Durante el fenómeno emigratorio de los años cincuenta, sesenta y setenta, la región de Madrid fue el principal destino del éxodo nacional desde las zonas rurales a las urbanas, y desde los noventa, Madrid es la Comunidad con el mayor porcentaje de inmigración extranjera. Aquí intentan venir como destino final, los inmigrantes que entran por el sur en pateras, procedentes del continente africano, y por aire, desde el continente americano. Cuando la Unión Europea establezca para cada país una cuota de refugiados de guerra, de personas que huyen de sus países de origen, de inmigrantes en general, seguro que dentro de España, el destino de la mayoría de ellos será Madrid.
Nuestra región ha dado suficientes muestras de acogimiento, solidaridad, integración y ayuda con aquellas personas que buscan un mundo mejor para los suyos, un futuro, y así lo seguirá haciendo, pero al mismo tiempo, deben administrarse los recursos suficientes para atender los gastos que representa el fenómeno de la inmigración: prestación sanitaria, educativa, social, laboral…, aunque ya estamos acostumbrados a que Madrid no reciba compensaciones, y si no, ahí tenemos la Ley de Capitalidad, firmada y en vigor, pero sin el reconocimiento de la parte financiera; es decir, esa desde la cual el Estado debería compensar a Madrid por los gastos que produce la capitalidad. Somos tierra de acogida, y no importa que sigamos siéndolo, pero deberá tenerse en cuenta el porcentaje de la cuota de inmigrantes que corresponda a España, que llegarán a nuestra Comunidad, sobre todo para administrar racionalmente los recursos.
