Viñeta aislada de Sergio Toppi (homenaje póstumo)

El fallecimiento de Sergio Toppi el pasado 21 de agosto ha tenido la repercusión que merece la pérdida de uno de los maestros del cómic, hasta el punto de recibir eco en la prensa generalista. A nosotros nos pilló la noticia fuera del mundo, alejados del mundanal ruido, y llegamos tarde. Tanto que era absurdo hacer la noticia, una semana mas tarde del triste suceso, cuando la red es zona de inmediateces.

Sin embargo no quiero dejar pasar por alto la pérdida del maestro italiano, un autor muy vinculable a una época, un crecimiento concreto, la edad dorada de las revistas de cómic para adultos de los sesenta y setenta (en que su estilo se define), la explosión estética y creativa de autores que, siguiendo la estela de aquellos Humanoides Asociados o de la historieta adulta argentina, sintieron que en el campo de las viñetas podían expresarse artísticamente. Ahí está Toppi, codeado con nombres internacionales como Crepax, Enrique Breccia, nuestro Esteban Maroto o incluso Jim Steranko.

Y aquí ofrecemos como homenaje una página-viñeta de uno de los pocos tebeos que tengo del italiano, y de casualidad (estaba arrinconado, en un lugar oscuro). Sé que debería rondar esas mismas zonas inhóspitas de mi librería algo de la colección «Nueva Frontera». Creo. Pero el ejemplo elegido nos sirve, en fin, para apreciar el esteticismo de Toppi, su capacidad figurativa, esta página que es toda una viñeta de «El cerro de laPlata», volumen de la muy irregular (floja, vamos) colección «Relatos del nuevo mundo».

«El cerro de la Plata», 1992, de Sergio Toppi, pag. 39

Una aclaración. Quería analizar algo propio, no sacado de Google, y el tamaño de las páginas de este cómic excede el de mi escáner, por lo que vemos el bocadillo cortado. Con todo, lo principal del diseño queda respetado y nos sirve perfectamente, y precisamente son este tipo de ilustaciones antes que cualquier viñeta pequeña las que más me interesan del autor, por lo que opté por el corte pero con jugo, antes que por una viñeta pequeña menos representativa.

La plancha evidencia las mejores cualidades plásticas y compositivas de Toppi: antes que la secuencia, que no obstante también sabe utilizar con unas maneras absolutamente personales, le interesa al italiano alcanzar un acabado orgánico para la página y también para la composición interna de la viñeta. En este ejemplo se unen ambas intenciones, claro, en una imagen única que pone en un mismo plano la narración «real» del personaje protagonista (el que dialoga) y el objeto narrado, que se superpone en la imagen mayestática del inca Huayna Capac. Esta imagen domina por completo la escena, pues si bien es figurada (no «está ahí») su ritmo compositivo es preponderanante. Es un icono pasivo e inerte, sus ojos en completa oscuridad podrían mirarnos o estar cerrados, sus rasgos son pétreos, su faz inexpresiva. Pero al tiempo el rostro domina la escena, pues su composición, merced a los avalorios de oro, tienen una fuerte impronta direccional. Parece una flecha casi agresiva, que va de las alturas hacia la figura del narrador, esquinado, y este sí, muy humano, con su mirada contactando con la del lector. Provoca todo ello un sentimiento de indefensión sobre este hombre, nos hace empatizar y lo aboca a un destino trágico.

Pequeños signos estéticos nos llevan a atender a este personaje, no solo que es quien narra en los bocadillos de texto, sino que son su figura y sus enseres los únicos que traspasan el marco de la viñeta (su pie y el jarrón), en una práctica muy habitual en Toppi que aquí resulta discreta pero enfática al tiempo.

Por cierto, autor de magníficos contrastes en el empleo del blanco y negro, en esta imagen demuestra igualmente un sentido expresivo del color. Tonos muy monocordes, ocres y tostados, en un «cuadro» dominado por el primario amarillo, ubicado estratégicamente en los dorados, los brillos del oro de Capac.

En fin… incluso quien no es un seguidor acérrimo de Toppi o no lo tiene entre sus lecturas favoritas puede reconocer en sus planchas un cuidado estético y un gusto por explorar vías (en su día) novedosas para la narración gráfica.

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2 Comentarios Dejar comentario

  1. Alvaro Manzanero #

    El Toppi era lo peor narrativamente hablando. Cada viñeta estaba pensaa en sí misma y no como parte de un conjunto., era el maestro del anti cómic.

    • Octavio B. #

      Graciaspor comentar, aunque reconozco que he tenido qu ereleerme el post para recordar su tema 😀

      Toppi pertenece a una época y representa además todos los vicios de aquella época. Para mí su esteticismo enfoca mal, para decirlo rápido. Lo cual no quita que en ocasiones sea muy bello, pero estoy de acuerdo e que sus páginas no son un perfecto ejemplo de narrativa visual. En todo caso de narrativa esteticista. El ejemplo analizado, sin ir más lejos.

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