Graf Barcelona 2014

Da gusto. Hay que decirlo así, da mucho gusto acudir a un evento como Graf, una comunión de creatividad y buena honda, ganas de hacer cosas, apostar por el medio cómic hoy, apostar por el futuro, y pensar sobre todo ello.

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El Salón del cómic lo he visitado, claro, por supuesto. Exposición mastodóntica de originales sobre el tema bélico que quita el hipo, y la feria de Sevill… digo del cómic, con cienes y cienes de casetas, ventas, autores firmando, colas para que te firme el autor…
Pero Graf, amigos, es otra cosa. Graf es un caldero con la pócima de Panoramix, un lugar donde se respira joie de Bd, que dirán los galos, que te da un sorbo de magia, la que necesita el cómic. Ya que la tormenta arrecia y la industria se hunde, bebamos de Graf, que nos da energía, demuestra que hay escena, creatividad, calidad y ganas, muchas ganas. Es un momento poderoso, el Graf, de editoriales amigas compartiendo un espacio, de autores paseando con sus lectores (yo fui a comprar mi comida/bocata con Juan Berrio, por ejemplo, una belleza de persona), de saludos, de mucho saludo, abrazo y sonrisas.

Y mesas redondas (yo he estado en la de Whakoom y la de «Superhéroes de autor», con David Aja, Emma Ríos, Marcos Martín y Javier Rodríguez, cosa buena).

Nada, sospecho, sería posible sin una especial sinergia, la que hace que la organización y buena parte de los stands tengan una relación de amistad, respeto y admiración mutua. Nada sin la energía que da el hacer lo que crees que hay que hacer.

Y por supuesto hay que valorar Graf como experiencia. Ojear fanzines que prometen futuros brillantes, comprar las apuestas seguras de una editorial que se especializa en la venta directa on line, cruzarte con un autor en la puerta y darte con él un abrazo rápido, ver los nervios de los jovencísios Bravú, ojear con Max lo nuevo de Fulgencio Pimentel hablando de lo grande que es Jim Woording, hablar con D. Fulgencio de Swans, dejarse recomendar tiendas de discos por Gabirel Corbera o saludar a ese fenómeno que es el señor Repronto y que desprenda tal calidez personal que en medio minuto me ha desarmado y dejado feliz, eso no se paga. Pero había que pagárselo con oro a Borja Crespo e Iñaki Sanz, y al resto de la tripulación Graf (pero con estos dos siento que estoy ante los pulmones del asunto, siempre a tope, siempre con una buena palabra, siempre afables pese a la presión, grandes ahí, haciendo que la máquina respire sin atragantarse)

A veces las redes sociales y los blogs parecen ceniceros repletos de cenizas (y cenizos), así que cosas como Graf son necesarias y pertinentes. A veces la ceniza huele, y lo inunda todo provocando una sensación de pescado vendido y barco hundido. De fin de ciclo. No debemos ser así, yo no soy así. Soy positivo y creo que Graf también. Creo que ambos creemos en los cómics, y así seguimos, dejándonos flipar por todo lo que vale la pena en este mundillo de la historieta. Graf limpia ceniceros, con Graf, huelen a lavanda.

 

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