HABITACIONES ÍNTIMAS, de Cristina Spanó

Del Faro de Vigo al Blog

El arte de recordar la vida.
untitled“Habitaciones íntimas” es una de esas obras uqe apuesta por contarnos poco y mucho al tiempo, una vida común, con la que nos identificamos.
OCTAVIO BEARES
Cristina Spanó es italiana, residente de Barcelona, y como autora de cómics (de este, al menos) demuestra ser también una observadora sutil y detallista de la vida, esta cosa que nos pasa por encima sin darnos cuenta. Las pequeñas cosas no se escapan a su mirada, las retiene, las mima sin idealizarlas (solo lo justo) y las macera para convertirlas en material creativo.
“Habitaciones íntimas” es ese material, un tebeo delicado, y delicadamente editado por Bang Ediciones en el que se narra la vida de una mujer desde su infancia hasta que ya es una adulta independiente. Como tú y como yo, sin sorpresas, ni demasiados aspavientos. Lo interesante es que en su mirada a la vida y su transcurso, Spanó elige las postales más universales: la relación de una niña con sus padres, el descubrimiento de la sexualidad con la mirada furtiva de un niño, el enamoramiento, el descubrimiento de la sexualidad ya propia y adulta… Todo centralizado en la planta de la casa materna, ese lugar de, efectivamente, habitaciones íntimas desde el que se crece como persona. Desde el balcón vemos algo alborozados, y aún niños, a una parejita magreando en un banco del parque. En el baño la pre púber se pinta para conquistar el mundo, en la habitación propia, se da un primer beso, y en una cama se ama.
Cristina Spanó es hábil con las elipsis, potentes, que vertebran esta historia de grandes hiatos y pequeños hurtos a la narración. Un cuento donde hay que detenerse en cada gesto dibujado, en cada palabra que el protagonista decida no emitir, antes que en lo qu es expresa enfáticamente. En estos pliegues se esconde toda la verdad de “Habitaciones íntimas”.
No cabe entender sin contemplar el dibujo, este experimento (u ocurrencia, si no nos parece que estemos ante algo necesariamente experimental, pero sí travieso, cuanto menos, en la forma). Spanó crea una figuración vaporosa, dulce, naive y amable (recuerda algo a Marjane Satrapi, o a la española Laura Pacheco) que no olvida lo principal: en cómic narramos con dibujo, también con el estilo elegido para dibujar. Por eso hay que aplaudir estas viñetas sencillas, estos retratos de acabado acuoso y las gamas cromáticas empleadas, expresivas y, sí, narrativas, comunicativas, en fin.
Delicadeza, universalidad, lectura adulta, fácil pero con poso, ¿hay que decirlo más claro? Este tebeo es sencillamente una perfecta lectura estival, porque nos refresca con su mirada, pero al tiempo nos hace sentir que, tras su lectura, se nos han contado grandes cosas, importantes, universales. Y las reconocemos, además.

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