Viajes

Un passista no tiene alternativa

«Un passista no tiene alternativa. Debe llegar al pie del muro con diez minutos de ventaja por lo menos. Así lo subirá a pie, empleará un cuarto de hora más que quienes lo escalen en bici, llegará a la cima con cinco minutos de retraso y todavía tendrá alguna esperanza». Palabras de Gino Bartali sobre el muro di Sormano, trazado y asfaltado en 1960 exclusivamente para atormentar a los ciclistas en el Giro de Lombardía. Longitud: 1,7 km. Pendiente media: 17%. Pendiente máxima: 25%.

Fotos: dos mías y dos del extraordinario Museo del Ciclismo de la Madonna del Ghisallo.

O

Muro-di-Sormano-negli-anni-Sessanta

O

Sormano 04

cerrados

Cumbre

Vimos a un niño llegando cabeza abajo a la cumbre del Mont Blanc.

O

cerrados

Piove

En el funicular de Argegno a Pigra nos dijeron que era el peor día para caminar por las montañas. Llovió y llovió y llovió durante toda la mañana, llovió cuatro horas seguidas entre los castaños y los robles, llovió sobre el lago de Como. Si llueve mucho, se canta mucho y se ríe uno de su estampa y se sigue caminando y ya está.

OO

cerrados

Designios en Milán

En el monte me gusta la caliza, más que la arenisca; en los edificios me gusta la arenisca, bastante más que el mármol, y en los templos me gusta el románico, mucho más que el gótico. Aun así, cómo no, el lunes pasé un rato largo en la plaza del Duomo, mirando la catedral de Milán, su bosque de pináculos, sus cinco naves escalonadas que pueden albergar a cuarenta mil personas (dos tercios de la población de Groenlandia: al resto los sentaríamos sin problemas en las terrazas de los alrededores).

El lunes no era buen día para un inuit en Milán. Hizo una tarde de bochorno. También prefiero mucho calor que un poco de frío.

A las siete de la tarde se hizo de noche y rompió la tormenta. Diluvió sobre el mármol, el agua resbaló por los muros, la catedral brilló en la oscuridad, los turistas corrimos a refugiarnos en las galerías y la plaza quedó desierta. Un chico con sandalias, pantalones cortos y camiseta amarilla cruzó en diagonal, caminando con calma bajo el chaparrón, y un par de veces se llevó la mano al pelo largo empapado, para retirárselo de la cara. La lluvia echó a los turistas y a los vendedores de recuerdos, obligó a guardar las cámaras, limpió la plaza, disolvió el presente y nos permitió el extraño lujo de ver la catedral sola, una cordillera geométrica de mármol, radiante y sola, en un instante que podría pertenecer a cualquier año de los últimos quinientos. Las gárgolas, dragones a veinte metros de altura, abrían las fauces, vomitaban chorros violentos y se oía cómo rompían las cascadas contra la plaza.

*

En la cercana plaza de la Scala hay una exposición titulada ‘Il mondo di Leonardo’, con reconstrucciones inéditas de los inventos de Leonardo da Vinci. Cuelga del techo la máquina voladora, con un muñeco instalado en un cubículo de madera, que mueve piernas y brazos para accionar las alas de lino. Da Vinci quiso construirla en un recinto secreto junto a la catedral de Milán, para inaugurar aquí el vuelo humano. También están el submarino a pedales, la máquina que intenta el movimiento perpetuo, el murciélago mecánico, la libélula mecánica, el león mecánico, el abuelo del helicóptero, el automóvil para transportar figuras en los escenarios, el puente giratorio, la embarcación que es una rueda giratoria con dieciséis cañones que apuntan a todos los ángulos, los soldados robóticos que caminan entre las almenas y se golpean el pecho para engañar al enemigo. Se exponen las páginas de sus códices, los estudios urbanísticos para Milán, los bocetos de cuadros y retratos, sus divertimentos geométricos, sus cajas mágicas, sus cálculos, sus números, sus frases escritas al revés, de manera que solo pueden leerse reflejadas en un espejo. No se explican pero S. me explicó las alturas en las que se disponen las manos de los apóstoles de La Última Cena, que trasladadas a un pentagrama se convierten en las notas de un himno.

Recordé unas palabras que le escuché a Santos Bregaña, cuando explicaba que el diseñador es “aquel que busca y encuentra los designios, los ‘Dieu signes’, los signos de Dios”. Da Vinci explica en sus códices que todos sus diseños nacen “de una atenta observación de la naturaleza”.

estudio manos Leonardo Da Vinci

2

Huellas que no callan

Mi admirado Pablo Tosco (¡la suerte de viajar con Pablo!) ha realizado este documental sobre Colombia y contra el silencio. Aparecen cuatro de las mujeres que conocimos durante aquel viaje. Son víctimas de violencias terribles pero impresionan, sobre todo, por su pelea, por sus ideas claras sobre la justicia, por su dignidad y por su vocación de ayudar a los demás.

Aquí va un avance del documental, titulado ‘Huellas que no callan’. Lo produce Oxfam Intermón y lo estrenarán dentro de unos días en el XV Congreso de Periodismo Digital de Huesca.

1

Viaje por la Ucrania subterránea

Os propongo cinco planes ucranianos: acariciar torpedos nucleares, besar momias, encontrar a Hitler en unas catacumbas, bajar -y bajar y bajar y bajar- al metro y buscar lombrices en Chernóbil.

Es el ‘Viaje por la Ucrania subterránea’,  que he publicado en la revista Traveler. Algunos fragmentos:

1) BALAKLAVA: LA BASE DE SUBMARINOS ATÓMICOS EN EL INTERIOR DE UNA MONTAÑA

Los submarinos de la Unión Soviética entraban de noche en la bahía de Balaklava, una especie de fiordo estrecho y sinuoso. En una de las orillas, invisible desde el mar abierto, había una gigantesca compuerta de acero camuflada. La compuerta se abría y el submarino navegaba hacia el interior de la montaña Tavros, en cuyas entrañas los ingenieros soviéticos habían excavado una base naval a resguardo de los satélites espías.

Base submarinos Balaklava Ucrania

2) ODESA: LAS CATACUMBAS DE LOS PARTISANOS

En diversas zonas de estos túneles se escondieron trece grupos de la resistencia soviética, de unas ochenta o cien personas cada uno, y solo uno de ellos fue desmantelado por los nazis. Los topos humanos organizaron pequeñas ciudades subterráneas, con pozos por los que recibían armas y víveres desde el exterior, y salían de vez en cuando para atacar por sorpresa los cuarteles enemigos. Los nazis, a su vez, los rastreaban bajo tierra con perros y gaseaban los túneles, sin mucho éxito.

3) KIEV: LA ESTACIÓN DE METRO MÁS PROFUNDA DEL PLANETA

Las cinco estaciones de Vokzalna, Unyversitet, Teatralna, Khreshchatyk y Arsenalna conservan el esplendor y el escalofrío soviético, cuando sabemos que se contemplaba otro uso para ellas: estaciones tan profundas como las de Arsenalna, con sus pasadizos ramificados, estaban designadas como refugios atómicos.

4) KIEV: LAS MOMIAS DE PECHERSK LAVRA

La reunión de momias es selecta: por aquí yacen Alipio el Venerable, pintor de iconos; Néstor, el primer cronista eslavo; San Espiridión, patrón de los alfareros; un gran duque de Lituania, un príncipe de Kiev; y también, al parecer, otras reliquias como la cabeza de Clemente I, el cuarto papa de la historia; el cuerpo de Yuri el de los Brazos Largos, fundador de Moscú, y hasta los restos de Ilya Muromets, el héroe gigantesco de los primeros poemas épicos rusos, que luchó contra tártaros y monstruos, que derribó los campanarios de Kiev cuando el príncipe Vladímir olvidó invitarlo a una fiesta y que terminó canonizado por su defensa de la patria y de la fe ortodoxa.

5) CHERNÓBIL: LA TIERRA ENTERRADA

Una de las tareas más extrañas en las semanas posteriores a la explosión de la central nuclear de Chernóbil, el 26 de abril de 1986, fue la de enterrar la tierra. Grupos de soldados se dedicaron a arrancar las capas superiores de las zonas más radiactivas, para sepultarlas en fosas profundas que después se cubrieron con hormigón. Los terrenos así descarnados los cubrieron con arena de dolomita. Quedó un paisaje lunar.

4

¡Ucrania a Rusia, diez a que no!

Sebastopol es como la bahía de Pasajes. Si los habitantes de Pasajes de San Pedro cuelgan banderas moradas en los balcones y los de San Juan cuelgan banderas rosas, mientras sus respectivas traineras se cruzan en la misma bahía durante los entrenamientos, en Sebastopol pasa lo mismo pero con buques de guerra rusos y ucranianos, con destructores, cruceros, fragatas y submarinos.

Tras la independencia de Ucrania, Rusia mantuvo el derecho de utilizar el puerto ucraniano de Sebastopol, su gran base naval en el Mar Negro. Las tremendas flotas de los dos países comparten la bahía y parecen dos compañeros de piso que han trazado rayas en el suelo para delimitar sus espacios, sus almacenes, sus diques flotantes, sus grúas, sus muelles. Despliegan banderas gigantescas y pintan rótulos que se pueden leer desde varios kilómetros de distancia: VIVA LA FLOTA UCRANIANA y VIVA LA FLOTA RUSA.

He cruzado la plaza Nakhimova, el equivalente ucraniano a las Portaletas del muelle donostiarra, y he gritado bajito: «¡Ucrania a Rusia, diez a que no!».

Y luego, mientras recorríamos la larguísima bahía sebastopoldarra en un barquito turístico, con cinco cadetes de Crimea que iban de excursión con sus madres recién llegadas para visitarlos en sus bases, al navegar entre los titánicos destructores rusos y las colosales fragatas ucranianas, he cantado cuando nadie me oía: «Arriba el corazón / txistu y acordeón / que al pie de la baliza / daremos la paliza. / Arriba el corazón / acércame el porrón / que la victoria viene / a nuestra embarcación».

Fotos: 1) El Korta de Sebastopol.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

2) La Ama Guadalupekua de Crimea.

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

3) «Viva Rusia, carajo».

OLYMPUS DIGITAL CAMERA4) «Viva Ucrania, carajo».

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

3

Odesa sin cochecito

En Odesa he bajado las 192 escaleras pensando en N., que estos días andará comprando un cochecito de niño.  (Y no sé cómo no se le ha ocurrido a nadie alquilar cochecitos en la parte alta, para que los turistas los lancen escaleras abajo. Yo habría pagado).

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Imagen de previsualización de YouTube
cerrados

A ver quién limpia luego el campo

Las llanuras de Ucrania son inmensas: si en las afueras de Kiev pones un listín telefónico en el suelo y te subes a él, puedes ver las cúpulas de Odesa, quinientos kilómetros más al sur.

El viaje en coche desde Kiev hasta Odesa, a través de los campos arados y desnudos de noviembre, tiene su puntillo si achinas los ojos y en el horizonte ves galopar a los cosacos zaporogos del siglo XVI.

En la novela Tarás Bulba, de Nikolai Gógol, he encontrado una crónica previa del próximo Shakhtar Donetsk-Real Sociedad. Estamos en la víspera de una batalla. Y los cosacos ucranianos imaginan su destino:

«Igual que las águilas, oteaban los cosacos todo el campo a su alrededor y el destino que les esperaba, que negreaba a lo lejos. Sí, seguro que todo el campo, con sus eriales y sus caminos, quedaría sembrado con sus huesos blancos, profusamente regado con su sangre y cubierto de carros destrozados, de lanzas y sables hechos añicos. Sus cabezas quedarían desperdigadas, con los chubs revueltos, sucios de sangre coagulada y los bigotes lacios. Las aves rapaces vendrían a sacarles los ojos».

Foto: al entrenador del Shakhtar le comunican que va a jugar Agirretxe.

Tarás

6

La suerte de viajar con Pablo

Ha sido un lujo viajar por Colombia con el fotógrafo argentino Pablo Tosco. Trabaja con mucha profesionalidad y con un talento extraordinario pero, por encima de todo, me maravilla su sensibilidad exquisita con la gente. Hemos pasado tiempo con personas que han padecido historias muy duras, con las que a veces los periodistas somos torpes, intrusivos, incómodos. Pablo siempre acierta.

Se acerca a las personas con un respeto profundo. Habla, acompaña, espera y sobre todo escucha, escucha mucho, escucha largo. Tiene un instinto delicado para saber cuándo sacar la cámara y cuándo guardarla, para saber cuándo preguntar y cuándo callarse.

Pablo es un corazón con patas, con ojos y con barba roja. Sabe cuándo callarse, sabe cuándo decir un piropo cariñoso o una broma que alivia, sabe acercarse y sabe alejarse en el momento preciso. Y prefiere quedarse sin la foto deseada que molestar a quien sufre relatando su vida.

El resto del día Pablo habla con todo el mundo y habla sin parar: con el taxista, con la camarera, con la recepcionista, con los niños, con las abuelas, con el policía, con los vecinos de mesa, da conversación a todo el mundo, vacila a todo el mundo, todo el mundo le mira un poco extrañado y todos acaban con ataques de risa. Si nos clasificaran según el número de personas a las que hacemos sonreír al cabo del día, Pablo sería campión. Che, te cagás de la risa. Te cagás de la risa con él y con las historias de su perro Juan Carlos Pechoblanko (que ya está muy viejito y tiene página en Facebook).

OEn la foto, detrás de Pablo, aparecen otras dos compañeras de viaje magníficas: Diana Arango y Sandra Cava, ambas de Oxfam Intermón. Diana y Sandra trabajaron veinticuatro horas todos los días para preparar los viajes, las entrevistas, las visitas, por las noches apenas durmieron y por el día aguantaron avalanchas de ocurrencias y de chistes malos. Y encima sonreían.

9

Escribe tu correo:

Delivered by FeedBurner



Escribo con los veinte dedos.
Kazetari alderraia naiz
(Más sobre mí)