En este marco la creación de Steve Ditko y Stan Lee resultaba en cierto modo lógica. Un mago arcano, pero pese a su aspecto amenazante y a su afinidad por la magia negra (a la que invoca directamente no pocas veces desde su primera aparición), como nuevo justiciero urbano. Como Los 4 Fantásticos o Spiderman. O no.

Porque antes que maravillosos poderes, Extraño lo que tenía era, para entendernos, un doctorado en ciencias ocultas por la escuela mística del Himalaya, impartido por un venerable y anciano maestro oriental dado a tener poquísimos alumnos. Así los enemigos de Extraño serán ladrones y patibularios de todo pelaje como los de un Daredevil de andar por casa, porque eso tocaba en un cómic para adolescentes en el 63. Pero muy por encima de ese marco, sus grandes villanos eran el rey de Pesadilla, la dimensión onírica; díscolos alumnos del venerable maestro; o criaturas de universos paralelos, como el temible e ígneo Dormammu. En las primeras historias de Doctor Extraño, Lovecraft se codea con la psicodelia (o pre psicodelia, más bien), con el atractivo misterio del Tibet y con el ritmo canalla de la calle neoyorquina.
El talento del guionista Stan Lee con la verborrea alcanza una de sus cimas en los diálogos de esta serie, cargados de nombres imposibles como el ojo de Agamotto, los siete anillos de Raggadorr o las bandas carmesí de Cyttorak. Pero lo más espectacular es el imaginario gráfico de Ditko, un verdadero “viaje” a costa de un mago que se dedica a hacer paseos astrales por dimensiones inventadas ad-hoc, por donde retuerce su cuerpo de modos imposibles, hieráticos. Toda esta etapa acaba de ser oportunamente editada por Panini en un volumen de coleccionista. Es un libro inadecuado para un chaval de 2016, pero supone una pieza insoslayable en la historia de los cómics, por su fecunda imaginación y por representar perfectamente el espíritu de aquella Marvel “sixties” que, en pocos años, estaba inventando a Spiderman, los X Men, los Vengadores y Hulk.

Pero resumir en unas pocas líneas una carrera editorial de cincuenta y tres años es imposible, así que nos centraremos en recomendar algunas reediciones disponibles como la etapa del giuiosista Roger Stern y el apoyo de diversos dibujantes, bajo cuya batuta incluso se orquestó una operística guerra entre el mago y…¡Drácula!.
También cabe mencionar que “el hechicero supremo” disfruta ahora de colección mensual de comic-book, a cargo del competente Jason Aaron y el dibujante “hot” Chris Bachalo. Y bien, hay mucho editado sobre el personaje pero ya agotado. Afortunadamente sí puede encontrarse aún “Primera temporada: Doctor Extraño”, un volumen que recrea el origen del mago (algo que también conocerás si has visto ya la película), y que está escrito por Greg Pak y dibujado, atención, por la gallega Emma Ríos, una de las mejores firmas del panorama norteamericano.

Extraño es un personaje oscuro pero protector de la ley y el bien. Sus poderes arcanos lo llevan a luchar con informes demonios de otras realidades, a poder resucitar cuando le han asestado una puñalada mortal, a conocer a la personificación del mismísimo Universo e incluso a luchar con el rey de los vampiros, todo ello sin despeinarse y anclado a universos psicotrópicos con toques “goth” a lo fanfarria de Aleister Crowley. Ahora que cuanto menos Stephen Strange ya te suena por la película, no dejes escapar sus locos tebeos.

 

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Ha muerto el dibujante Steve Dillon

Ay, me entero así, de mala mañana. Ha muerto Steve Dillon, un dibujante de cómics que rozó el cielo del éxito con Predicdor (y otos títulos posteriores como Punisher) y que se caracterizó por una planificación siempre efectiva, de cualidades narrativas. Dillon era de esos dibujantes que te hacen bailar la mirada a su compás a través de la página.

Además, es indudable el papel bisagra de su trazo en determinado momento. Predicador, una astracanada que tampoco me parece la bomba auque indudablemente tuvo un arranque poderoso, fue una necesaria lavativa al estilo «british» implantado en el cómic mainstream norteamericano a partir de los postrulados de Alan Moore, estilo abigarrado del que Dillon escapó con unas composiciones dinámicas y un dibujo claro, sintético incluso.

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Fallece demasiado joven, una injusticia

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El Príncipe Valiente en juego de mesa

Qué curioso… en Essen, Alemania, se celebra esta misma semana Spiel, la feria de juegos de mesa más importante del mundo (o cuanto menos de Europa, estos agravios comparativos se los dejo a los expertos en «board games»).
Bien, pues allí la editorial Devir está presentando como novedad (entiendo pues que inédita y de próxima edición) de un juego de mesa de Príncipe Valiente, nuestro querido personaje creado en 1937 por Hal Foster.
En este vídeo en que un experto en juegos se marca un paseo por la feria se ve el prototipo a partir del minuto 1’29:

Imagen de previsualización de YouTube

 

Ojo, el personaje artúrico ya ha tenido su juego de mesa en 1954.

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Y de hecho, el aprovechamiento de personajes de historieta para el lucrativo mundo de los juegos de mesa viene de lejos. Sobre todo destaca el uso de personajes de tiras y dominicales de la Golden Age, cuando se pasó de un cómic humorístico de impronta caricaturesca a centrarse en la continuidad diaria, a través del género aventurero y la factura realista.

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Aunque también he encontrado casos de juegos sobre personajes humorísticos:

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Ya de Snoopy y su brutal maquinaria de merchandishing mejor hablamos otro día (he encontrado ¡dieciseis! juegos de mesa en una primera y rápida búsqueda).

Por otro lado, es una obviedad, ha habido (y habrá) juegos de mesa basados en cómics de superhéroes, a cascoporro: Superman (con su correspondiente juego de mesa desde 1940, esto es a los dos años de su creación como personaje), Spiderman, Cuatro Fantásticos, X-Men… hasta he encontrado la expansión para el juego de cartas DC Comics Deck-building Game sobre el universo de Watchmen, algo que habrá colmado de alegría a Alan Moore, indudablemente…

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Pero mi favorito ha sido… ¡El Superman Flying Bingo!

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No necesitamos ni leer sus reglas para saber cómo se juega, ¿no es maravilloso?

Bien, ¿y si nos acercamos por Europa? Pues hay menos tradición, si bien los personajes más importantes tienen juegos, muchos, a cascoporro (Tintín, Astérix). También he encontrado cosas relacionadas con la industria británica, como un juego del icónico Judge Dread. No me resisto a enseñaros en tablero:

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Y bueno, de personajes españoles, hay cosas también, por supuesto: Juegos de Zipi y Zape, de Capitán Trueno y hasta del comix, con un boardgame dedicado a mayor gloria de ¡Makoki!

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Un tablero que puede ser una joya, cochecitos como fichas, y bueno… quiero sobre todo enseñaros un billete:

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Los hay de varios personajes.

Ces Piñol también está metido en este mundo, con juegos ya publicados, y de próxima publicación. Y cómo no, si hay juegos de Makoki o de Fanhunter… ¿cómo no va a haberlos de Mortadelo y Filemón? Hay varios, por supuesto.

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La reflexión me la pone a huevo esta última imagen. Evidentemente este juego de mesa no es más que la adaptación a los personajes de Ibáñez del juego de Escaleras y serpientes de toda la vida y la caja anuncia que contiene «4×1 juegos». No puedo espera a saber de qué van los otros tres.

Por tanto en sí mismo, como juego(s), carece(n) de valor. Es un producto comercial a mayor gloria de quien ostente royalties sobre los personajes. E intuyo que la retahíla de juegos que he mencionado arriba son eso también. Productos muy menores alejados del concepto contemporáneo de juego de mesa vivaz, ingenioso y original en planteamiento teórico y materialización física: hoy se crean juegos que ya solo como objeto son una auténtica exhibición

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Scythe. Pequeños grandes juegos vía Boardgamegeek

Entendidos los cómics como subproducto cultural y como objeto comercial a explotar, ha habido juegos del mismo modo que hoy hay películas (con la franquicia Disney en primera fila, creando lo imposible, la sensación de multiverso que Marvel patentó en los años sesenta) que traciende la calidad del producto, lo cual crea un tejido industrial potente y puede significar una categoría lucrativa importante para el cómic (en sí mismo o como punto de arranque para otro tipo de artículo). La pregunta es si esto es en sí mismo bueno para el cómic como arte. ¿Queremos una historieta más atenta a sus capacidades de lucro para empresas privadas y como producto transversal y transversalizable para una sociedad de consumo, o queremos un cómic que podamos defender como arte? Y la del millón: ¿Cabe la intersección?
En todo caso y por lo poco que he encontrado (una foto del diseñador ante su juego, con sus figuritas y con el tablero desplegado), parece que este boardgame Valiente es un juego ajustado a los nuevos tiempos, un juego de mesa táctico, mimado y apto por tanto para gente que gusta de esta afición.

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Y por descontado, los cómics que he citado aquí como ejemplo de traslado a otro medio, son en general excelentes. Porque sí, debería haber intersección entre calidades y ansia en el rendimiento.

PD las imágenes son un guirigai que empleo como cita sin más intención, mucho menos comercial. Provienen de blogs personales (de dos, de hecho), de Todo colección, del portal Boardgamegeek, de tiendas especializadas o de Printerest (caso de la última).

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ROBERTA VÁZQUEZ EN TELEVISIÓN ESPAÑOLA

BOMBA:
Llevo años diciendo que Roberta Vázquez tiene el potencial de convertirse en autora referente para una nueva generación.13882471_1307358725942706_1315588471301429262_n
Que sea objeto de atención en «Página dos» (en TVE 2) supone también la demostración o una prueba, cuanto menos, de que las novísimas generaciones de autoras y autores de cómic «alternativo» español, las abonadas a salones de autoedición y circuitos «artie», no son carne de endogamia y en casos (Roberta, insisto, a la cabeza) podrán trascender.
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Potencial enorme, realidad palmaria.

Minuto 4’54, clik it!

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España en la SPX

La Small Press Expo (o SPX) que se celebra este año entre el 17 y 18 de septiembre, es un evento de esos «soñados», al menos por mí. Una suerte de gran festival del cómic que se orienta al alternativo, las pequeñas editoriales, el cómic de autor… En él se otorgan los premios Ignatz (de enorme prestigio) y en su seno este año se podrá disfrutar de la presencia de los hermanos Hernandez, Daniel Clowes, Charles Burns, Trina Robbins o Jim Woodring. Casi nada.

La noticia interesante para nosotros, para el cómic español, es la presencia de un pelotón de primera línea procedente de nuestro país: Santiago García, Ana Galvañ, Javier Olivares, José Domingo y David Rubín estarán en la convención, defendiendo Spanish Fever, la traslación al mercado norteamericano de aquel celebrado Panorama. Una recopilación coordinada por Santiago García que en su día pretendía ser una mirilla al paisaje historietístico del presente, que ahora se convierte en invitación y muestrario para el gran amigo americano.

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Javier Olivares, David Rubín, Santiago García y José Domingo, bien centrados por Ana Galvañ

¿Visita anecdótica o importante? Importantísima, creo yo. A nivel personal que dos de los cinco autores y autoras sean gallegos y piezas clave de la banda deseñada del siglo XXI me produce un orgullo monumental, pero además es que hablamos de cinco modelos de autor dispares, un Equipo-A del cómic en el que cabe la vanguardia, el éxito autoral en el campo del mainstream, la singularidad superlativa y un guionista que se ha sabido mover en todos los ámbitos imaginables (autor, traductor, divulgador, teórico, comisario de exposiciones sobre su propia obra…) y la presencia de firmas que llevan en esto más de treinta años (Olivares, claro). Lo que este grupo pueda transmitir del cómic español es mucho, bueno y certero: sin catastrofismos vacuos y sin innecesaria sacarina, una mirada ponderada, con perspectiva y eso sí, entusiasta. Estoy convencido de que su estancia en la SPX será llamativa, que más allá de contactos personales, o comerciales, el resultado de esta experiencia solo puede ser bueno para el cómic español y su mayor visibilidad en Estados Unidos (al menos se abrirá un milímetro el objetivo de su cámara, ya se sabe que el mercado yanqui es podo dado a dejarse «conquistar»).

Y además me parece importante que suceda en este momento, porque el cómic en España no se ha parado en lo que mostraba aquel libro en 2013: sigue enraizando su caudal de cómic de autor (novela gráfica), sigue proporcionando autores para el mainstream de más allá de nuestras fronteras y sobre todo, aparecen nuevas generaciones (de Andrés Magán a Víctor Puchalski) que tienen mucho que contar. Aquí y en el mundo. Todos los autores que estarán defendiendo en la SPX Spanish Fever son conscientes de que esta naturaleza viva de nuestro cómic no es humo, todos la comparten, la aplauden y conocen, y apuesto que su presencia en la convención es sobre todo una correa de transmisión también hacia esta novísima ola.
Vamos, que lo de la Pinta, la Niña y la Santa María fue una chuminada comparado con esto. Al menos para la historieta.

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Víctor Mora o la memoria colectiva

Ayer los aficionados al cómic nos enterábamos (y hoy toda España) del fallecimiento a los 85 años del escritor, teórico y sobre todo, guionista de historieta Víctor Mora.

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Foto al autor procedente de El País: http://elpais.com/elpais/2016/08/17/album/1471454483_355601.html

A nadie debería de escapársele (lo considero cultura básica) que Mora es el creador de Capitán Trueno. Pero también de muchísimas otras cabeceras, como El Jabato, El Corsario de Hierro, Inspector Dan, el sheriff King, Dani Futuro o Las crónicas del sin nombre (exploración de terrenos adultos en la historieta de los setenta).

Si hay un capítulo crucial en la historia de la historieta en España, es el de los cuadernillos apaisados con tebeos de corte aventurero. El otro gran capítulo lo ocuparía la revista TBO y sus consecuencias. Pero si del cómic humorístico tendríamos que desplegar una nómina de autores plural y vasta para ser justos con esa corriente, hasta llegar al colapso inigualado del Mortadelo de Ibáñez, en el caso del tebeo de aventuras la capitalidad la atesora Víctor Mora. Hay otros títulos, muchísimos, y alguno ciertamente famoso (El Guerrero del Antifaz, Roberto Alcázar y Pedrín, El Cachorro…) pero con El capitán Trueno, Mora y una  lista de ilustradores de la que destaca el inicial Ambrós hicieron el que se señala como mejor de todos, el más vibrante y dinámico, el más progresista (Mora había estado afiliado al Partido Socialista Unificado de Cataluña, PSUC, y su pensamiento era opuesto, en lo político y en lo social, a la pacatería franquista) y qué diablos, cogiendo la manida frase con todas las pinzas que se quiera, sin duda el que mejor resiste el paso del tiempo.

Hace mucho que no leo Trueno, y desde luego no he leído mucho Trueno en mi vida, pero dudo que nadie que luzca más de cuarenta años en 2016 no haya tocado alguna vez en su vida las aventuras del capitán y sus compañeros Crispín, Goliat y Sigrid (eterna novia del héroe que fue más que la constante damisela secuestrada, en la serie). Las historietas de Mora eran chispeantes, alegres, dinámicas y enormemente imaginativas. Además el anacronismo fue sublimado por la fantasiosa pluma de Mora en un clásico de nuestra narrativa escapista:

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Reinventando el tiempo de las cruzadas.

Creo que la primera vez que leí a Trueno debía contar diez, once años, y esa es la edad natural para un lector de El capitán Trueno. Recuerdo vaguísimamente la historia, un relato de acción risueña en países ignotos con bastantes dosis de fantastique. Ritmo vibrante y continuarás impactantes para lecturas semanales.

La historia del aficionado a los cómics se sostiene a través de varias vigas maestras, puntos clave que han mantenido viva la llama. Un Miller haciéndote ver que sigues teniendo edad para asombrarte con los superhéroes, un Eisner a través de cuyas páginas adviertes que sí, es un arte, un Moebius para volverte tarumba, una Satrapi que te descubre el universo de la novela gráfica adulta… un Capitán Trueno durante la niñez tiene esa capacidad, también. En mi infancia esa lectura breve, posiblemente, me hizo persistir, buscar más viñetas plenas de emoción y maravilla. Eran los años ochenta, el tiempo de los cuadernillos apaisados había fenecido hace mucho, pero Trueno me pudo demostrar que la imaginación y la maravilla llevaban cultivándose muchas décadas. En todo caso he olvidado muchas lecturas, muchísmias, pero no aquella. Porque Mora atesoraba un oficio y un talento sin demasiado parangón en su tiempo, y no herraba la diana. Sabía qué hacía y para qué, y lo bordaba.

Yo seguí a lo mío, porque además poco después irrumpió Fórum, el sello que hizo triunfar los cómics Marvel definitivamente en España, y me vicié (ya venía de Vértice, surco y Bruguera, pero Fórum era… otra cosa) pero indudablemente Víctor Mora pudo entrar en mi memoria lectora en un solo flash. Quizá de soslayo pero indeleblemente. Luego supe de su trayectoria, de sus circunstancias, de que toda la inventiva que lucían los diálogos de Astérix o Lucky Luke le debían mucho a él. No leí su incursión en el cómic adulto de los setenta (como Las crónicas del sin nombre con Luis García, seriado entre 1972 y 1980 en Pilote), pero quiero ponerlo también en valor, al nivel del viraje pocos años más tarde de un Carlos Giménez. El rey de «la historieta» entendía que el medio podía también ser un medio para relatos adultos.

Por otro lado la memoria colectiva de toda una generación, los que hoy cruzan la barrera de los sesenta/setenta años, está impregnada de la narrativa de Víctor Mora. Y cuando digo «toda», digo TODA. Al menos la generación masculina a la que se dirigían los cuadernillos apaisados del género aventurero, los niños del franquismo que descubrieron mundos, historias, peripecias maravillosas en las cabeceras que Víctor Mora inventaba.

Su legado empapa la intrahistoria de este país, y su fallecimiento es un adiós irremplazable. Vivió 85 años y millones de historias en papel barato que podías conseguir en el quiosco de la esquina.

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El Jabato, Mora y Francisco Darnís. fuente: http://gentedigital.es/comunidad/comics/files/2016/08/6.jpg

 

Las crónicas del sin nombre, cómic adulto por Mora y Luis García

Las crónicas del sin nombre, cómic adulto por Mora y Luis García

 

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Traductor de Astérix

 

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FOSFATINA2000

La editorial viguesa Fosfatina se hizo un pequeño nombre como abanderada de cierta vanguardia en sus primeros pasos. Publicando cosas de autores osados y muy jóvenes, pudo llamar la atención en ciertos lugares ad hoc, salones de la autoedición, por ejemplo.
Pero su pequeño hito está siendo ahora, y supone una idea tan romántica como cabal. Si el producto Fosfatina tiene algo de amateurismo (dentro de una estructura profesional, de una microeditorial hermana menor de otra literaria), mucho de mimo y todo de singularidad, ¿porqué no navegar ciertas aguas reservadas, se diría, a los autoeditores y el do it yourself? Si la era de la novela gráfica (¿está mutando, está pasando o es un concepto más elástico de lo que muchos creían?) promovía la autoridad del autor sobre todas las cosas, apegada pero no sumisa a un formato-libro que funcionaba en obras «para lectores maduros», ¿porqué un editor que defiende la vanguardia y cierto espíritu de artesanato asalmonado (quiero decir, a contra corriente de todo) no va a investigar desde la raíz, esto es, desde la propia editorial, con el formato? Así nace FOSFATINA2000, una bomba artie con forma de micro-píldoras artesanales. Una colección de intencionalidad bimensual que frente a lo que ha sido y es la novela gráfica, sí imprime unos patrones físicos totalmente preestablecidos a sus autores. El juego es usar sobre todo papel reciclado o papel volumen, formato DIN A4, y la técnica de reproducción es la risografía.
Si no sabes qué es la riso, puedes leer este post del blog de Sergi Puyol, autorazo enamorado del asunto que lo explica magníficamente.

El proyecto sistematiza así una línea de cómics experimentales en lo formal (el método risográfico tiene cada vez más adeptos en el mundo del cómic de vanguardia, y en el de la ilustración artística en general) y en el fondo , pues las obras que se acogen al sello son osadas, investigan, atomizan y reconstruyen el medio, hasta en ocasiones soslayar lo narrativo. En su seno han cabido ya trabajos diversos: Roberto Massó, Pepa Prieto, Begoña García Alén, el incraíble José Ja Ja Ja, Ana Galvañ, Andrés Magán, que es una de mis actuales firmas de cabecera,  (su trabajo es por cierto el que me falta de esta colección, prometo ir a por él pronto) y Julia Huete. Todos abrumadoramente interesantes, aunque si me apuntas con esa escopeta y me pides un podio, partiendo de que me falta una lectura (Magán), apuntaría a Huete y Galvañ sin demérito del resto. Porque en serio, hay que ser muy fosfatino para hacer maravillas como esta colección, toda ella.

Gran Danés de Julia Huete

Gran Danés de Julia Huete

La editorial, además, ha inaugurado una suscripción anual, para hacerte con todos los números de la «serie», el Club Fosfatina 2000, que claro, incluye descuentos, ahorros y regalitos. Y que acercará a tu humilde morada los trabajos ya editados o venideros de Huete (el mencionado arriba), María Ramos, Cynthia Alfonso, Berliac, Nacho García, Los Bravú, Óscar Raña y Berto Fojo.

2000 razones para apostar por «la 2000»

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Fulgenciando, que es Pimentel.

¡FUERZA CON ESTO!
IV SUSCRI

Fulgencio Pimentel, que es como decir el Martín Berasategui de la edición de historieta en España, lanzan una nueva suscripción para seis degustaciones asombrosas, delirantes, y con muchas estrellas. Un menú como siempre selecto, una cata donde el atrevimiento, la curiosidad y la fidelidad tienen el premio de los mejores platos. Olvídense de cocineros fashion con cresta, ¡Fulgencio tienen garrote!.
O dicho sin tonterías, la fe ciega en las apuestas de la editorial Fulgencio Pimentel no dejan de ser apostar a caballo ganador, a obras siempre importantes. En esta suscripción aparecen platos conocidos por los gourmet de la viñeta: ese Jose Quintanar que firma Ja Ja Ja, un Olivier Schrauwen que completa un trabajo catado ya por estos lares pero que requería revisión urgente, más punch de bruja y búho (¿hay qeu decirlo? hablo de Simon Hanselmann) y algunos nombres que serán nuevas para muchos, y que vienen para, apuesto, asombrarnos.La suscripción supone además, que en el menú te regalarán postres exóticos («alguna sorpresa loca») y otras delicatessen.
Pes eso, ya sabes, y si bo sabes, pincha acá.
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Darwyn Cooke

Toca hablar de Darwyn Cooke (Toronto, Ontario, 16 de noviembre de 1962–Florida, 14 de mayo de 2016), cuya muerte ayer, triste e injusta, noticiamos estos días. Su carrera es vasta y enmarcada en las más grandes editoriales de cómic del mundo: DC, Marvel. Además ha creado Parker, un poco lo que sería su proyecto personal al margen de la «industria».
Se posicionó con fuerza a partir de su colaboración con Bruce Timm en las series de animación de Batman y Superman, éxitos catódicos que le abrieron las puertas a DC Comics. Su relación con las grandes editoriales fue intensa (con obras del calado de New Frontier, posiblemente su obra más exitosa) pero no por ello acrítica. De DC llegaría a decir que “solo me llama cuando quiere hacer algo divertido. Soy algo específico para ellos.»

No soy un gran seguidor de la obra de Cooke, pero reconozco sus virtudes. Con su dolorosa y temprana muerte perdemos un gran dibujante de cómics, dueño indudablemente de un dibujo fabuloso donde, prevaleciendo por encima de modas generales del maistream más hueco, siempre se ha mostrado estilizadamente exquisito y elegante:

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De Castelao ao mañá: unha ollada ao cómic galego

Ya es público: vuelvo a comisariar una exposición, en esta ocasión para el Servizo de Cultura e Lingua da Deputación de Pontevedra, a quien desde aquí agradezco su confianza.
Se trata de una muestra, parcial pero espero que jugosa, de cómic gallego a partir de la escasa producción hisotrietística del propio Castelao (producción que expondremos casi, casi íntegramente), en el marco de diversas actividades de la diputación pontevedresa en el «Año Castelao».
Cuarenta y pico reproducciones en un paseo que comienza por el propio Castelao y avanza hasta el presente. Los que habéis visto aquella exposición que comisarié en su día para Museo de Pontevedra recordará las reproducciones «finales» que acompañaban a los originales. Bien, pues el material en esta ocasión es todo de aquel palo.

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