Fosfatina movement

Es muy interesante, el momento actual del cómic nacional. Aciago en tiempos de regresión cultural en España y cuesta arriba en un momento de baile en la cuerda floja. Quizás, pero en determinados aspectos a mi entender, momento ilusionante.
La presencia de pequeños editores que luchan por crear un espacio propio, alejado de las grandes ventas pero sostenible, es una de las varias consecuencias, creo, de algo que algunos defendemos: la novela gráfica, mucho más que un formato, ha expandido el mercado, no en el sentido de grandes ventas (que también, en algunos casos) si no en la capacidad del cómic de encontrar nuevos lectores, lugares y modos de venderse. Logrado el objetivo de presencia mediática y de diversificación del target, algunos valientes han decidido explorar las esquinas en sombra, buscando a un tipo de lector muy determinado, quizá «curtido», quizá simplemente curioso y venido de áreas culturales que vuelven al cómic (el mundo de lo artie, los paladares que gustan de la experimentación literaria o cinematográfica…). Estoy convencido de que ese posible lector que rastrea experiencias nuevas no es tan minúsculo como podría parecer. El asunto es llegar a él, encontrar los modos y lugares, tocar las teclas adecuadas, hacer servicios de prensa a los medios que pueden encontrar a ese lector, seleccionar los lugares físicos de venta sin renunciar, en la medida de las posibilidades de la tirada, a los más habituales, y potenciar la venta directa desde las webs propias.
Como dijo Ata (de Autsaider cómics) en una entrevista radiofónica, «quien quiera forrarse, litio y agua potable». Submarinos del cómic como la propia Autsaider, Apa-Apa o Ediciones Valientes no aspiran a ventas millonarias aunque en el trayecto también pueden pelear por encontrar obras que no renunciando al decálogo del editor, sean capaces de romper la barrera de lo minoritario. Pienso en la oferta de Entrecomics Comics con Versus de Luis Bustos y Azul y pálido de Pablo Ríos, o Fulgencio Pimentel apostando por Simon Hanselmann, que con Bahía de San Búho y antes Hechizo Total podría ser un sólido caso de historieta generacional (del desencanto).

Mi ciudad, Vigo, descansa sobre una ladera bastante empinada que cae directamente al mar. Estamos acostumbrados, en fin, a que nuestro caminar sea costoso, y empeña el esfuerzo personal con unas cuestas bastante locas. Por eso la presencia de Fosfatina en esta city no me extraña. Hechos al esfuerzo para el avance, los fosfatineros plantean su opción editorial como una búsqueda de valores dentro del cómic más hermético, y en la escena local. Su catálogo es diminuto aún pero cuenta ya con uno de los valores más sólidos del panorama nacional, un Andrés Magán que, puedes apostarlo, está destinado a ser un nombre de los potentes, con una propuesta tan arriesgada como, en ciertos aspectos, de vocación popular (búscalo en Tik-Tok).

Pero hay más, y lo último de Fosfatina es una apuesta de, otra vez, riesgo y arrojo. Subamos con ellos la cuesta, porque su última ocurrencia pasa por ser una carta de amor a la risografía. Y esa carta se divide en seis partes, una colección de nombre Fosfatina 2000 con autores de lo más interesante y que expande el radio de acción de la editorial más allá de lo local, en un crecimiento muy lógico. Estos breves tebeos a medio camino del fanzine y el objeto exquisito saldrán a razón de uno cada dos meses, y los puedes comprar en su web o en templos de la sabiduría como Fatbottom, la tienda barcelonesa. En Vigo los encontrarás en el café-librería Detrás do Marco (mmm… ¿alguien de Vigo es lector de este blog?).

 

Al final del viaje, cierre en broche de oro con una antología alrededor del experimento risográfico.extrasolar

De momento ha salido dentro de la colección «Extrasolar», de Roberto Massó. Massó es conocido por su debut Medieval Rangers, de DeHavilland Ediciones, un libro de lujo, visualmente poderosísimo e impactante. En su último trabajo Massó lleva su estética a la página de cómic más tradicional, y crea una historia nuevamente cargada de iconografía pop (lo espacial, lo psicodélico). El tebeo, 16 páginas prácticamente mudas, es como un haiku sobre un traslado en nave espacial con delirio «kubrickiano» incorporado. Todo contado con el tono costumbrista del «slice of life» (qué redundancia acabo de escribir, je). Melancolía y tranquilidad para un hecho portentoso. Además «Extrasolar» es naración gráfica, y gran parte de su discurso lo arroja el cuidado, el equilibrio de la página, y los juegos cromáticos que se logran con la «riso». Como todo poema, en fin, además del mensaje hay que contar con lo que la forma expresa.

extrasolar

Y en junio, Pepa Nieto, que os avanzo, promete. Y luego ni más ni menos que José Ja Ja ja, y Begoña García-Alén (que ya colaboró con Fosfatina), ¡Ana Galvañ! y cerrando, el ya citado Magán.

Fosfatina subiendo la cuesta, sí, pero con ganas.

¿No apetece seguirles?

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