El misterio del hierro

La familia de Luis Padura lleva quinientos años dando martillazos y él mantiene el oficio. Trabaja en la fragua, modela el hierro y los sábados al mediodía hace exhibiciones en la ferrería de El Pobal (Muskiz). Esta vieja fábrica de piedra se construyó en el siglo XV, funcionó nada menos que hasta 1965 y ahora es una excelente muestra reconstruida de ferrería medieval (conserva el martinete, las ruedas hidráulicas y los fuelles de piedra originales).

Los sábados, durante las visitas, en El Pobal abren los tapones de los chimbos y el agua cae en cascada sobre la rueda hidráulica. La rueda empieza a girar y a mover el martinete, un martillo de tres o cuatro metros de largo con una cabeza de trescientos kilos que golpea y golpea y golpea el yunque con un estruendo terrible. Padura coge las tenazas, saca del horno un pedazo de hierro candente y lo coloca bajo el mazo, clonc, cataclonc, clonc, cataclonc, para ir moldeándolo.

En el martinete el hierro se modela de forma tosca. Luego toca llevarlo a la fragua, donde el carbón arde a 1.200 grados, con un fuego avivado por un ayudante que folla sin parar.

Padura habla maravillas del hierro: es una sustancia que en caliente se moldea con muchísima facilidad y que al enfriarse toma una gran rigidez. Se puede volver una y otra vez a su forma original. Es ideal para fabricar herramientas, armas, adornos. Y además abunda en esta zona de Vizcaya (de los cercanos montes de Triano se extraía la hematite roja, un mineral con una ley muy alta de hierro, la más alta de Europa junto con la de las hematites suecas).

Los herreros no tenían termómetro para saber cuándo el hierro alcanzaba los 1.200 grados necesarios, pero conocían con precisión de cirujano los tonos que iba tomando en el horno. Cuando pasaba del rojo cereza al naranja amarillento, era el momento ideal para trabajarlo.

Padura saca el hierro del fuego cuando adquiere ese tono exacto y hace exhibiciones asombrosas en el taller. A la velocidad de un malabarista, modela clavos, barras, espirales. Resopla el fuelle, brilla el hierro al aire, resuena el martilleo metálico sobre el yunque. Y cantan las palabras del herrero, que habla de hierro dulce, de cabezas de clavo historiadas, de la torsión del barrote salomónico.

Entonces te das cuenta de que estás viendo al abuelo de Chillida.

Le pregunté si es verdad que en casa del herrero, cuchara de palo. Que sí, me respondió: que el frutero también se come las frutas que están a punto de pasarse. Y le pregunté por la curiosa fama que tienen los herreros en muchas partes del mundo, donde forman castas un poco misteriosas, a veces marginadas. Es una historia que me he ido encontrando en varios países -aparece en El testamento del chacal. Viaje por Yibuti– y que me llamaba la atención. Padura me dijo que sí, que los herreros constituían un grupo especial que compartía los secretos del oficio, que solían heredarse de padres a hijos, que por eso a menudo tenían prohibido dejar una forja para ir a trabajar a otra, y que incluso en algunas regiones de Centroeuropa a los herreros no se les permitía salir de la ciudad. Se les tenía recelo, dice Padura, porque dominaban los secretos para transformar la materia.

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8 Comentarios Dejar comentario

  1. De prevención de riesgos laborales ni hablamos.

  2. El concepto de oficio se ha perdido, lo hemos perdido; el gremio, el orgullo de ser, … No sabes lo que me gustan estas islas que encuentras, Ander.

  3. Ander Izagirre #

    Escéptico: este hombre superó hace tiempo la expectactiva de vida de un ferrón medieval; desde entonces, está exento de medidas de prevención laboral. Otro problema es la discriminación religiosa: puedes visitar la ferrería si eres un cura o un rabino, pero no te dejan entrar si eres un imán.

    Pues sí, Sergio. Son fascinantes estas historias de gente entregada a un oficio, a una técnica, a unos saberes que se guardan como islotes… Me atraen mucho los últimos mohicanos.

  4. Ander Izagirre #

    Ostrás, acabo de darme cuenta de que en la primera foto está aplastando a ET.

  5. Ya sabía yo que no te ibas a resistir, aunque te he visto muy discreto con ese enlace al diccionario.
    Hombre interesante ese padura, para tomar con paciencia si viajas solo a la ferrería, para dejar que te cuente historias, como casi todos los maestos de algún oficio, amantes ante de este que del mundo. Todo lo que tiene colory calor de hierro «rusiente» está siempre rodeado de romanticismo, leyenda y emociones.

  6. esnabide #

    ¿de donde se surtió de material, Chillida?? ¿Tenía su propia fundición??

    Muy completo el enlace gramatical………

    • Ander Izagirre #

      Hace un tiempo, El Diario Vasco sacó un reportaje muy bueno sobre los obreros de las fundiciones en las que se hacían las obras de Chillida. Contaban cómo trabajaban, las grúas específicas que a veces se construían sólo para manejar una pieza concreta…. y una anécdota que me encantó: uno de esos trabajadores, ya jubilado, se fue con su mujer de vacaciones a Helsiniki, y al descubrir una escultura de Chillida en un parque, dijo: ¡Eh, esa la he hecho yo!

      • esnabide #

        O sea, trabajadores de la fundición, casi, casi artistas, aunque anónimos.

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Kazetari alderraia naiz
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