LOS IGNORANTES, de Etienne Davodeau

Artículo publicado en Faro de Vigo el 7 de Septiembre, con pequeños añadidos.

Aprender sobre vinos y cómics.

En “Los Ignorantes” Étienne Davodeau nos relata su acercamiento al mundo del vino a través de un amigo viticultor que, a su vez, descubrirá el mundo del cómic.

 

No he podido evitar utilizar esta imagen «artística» de la portada de Los Ignorantes (tomada de este blog) que describe tan bien, como la propia portada, parte del contenido del libro, la enológica.

La última novela gráfica de Étienne Davodeau, autor que saltó a la fama con “La Mala Gente” (2006), obra sobre sus propios padres y el nacimiento de los sindicatos obreros en Francia, vuelve a lo biográfico para tratar temas universales. Todo comienza limpio y sin artificio, con una escena austera (un breve diálogo entre el autor y el viticultor Richard Leroy). Los amigos hablan: para hacer su nuevo libro, que es este mismo, el dibujante propone a Leroy irse unos meses a conocer el trabajo del vino, y a cambio su amigo, un perfecto desconocedor del mundo de la historieta, se adentrará en el arte del  cómic.

La propuesta recibe una rápida contestación tácita: el bodeguero planta en la mesa cuatro caldos y le pide a Davodeau que los pruebe y busque diferencias. Empieza el juego. Toda la escena se desarrolla en cinco viñetas iguales y “a cámara fija”: los dos amigos, la mesa, ningún fondo. La conversación es llana y sin rodeos, los gestos de los personajes, naturales pero discretos. Davodeau no va a engañarnos en esta obra, y desde el arranque lo advierte. Lo que sucederá es sencillamente la consecución de la aceptación del reto narrado con el estilo llano y directo de ese prólogo. A lo largo y ancho de esta historieta el artista irá a podar los viñedos de Leroy, conocerá los procesos que llevan a la uva a ser un espiritoso, aprenderá la cata, visitará con su amigo a otros bodegueros, descubrirá las tendencias (como la aplicación de las teorías de la biodinámica a la viticultura) y beberá muchos vinos. Y por su lado el enólogo descubrirá las posibilidades creativas y expresivas de la historieta, conocerá el trabajo de las editoriales por dentro, visitará una imprenta, conocerá salones del cómic, hablará con otros autores amigos de Davodeau y leerá muchos cómics.

Los Ignorantes” (La Cúpula Editorial) es una obra de ritmo pausado, de diálogos prolongados (a menudo explicativos en exceso, aunque puede que dichos parlamentos se hubiesen sucedido naturalmente, dada la curiosidad y complicidad de la pareja). La obra no se complica la vida con rebuscadas estructuras narrativas: se cuentan unos hechos concretos en orden cronológico, intentando que los pesos del vino y de la historieta estén bien repartidos durante el relato. Se narra todo lo que sucede con sencillez, diseñando con ortodoxia páginas sencillas y de acabado muy agradable. Solo un par de momentos rompen esta linealidad y ausencia de artificio. El «asunto Trondheim» (que omito por si algún lector de este artículo desconoce aún el libro de Davodeau) y una bella secuencia donde, en sucesión de viñetas, una conversación entre los protagonistas se aleja hasta dibujar el mapa orográfico de la región sobre la que se asientan los viñedos de Leroy (tema sobre el que trata la propia charla): son dos momentos en que recursos del cómic más inventivos que la mera narración secuencial de «Lo que pasa» son empleados para explicarnos conceptos que el propio devenir argumental de la obra está tratando. La secuencia de imágenes como refrendo de los actos narrados, digamos. Pero lo dicho, son dos excepciones que nos muestran la astucia de Davodeau, que ha querido aplicarse en unas fórmulas despojadas de artificios formales para contar una historia para un lector universal.

Cómics y vinos, así de sencillo.

Podrá decirse que las obras del galos son siempre así, limpias, poco dadas a investigaciones formales, peor en este caso esto funciona como nunca. Las pautas y las intenciones de esta novela gráfica no pasan por revolucionar el medio, sino por atraer a lectores de un modo general (no olvidemos que Francia tiene un mercado del cómic mucho más universal que la piel de toro, y por supuesto, más allá de ese «target», nuestro vecino es un consumidor de vinos de primer orden). Así todo encaja.  Davodeau narra con una paginación elegante, sencilla. Rehuye el artificio formal, busca la claridad absoluta (y la verdad, no siempre logra escapar de cierto didactismo discursivo) y es un ilustrador con un estilo realista de suave acabado caricaturesco que agrada a la vista, un dibujo acogedor en todo momento. Sus aguadas suaves parecen mecernos, su capacidad para captar la gestualidad de sus “actores” logra la empatía. Además, el retrato del viticultor es cariñoso, y logra hacerlo un tipo simpático, una personalidad curiosa y poderosa (él mismo resulta un carácter más distante, neutro). Todo encaja, pues en esta obra. la forma se adapta a las intenciones, y además consigue atrapar en su lectura, tanto al conocedor del mundo de la historieta como, intuyo, al del vino. Mérito nada desdeñable…

Al leer las 270 páginas de “Los Ignorantes” uno siente cierto confort, el positivismo de haber asistido al retrato muy sincero de un doble descubrimiento y una creciente admiración mutua por el trabajo de uno hacia el otro. Por la belleza de ambas disciplinas, por sus semejanzas (y sus diferencias, por supuesto). Es esa sensación casi bondadosa lo que pervive tras la lectura lo que hace de este cómic algo recomendable para cualquier persona, por muy alejada que esté del mundo de las viñetas o del vino (mundos que, claro, va a conocer en el seno de estas páginas).

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