«UN ADIÓS ESPECIAL», de Joyce Farmer

Joyce Farmer: despedida descarnada.

 

En los estertores de 2011 se publica en España una de las novelas gráficas más comentadas del año, una obra cuya lectura deja huella por su verdad interior.

La californiana Joyce Farmer nació en 1938, tiene por tanto más de setenta años, y su aspecto es el de una refinada dama sajona que podría ser identificarla con un personaje cinematográfico, una encantadora viejita que, bebiendo un té rodeada de sus nietos, asume preocupaciones muy de culebrón por el destino de su hija, o algo así. Sin embargo miss Farmer es una autora de cómics, una que en los años setenta ya escribía historietas de marcado signo underground y de impronta ferozmente feminista. En su haber de aquellos años está el mérito (y la controversia) de haber fundado la serie recopilatoria “Tits and clits” (“Tetas y clítoris”) así como obras pro abortistas (“Abortion Eve”). Desde aquella década (y con historietas como estas, que nunca le propiciaron estabilidad económica… o simplemente ganancias) Farmer abandonó el mundo de la historieta.

Sin embargo el año pasado reaparecía con una novela gráfica, un libro que ha tardado en crear nada menos que trece años. Y no es de extrañar que le ocupase tanto tiempo, dado el delicado material de partida, el arrojo en el enfoque, la valentía y la extrema sinceridad que desprende cada página de este cómic titulado “Un adiós especial” (Astiberri ediciones). Porque lo que ha hecho Joyce Farmer, repitámoslo, en la edad de la jubilación y finalmente editado con los setenta ya cumplidos, ha sido de órdago: la crónica de los últimos años de vida de sus propios padres. Mejor dicho, de su padre y su madrastra (a la que quiso como a una madre, al fallecer su progenitora muy joven). Los meses transcurren en esta obra con la suavidad cadenciosa de la caída de las hojas, y poco a poco, casi imperceptiblemente, cala en el lector esa sensación de marchitamiento, de vejez imparable. Nada es drama sino constancia de ley de vida. Hoy nos cuesta cerrar el portón del garaje, en unos años nos olvidamos de que tenemos garaje, y en unas semanas no recordamos qué es un coche. O lo recordamos, pero el cuerpo, bajo el peso de la vejez, no es capaz de conducir. O de levantarse de la cama. O de apenas comer.

“Un adiós especial” narra este doloroso proceso y nos enfrenta, con una sonrisa de serenidad ya desde los retratos que presiden su portada, a la inevitabilidad del destino. Muerte paterna… es algo universal, quizá estas anécdotas del día a día de sus últimos tiempos te resulten familiares. Quizá dolorosas y cercanas. Y desde luego, las admitirás como propias y como un camino de futuro que a todos nos alcanza. Lo impactante es la capacidad reflexiva de la anciana autora, la serenidad con que detalla el proceso, sin excesos, sin acentos dramáticos, sin grandes aspavientos (en este sentido, por ejemplo, cambia nombres propios en esa delicada búsqueda de distancia con lo narrado). Cotidiano y hasta bien humorado, “Un adiós especial” es, precisamente, especial por esa lucidez serena de quien acumula la experiencia de toda una vida. Ha despojado de inconveniencias y abalorios la historia y así resulta más vívida, transparente, cercana. ¿Desoladora? Tanto como reconfortante, quizás… pero sin duda estamos hablando de una de las lecturas más impactantes que se pueden encontrar sobre este tema, que en el fondo es el gran tema: la vida y la muerte.

Que el dibujo, exacto y detallado pero también rudo, recuerde al underground, al estilo de los alternativos, da pistas sobre la procedencia histórica de su autora. Que el tono se emparente con el poso adulto y sabio de “Maus”, evidencia el espíritu contemporáneo de Farmer: esto es pura novela gráfica y ademá un relato de madurez, sin contemplaciones, que desafía los márgenes de las categorizaciones y vuela libre, producto de una necesidad interna por evocar lo que la marcha de tus seres más queridos ha supuesto. Brillante, triste pero con esa tristeza interiorizada, discreta, nunca plañidera o exhibicionista. Impresionante. E inexplicablemente, hay algo optimista en su lectura, algo profundo en un sentido espiritual (no religioso), ante lo inevitable que es la muerte, y cómo entendiendo este hecho, la vida la entenderemos mucho mejor.

Pero más allá de rebuscadas ideas morales, lo que resulta estremecedor aquí es una ristra de momentos narrados con exactitud documental, como ese brevísimo instante de llanto y tristeza de la hija al final del libro. ¿Obra maestra? No merece la pena entrar a discutirlo, cuando la emoción y el impacto sobrepasan los calificativos, las categorías carecen de sentido. Magistral o fiasco, da igual: penetrante, emocionante, único y verdaderamente necesario. Y sí, claro que “obra maestra”, uno de los tebeos más importantes publicados en los últimos años.

ADENDA: ¿Lo han notado? en este artículo para el periódico decidí prescindir (casi) totalmente de rollos técnicos, soluciones gráficas, diagramación de páginas y peras limoneras. Hay para aburrir, hay un sentido del encuadre en la viñeta portentoso, hay pinceladas de «irrealidad» tremendas (como ese gato y sus cosas, que a veces se cuela casi sin entender porqué… pero que dan «tono», claro que sí), hay una planificación férrea de 2X4, hay detallitos alucinantes (quiero pillar alguna viñeta de Farmer para «Viñeta aislada» y comentarla, porqu ehay telita), hay para mucho que contar.

Pero yo estoy en esto pa los niños, que decía Gloria Fuertes. O para las masas, que cantaban Depeche Mode . Creo que «Un adiós especial» es ese tipo de cómic (sí, novela gráfica) que atrapa a «otro lector», que lo es y está ahí, en potencia y en hecho, y esto en un periódico adjudica, pienso, cierta responsabilidad o mejor, intencionalidad. Quise tocar al lector del diario, que NO lo es de historieta; interesarle por un cómic apasionante por su forma, de acuerdo, pero también por el fondo, por lo que cuenta. Y generalmente, no nos engañemos, a un «lego en» no lo atrapas por describir las capacidades formales sino su profundidad al abordar semejante tema. Creo, vamos…

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5 Comentarios Dejar comentario

  1. lo tengo sobre la mesa, en lista de espera, y le tengo ganas…

    está bien eso que dices, y no sé hasta qué punto no será un error nuestro el centrarnos tanto en detalles técnicos al hablar de tebeos… quiero decir, si hablamos de una novela o una película, no entramos en estructuras narrativas y demás zarandajas técnicas… si asumimos que la novela gráfica es tan novela como gráfica, no tiene mucho sentido, creo, detallar tal encuadre o tal solución de montaje… hablemos de la historia, de cómo funciona o no…

    o igual no, no sé… desde luego, a mí me interesa cada vez más eso, la pura lecura… mucho más que el mero análisis….

    • Octavio B. #

      sobre todo yo soy de la opinión de que hay que saber dónde estás escribiendo. Lamentablemente yo no puedo hacer un artículo para mi diario de porvincias y luego plantear para la misma lectura otro artículo para este blog o para, hipótesis, una revista como el U, donde sí cabría algo más analítico, porque el foro, y el destinatario, sí que es experto y reclama más el análisis.
      También es cierto que ni en periódico debemos dejarlo todo en una CarlosBoyerada, «me gusta mucho, es un cómic muy sensible», porque eso acaba en divismo. ¿Por qué sensible? la sensibilidad no se genera porque sí, o solamente por lo argumental. era un ejemplo…
      Yo francamente me como mucho el tarro con estas cosas en tanto que plumilla de periódico pequeño: el para quién el qué, el cómo, y tal…

      • claro, a eso me refiero

        si estamos en acercar a la gente a nuestro medio, y se tiene la suerte de poder hacerlo desde una plataforma «generalsta» como la de la prensa, no caer en tecnicismos, hablemos de lo que la gente habla cuando ha leído o ha visto algo que le gustó

  2. Gerardo (The Watcher) #

    Me ha gustado mucho, Octavio. Yo destaco sobre todo lo que dices de cómo avanza la vejez poco a poco, el paso inexorable del tiempo. Está muy bien contado. Y creo que has acertado al prescindir del aparato técnico de cara a los lectores. Creo como tú que es una obra perfecta para el gran público.

    Ah, y lo del gato, en la entrevista de Farmer que traduje hace poco comenta que lo mete porque necesitaba algún elemento amable, divertido. De hecho parece ser que no había ningún gato en la vida real.

    Un saludo.

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  • Octavio Beares - no aguantaba: hoy se publica, hoy lo posteo; "UN ADIÓS ESPECIAL", de Joyce Farmer - http://t.co/RwwCVs4d

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