Basura en el estercolero: LA CARA MÁS DULCE DE CRUMB

Os pongo aquí una crítica coetánea a la de ALEC en Faro de Vigo. La repesco de «EL Octavio pasajero», pero en fin, es crumb, y me apetecía traer a Crumb por «Serie de Viñetas cuanto antes» 😉
publicado en Faro de Vigo… y una confesión: de estos concisos párrafos me siento bastante satisfecho, cosa que no suele ocurrir a menudo (uno siempre cambiaría a toro pasado algo). Espero que lo consideren igualmente un pequeño texto logrado.

Parece una exageración, pero muchos verán este curioso tomo como algo así, como “la zona bonita” de un lugar horri e y degenerado. Robert Crumb es el “pope” del underground y uno de los padres de la escena alternativa. También una clara influencia en novelistas gráficos contemporáneos (de hecho aún recordamos su propia novela gráfica, una adaptación del libro del Génesis donde no suprimió ni una coma del texto original). Estamos hablando de un mito del noveno arte que, paradójicamente, asienta su popularidad en una obra feroz, confesional, exagerada, y en un autorretrato en viñetas ya popular. Crumb el misántropo, el ruin, el fetichista que babea por cabalgar sobre orondas valkirias en la California hippy del LSD.
Robert, el niño tímido que no supo salir de su caparazón hasta almacenar un paquete de disfunciones sociales. Crumb, el drogadicto, el salido sexual, el huraño chalado que sólo escucha añejos discos de pizarra de bluegrass. El genio, en fin; una suerte de Woody Allen sin coartada cultureta ni la más mínima satisfacción ni interés en defender, a través de su obra, a su propio personaje.
Pero resulta que, como todo ser humano, al dibujante se le puede atribuir otra cara complementaria, amable, la del observador de la belleza más cándida, el detalle más hermoso en un gesto ocasional. El dibujante compulsivo que es capaz de sacar su libreta de dibujo para plasmar con asombrosa pericia el gesto de una mujer que espera sentada en una silla de una estación. Por el placer de la belleza, por el gusto de atraparla con un grafito y un papel. Y realmente es un placer perderse en estas ilustraciones a tinta china, exquisitas pero con toda la fuerza telúrica del estilo crumbiano (cuerpos macizos, rotundidad en los volúmenes y las formas, detallismo…)
Este es el Crumb que ahora nos ofrece Ediciones La Cúpula en un libro con escasísimo cómic y muchas ilustraciones. De mujeres, de niñas, de músicos, de sí mismo… una verdadera prueba de su talento gráfico, y una perspectiva curiosa, insólita, de este azote de los bienpensantes.

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