MUÑOZ Juan Andrés

Entre primates sociales. Cómo conseguí que Pérez-Reverte me siguiera

La clave del éxito de Twitter es tan sencilla como profunda: un chimpancé aislado no es un chimpancé.

La frase es del etólogo Konrad Lorenz (el tipo que engañaba a ocas recién nacidas para que siguieran como si fuera su madre a una caja de zapatos de la que él tiraba con un cordel). Y nosotros por ahí andamos: somos unos primates sociales, cuya pulsión más poderosa es la de estar en grupo.

Esto lo explicó el paleontólogo Juan Luis Arsuaga en el diálogo que mantuvo con el escritor Arturo Pérez-Reverte durante la clausura del congreso iRedes en Burgos. Esto y muchos otros asuntos apasionantes sobre nuestra naturaleza social; sobre la cultura como amplificadora (pero no sustitutiva) de la biología; sobre la evolución que nuestra especie ya no necesita continuar porque dispone de la tecnología, mucho más rápida y eficaz para conseguir lo que nos haga falta, como volar o movernos bajo el agua; sobre la maravillosa aparición en el universo de una forma de materia que es consciente de sí misma (o sea, nosotros, salvo algunos lunes por la mañana); sobre el afán de inmortalidad; sobre las profecías de Un mundo feliz y la manía de posar sonriendo en las fotos… («Las redes sociales, desde Atapuerca hasta Twitter», audio completo).

Pérez-Reverte completó el diálogo con ideas sobre los riesgos de la inmediatez y la falta de reflexión, sobre la manera en la que las nuevas herramientas han cambiado el papel clásico del reportero, sobre la tecnología que nos protege pero que nos hace inconscientes de la hostilidad y el dolor que siempre acaban llegando…

Con la polémica de su tuiteo sobre Moratinos sobrevolando, pero sin mencionarla, Pérez-Reverte habló del peligro que supone sacar una frase de Twitter y publicarla como titular en los medios de comunicación. Dijo que Twitter es como una charla en una  barra de bar y que los comentarios que allí se hacen entre amigos no pueden llevarse a titulares sin descontextualizarlos.

Es cierto que a veces se sacan de madre algunas frases lanzadas por ahí, pero la de Pérez-Reverte me parece una concepción equivocada de Twitter: una barra de bar en la que te escuchan 80.000 personas ya no es una barra de bar. No es, por supuesto, una charla entre amigos. A mí me encanta contar chistes burros y soltar de vez en cuando comentarios disparatados que incluso dicen lo contrario de lo que pienso, pero se los suelto en privado a mis amigos, a los que entienden el contexto, saben qué pienso en realidad y entienden por qué me hacen gracia esas burradas;  ni se me ocurriría contarlos con un micrófono ante una audiencia de cientos o miles de personas. Eso no es hipocresía sino una conciencia elemental de que en un público amplio muchos no conocen las claves de  la conversación ni tienen por qué comprender si en ese momento soy irónico o si hablo en sentido recto. Si no eres capaz de distinguir los ámbitos, te puede pasar lo que a Nacho Vigalondo.

Hablando de estas cosas con Allendegui, nos dio vértigo imaginarnos cómo será tener 80.698 seguidores en Twitter, los que tiene Pérez-Reverte en el momento en que escribo esta línea.  A la vez sentimos mucha curiosidad por saber quiénes son los 72 selectos tuiteros a los que él sigue, nos preguntamos qué habrá que hacer para que te siga alguien tan popular… y nos propusimos intentarlo.

En Burgos, con la ayuda de Allendegui y Nacho de la Fuente, lo conseguimos: esto es lo que hay que hacer para que te siga Pérez-Reverte.

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Redes sociales: media docena de ideas y un reloj de arena

El jueves en el congreso iRedes de Burgos nos reímos cuando Nacho Escolar recordó aquella costumbre de los periódicos que sacaban un tema y escribían «en Madrid no se habla de otra cosa», «en Burgos no se habla de otra cosa»… En realidad, era el director del periódico el que hablaba de esa cosa, o que como mucho la había comentado con sus cuatro amigotes, pero acababa estableciendo de manera categórica que eso era lo que a todo el mundo le interesaba. Ahora, siguió diciendo Escolar, sabemos de verdad de qué se está hablando: se le llama trending topic (o sea: los temas más mencionados en Twitter).

Tiene mucha razón, porque en Twitter encontramos a millones de personas conversando y sabemos inmediatamente cuáles son los temas principales, las etiquetas más repetidas. Pero a mí me mosqueaba un poco la idea que iba calando en algunos de los debates de Burgos:  Twitter es el mundo. Nos reíamos de esa coletilla viejuna, el «no se habla de otra cosa», pero acto seguido le atribuíamos a Twitter, y sin dudarlo, esa misma capacidad de decidir que no se habla de otra cosa. Y sí, el fundamento es muchísimo mayor -y seguirá aumentando, claro-, porque sabemos de lo que hablan millones de personas en todo el mundo en cada momento. Pero Twitter no es el mundo. En el mundo se habla muchísimo de muchísimas otras cosas de las que en Twitter apenas se tiene noticia. Y si los periodistas creemos que todo lo importante está en Twitter, vamos daus.

Por eso me alegré cuando ayer Juan Andrés Muñoz (Allendegui) recordó durante su intervención que no todo el mundo está en las redes sociales, que somos una minoría. No se lo había oído antes a nadie en el congreso (quizá alguien lo dijo en alguna de las ponencias a las que no llegué).

Y me volví a alegrar cuando José Luis Orihuela, al presentar las conclusiones del congreso, hizo una advertencia previa contra los entusiasmos demasiado efervescentes: a las redes sociales no podemos atribuirles un carácter mágico ni exigirles milagros. A continuación enumeró las enormes virtudes de estas redes, en unas conclusiones que parecen muy acertadas y muy relevantes. Pero que muy.

1) Las redes sociales son la más poderosa tecnología de comunicación de la historia.

2) Las redes sociales son la gran base de datos de los deseos e intenciones de nuestras sociedades.

3) Las redes sociales abren las organizaciones.

4) Los usuarios de las redes sociales tenemos un compromiso con la defensa de la neutralidad de la red.

5) Las redes sociales son tecnologías para la libertad.

La lección cero la recibí yo hace unos días, cuando un amable señor que da discursos públicos sobre el futuro del periodismo dijo que estaba mosqueado con «todo eso de internet», porque es una autopista sin señales ni seguros, porque puede escribir cualquiera sin carné ni título ni nada, porque ¡internet no es periodismo! Tenía un reloj de arena y se le paró, que dice mi abuela: ¿o sea que se puede ver Twitter en el ordenador?

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Hace un año ya solté esta misma morcilla aquí: «Las historias más interesantes están fuera de Google«, especialmente hacia el minuto 6 y el 7.40.  Morcilla burgalesa, porque la entrevista me la hizo en Burgos el burgalés Leandro Pérez Miguel, el jefe, el que nos pastorea con infinita paciencia a los blogueros más torpes de Gente Digital, el tipo supersónico que tiene quince ideas y siete proyectos interesantísimos por semana, y que encima es capaz de  que alguno cuaje, como este mismo iRedes, primer congreso iberoamericano de redes sociales, que él ha organizado y dirigido con un programa de lujazo, que el jueves se convirtió en tercer trending topic mundial -o sea: el tercer tema más tuiteado del planeta-, en una ciudad que mola mucho, en la que él mismo hace de cicerone, y un tipo que en plena locura organizativa entre 300 asistentes y tres docenas de ponentes es capaz de mantenerse sereno, calmo y hasta bromista con una sospechosa capacidad que nos ha llevado a rebautizarlo -chst, él no lo sabe- como Leandro Gado.  Todo hay que decirlo: en estos elogios ejercen alguna influencia los estímulos intelectuales con los que mima a sus invitados.

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Kazetari alderraia naiz
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