YANIZ Santi

Cierra la revista Euskal Herria

En 2013 han desaparecido tres de las revistas en las que más he escrito durante los últimos años: cerró Nora, cerró Altaïr y ahora cierra Euskal Herria.

Duele que se cierren oportunidades de buen trabajo pero en estos tres casos duele, sobre todo, que se cierren medios que han sido escuelas de periodismo.

No lo digo por decir. Cuando salió la revista Euskal Herria, hace casi once años, yo era bastante pipiolo y les escribí para presentarme y mandarles una propuesta de varios reportajes viajeros internacionales. Entonces la revista publicaba una sección sobre viajes por el mundo y yo creía que era la única interesante para mí, yo pensaba que no tenía casi nada que contar sobre nuestra propia tierra y tampoco me apetecía mucho hacerlo.

Al cabo de tres años me hicieron el primer encargo: diez valles guipuzcoanos. Los recorrí con mi descacharrada furgoneta melonera -¡nostalgia!-, con la vespa y a pie. Disfruté caminando lento y caminando cerca. Encontré buenas historias. En sitios por los que pasaba muy a menudo, me paré por fin a charlar con la gente que veía siempre allí: por ejemplo Ignacio Arizmendi, el hombre con muletas que se sienta durante horas y horas en el puente de Fagollaga, sobre el río Urumea, junto a la carretera de Hernani a Goizueta. Andará por los 80 años. Paso en bici muy a menudo por allí. En invierno me inquieto un poco, porque ya no lo veo en el puente, y me da alegría el primer día de la primavera en que lo vuelvo a ver en su puesto. Los melocotones, la arena en el pasillo de casa y la figura de Ignacio sentado en el puente son para mí tres señales plenas del verano.

Con el paso de los años creo que he hecho un aprendizaje valioso para mirar mejor de cerca, para descubrir buenas historias pequeñas aunque no vengan envueltas en celofanes exóticos. Y en ese entrenamiento Euskal Herria ha sido una de las mejores escuelas. Sus editores me echaron al camino, me pusieron a atravesar bosques, a dormir en montañas, a investigar sendas, a buscar fuentes, a navegar en veleros, a asomarme a cuevas, me empujaron a leer mucho y sobre todo a preguntar mucho más a la gente que anda por los caminos y los pueblos, que es la que sabe.

La revista Euskal Herria también ha sido un punto de encuentro. He compartido tarea con editores rigurosos, profesionales y amables –Imanol Agirre, Javi Pascual, Iñaki Rekalde, Hektor Ortega- y con fotógrafos magníficos: recorríamos los mismos lugares pero ellos siempre me sorprendían con detalles y encuadres que me descolocaban. Me gustaba mucho fijarme en su mirada, sobre el mismo tema pero mucho más minuciosa y paciente que la mía, para intentar que se me pegara algo de ellos. He aprendido mucho de Alberto Muro y sobre todo de Santi Yániz, maestro y además amigo, con el que ya ando preparando la mochila para escaparnos pronto.

Y debo recordar la esperanza: Sua, la editora de la revista, seguirá publicando libros y guías –como la de Donostia-San Sebastián que acabamos de sacar- y ya estamos hablando de un proyecto común para 2014. Ojalá empiece pronto la remontada, para los editores, los fotógrafos, los redactores, y por el bien de todos nosotros, los lectores.

Portada de uno de los temas con los que más disfruté: caminatas por cinco ríos.

EH

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Estampas del segundo Tour de Plomo

En este álbum abierto y en este otro de Facebook tenéis un puñado de fotos del segundo Tour de Plomo, el recorrido a pedales que esta vez nos llevó por Bilbao, Peñas Negras, Castro Urdiales, Peña Cabarga y Santander para presentar el libro Plomo en los bolsillos.

Plomo en los bolsillos

Esta foto es de Santi Yániz, como muchas de las más bonitas del álbum.

En este otro álbum de Facebook están las fotos del primer Tour de Plomo (San Sebastián-Madrid).

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Escribo con los veinte dedos.
Kazetari alderraia naiz
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