CHESTER BROWN:“PAGANDO POR ELLO”, hablando de la prostitución.

[Publicado en Faro de Vigo el 23 de Diciembre de 2011]

 

Chester Brown realiza una deconstrucción del mercado sexual partiendo de su propia experiencia en una obra tan polémica como seria.

Una historieta que analiza la prostitución como opción laboral y vital desde la autobiografía, que esgrime razonamientos elaborados a partir tanto de la propia experiencia (“Memorias de un putero”, se subtitula esta novela gráfica) como de la investigación personal (el autor esgrime y cita gran número de lecturas sobre el tema del sexo de pago). Ausencia radical de todo regusto erótico, así como de toda mirada emotiva. Analítico, gélido más que distanciado, “Pagando por ello” (editado por La Cúpula con gran fidelidad respecto al original americano) se aleja de los tópicos que el lego en historieta puede imaginarse para un cómic sobre el comercio sexual.

El prejuicio podría ser lógico, quien más quien menos todos recordamos aquellos tiempos de “El Víbora” en los años ochenta y vincula ciertos temas “espinosos” a la urgencia desbocada, el acercamiento generacional impetuoso y proclive a buscar el escándalo. Un “cómix” de intenciones intelectualmente diletantes y con ánimo insurgente y provocador.

No, nada de esto encontraremos en la obra de Chester Brown, porque los ochenta han sido hace más de veinte años y el paisaje del noveno arte ha cambiado demasiado. Y crecido, también. Brown es uno de los puntales de este crecimiento renovador. Obras como “Nunca te he querido”, de 1994, son baluartes del cómic autobiográfico, y toda su producción pasa por epítome del cómic alternativo y de la novela gráfica contemporánea. Si su anterior trabajo, “Louis Riel”, supuso un alejamiento de la primera persona para descubrirnos la figura de un político canadiense decimonónico, “Pagando por ello” retoma a su alter ego pero no solo para contarnos su vida. El relato de sus años como “cliente” testimonia en forma de experiencia el proceso reflexivo que culmina en la defensa del oficio más polémico y denunciado. Hubo un momento en su vida en que Brown decidió practicar sexo de pago. Hubo otro en que decidió dejarlo. El hiato entre ambos forjó toda una elaborada teoría sobre el asunto y de esto precisamente es de lo que se hace eco este libro. A través de capítulos de tamaño variable asistimos a las citas, conocemos el mundo de la prostitución y todo lo que lo rodea. El negocio, la privacidad de las prostitutas, el cambio de mentalidad del autor hasta una defensa del fenómeno fabulosamente bien armada, la reacción de sus amistades y las conversaciones al respecto, ectétera.

Lo más importante es comprender que Brown no pontifica, sino que ofrece su versión personal. Desde esta mirada quiere, sí, hacernos pensar, desarticular nuestros prejuicios, deconstruir la prostitución y verla de un modo radicalmente diferente. O mejor sería decir, más completo. Uno puede ofenderse o asombrarse durante la lectura (intuyo que lo primero no sucederá tanto como pudiera imaginaste uno de antemano: la obra es delicada aunque sincera, y reflexiva aunque nada elíptica) pero sobre todo Brown no busca la frase epatante o la idea escandalosa. En todo caso podrá con nuestro sistema nervioso su inalterable capacidad para reflexionar sobre todas las ideas alrededor de la prostitución, todas las que uno tenía previa lectura y muchas más que nunca se le habían pasado por la cabeza antes de enfrentarse a estas 281 páginas. Porque Brown razona con una endiablada claridad, desmontando prejuicios y llevándolos a su propio esquema de razonamiento.

Pero además del contenido, “Pagando por ello” es excepcional por el continente, el modo de abordar todo ello. Brown no es un dibujante naturalista, ni estético, ni vistoso. Su perfección de apariencia tosca ilumina viñetas matemáticamente iguales (todo el libro, sin la más mínima excepción, se articula a través de unas páginas con ocho viñetas simétricas). Esto hace de la lectura algo “invisible”: no habiendo ni una viñeta diferente, ni una gran viñeta a toda página que potencie dramáticamente un momento narrativo, logra que nos zambullamos en su historia.

putas sin rostro, dibujantes hieráticos

El tono distante se logra también por la representación distanciada. No hay primeros planos, las pequeñas y regulares viñetas contienen planos medios o planos generales (nunca un rostro o un detalle, casi siempre todo dibujado como si lo viésemos desde un lugar alto, en suave picado). Además los rostros (sobre todo el del propio Chester) son hieráticos, inexpresivos. “Chest” no exhibe en el dibujo de su cara gesto emocional alguno: ni alegría, ni pena, ni sonrisas, ni enfado. Es un mecanismo que nos hace entender plenamente el sentido reflexivo y documental de este cómic. No estamos ante una simple descripción de su memoria, no se pretende empatizar con emociones puras sino revolver en nuestro intelecto. Sin esta gelidez formal, sin este dibujo esquemático y de aparente sencillez, no hubiera sido posible.

“Pagando por ello”, en fin, se sitúa como una obra valiente y certera, que puede irritar en tanto que “no nos convence”, pero ese no parece el propósito de Brown. Nos convenza o no, no podremos decir que esta lectura no ha iluminado zonas oscuras de un asunto que nos es ajeno. Llama la atención cómo alguna crítica asume que los elaboradísimos apéndices no le han convencido, que sus razonamientos son tramposos. En el fondo, esa es su gran virtud. Al final este cómic deja puertas abiertas para que reflexionemos, para que decidamos y refinemos nuestra propia postura sobre un tema nada baladí a partir de una reflexión personal enormemente articulada (y posicionada a favor del puterío), lo que supone un éxito rotundo.

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