Para pasear un poco

Hace unos días andábamos por la isla de El Hierro buscando a una persona de 97 años que desarrolló un oficio muy peculiar. Pronto escribiré sobre él. Antes, caminando por las montañas centrales de la isla, por Timbarombo, por la Cruz del Niño, por el Bailadero de las Brujas, encontramos a un cazador de conejos.

Hurón El Hierro

-Están mal los conejos, están enfermos -nos dijo-. Tienen la mixomatosis. Los perros se los encuentran ya muertos, están secos, con unos tumores así en la cabeza. Ya no cazamos con escopeta, la dejamos hace tres años, porque hay pocos conejos.

-¿Y cómo los cazan?

El cazador llevaba, colgado del hombro, un cilindro de madera. Era curvado, de unos sesenta centímetros de largo y veinte de diámetro. Abrió la tapa y se asomó un hurón: morro negro, cara blanca con máscara marrón, ojos de sorpresa como dos canicas negras, orejitas nerviosas. El cazador lo sacó, lo agarró del cogote y me lo mostró. El hurón quedó con las patas colgando en el aire, estaba tranquilo.

-Los perros localizan al conejo. El conejo se suele esconder en la madriguera, entonces metemos al hurón y lo hacemos salir.

-¿Y lo agarra el perro?

-Eso es.

El conejo es una especie exótica, introducida por los humanos en El Hierro, así que la caza sirve para controlar la población y que no se convierta en plaga.

-Cada vez cazamos menos, no sé ni para qué venimos ya. Para pasear un poco.

Hurón El Hierro2

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Kazetari alderraia naiz
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