Normalizando, un proceso

Este artículo del escritor Antonio Muñoz Molina me ha llevado a cavilar, eso tan peligroso. Y como por aquí tengo la etiqueta de «Opinión» precisamente para compartir estas cosas, aprovecho y escribo.
El autor de «Plenilunio» aborda, con motivo de la Art Spiegelman’s Co-Mix: A Retrospective en el The Jewish Museum, en Nueva York, la obra «Maus». Y todos aplaudimos que lo haga. Es un personaje mediático, no es un experto en cómics, crítico de cómics o blogger de cómics. Y se nos hace el culo pepsicola. «A Muñoz Molina le gusta Maus!».

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Pues no te revienta… claro que le gusta. Como a cualquier persona con dos dedos de frente y un poco de perspectiva cultural contemporánea (su estilo gráfico responde a una sensibilidad muy concreta, y ya se sabe que hay quien no lo aprecia). Personalmente leer en 2014 un artículo de fondo (ojo, no digo un ensayo, una tesis, una nueva mirada que estudie la obra, por descontado) sobre la obra magna de Spiegelman me suena como si me hablasen admirativamente y con tono de gran descubrimiento de «Las señoritas de Avignon», «El padrino» o «La conjura de los necios». Pero parece que aún tengamos que celebrar, desde mundocómic, que un individuo mediático y «de fuera» venga a decir que blanco y en botella de leche es leche. Y sin embargo… ¡tenemos que celebrarlo!. Porque estamos hablando de una liga que no todo el mundo parece comprender: la de la visibilidad del cómic, y creo que la historieta aún no está tan reconocida como el cine, la literatura o el arte plástico, no tanto ¿verdad? Y que desgraciadamente puede haber muchos lectores de El País que desconocerán totalmente el «Maus», o que, sabiendo de su existencia, jamás se plantearán que este tebeo pueda estar a la altura de «La lista de Schlinder» (cuando realmente es una narración muy superior, a mi juicio, a la cinta de Spielberg), o del «Diario de Ana Frank» (lo lo leí, no opino).

Y desgraciadamente la firma de un crítico de cómics (pongan ahí el nombre más conocido, el crítico más «mediático» que les venga a la cabeza) pierde visibilidad frente a un personaje como Molina. Porque nadie, en realidad y fuera de los cenáculos habituales del mundo historieta, conoce esa firma. Sin embargo, ah, cuánto más visible es la firma de Muñoz Molina.
Está bien, un creador de prestigio opina y defiende una obra de cómic en El País, ni más ni menos. Pasa en todo, pasa sobre el cine y la literatura,¿porqué no alrededor del cómic? De hecho tampoco es algo nuevo, por supuesto, que un literato se aproxime a la historieta para hablar de ella. Así que bien, está muy bien que Muñoz Molina aprecie «Maus» y se lo cuente al público de El País.

Mientras, la historieta debe entender este presente como un momento de oportunidad, clave y bisagra. Hay que aprovechar este «zeigest de acercamiento» generalista para seguir abriendo brecha. Desde mi punto de vista, el futuro y la visibilidad del cómic depende mucho de conquistar espacios nuevos, ajenos al circuito de librería especializada. Y que un escritor del renombre de Muñoz Molina descubra la pólvora al respecto de Maus (ojo, en un artículo que merece la pena ser leído, está muy bien) es otro signo de que las cosas transitan una vía esperanzadora.

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