Cuadernos de batalla

Para los viajes siempre llevo cuadernos de espiral, de los cutres, de los de 90 céntimos, en los que puedes borronear apuntes a todo meter mientras caminas al lado de alguien o viajas a bordo de buses traqueteantes, sembrándolos de tachones y taquigrafías ilegibles. Las moleskines, tan elegantes, tan legendarias, tan cahier, tan Chatwin, me dan mucho apuro. Me han regalado algunas y me parecen fantásticas. Pero al abrirlas emanan una especie de vapor reverencial que paraliza los dedos. Da apuro mancillar con tonterías esas páginas tan moñoñas, con su alto gramaje,  su tono amarillento pergaminoso, su encuadernación tan fina. Da apuro que las líneas que escribes valgan menos que el propio cuaderno, que anda por los 15 euros. La semana pasada, Paco S. me dijo que a él también le ocurre: que tenía una moleskine desde hacía tiempo y que nunca se animaba a usarla, hasta que un día arrancó y en la primera página escribió una vulgar suma para romper el hechizo y empezar a mancharla con tranquilidad.

Algo así ha contado en San Sebastián este mediodía Miguel Sánchez-Ostiz: que lo importante es llevar el cuaderno a mano, que él siempre tiene uno abierto en la mesa donde trabaja, que da igual si el bloc es de papelería parisina o de todo a cien. Todavía ha dicho más: que a mondonguera guarra, chorizos de primera.

No está mal la frasecita -navarra, claro- pero él ha elegido otra para titular el libro que hoy presentaba: Vivir de buena gana (editorial Alberdania). Es un dietario: el poso de sus cuadernos.

La expresión «vivir de buena gana», que es de Santa Teresa de Jesús «o de Teresa de Ahumada, eso a gustos», dice Sánchez-Ostiz, «habla más de un deseo, de una intención y hasta de una carencia, que de un logro pleno. Nos gustaría vivir siempre de buena gana pero no pasamos de vivir como podemos. Sentimos que es hacia ese vivir animoso hacia donde debería ir nuestra escritura, pero no siempre va, o mejor, no siempre llega. Nos pueden los tiempos muertos o nuestros demonios, y con ellos vamos, a sus órdenes, más a su merced de lo que nos gusta admitir».

Sánchez-Ostiz escribe al paso, sobre la marcha, toma notas marginales mientras trabaja en sus novelas y sus artículos, mientras camina por el Baztán, se aburre en Pamplona o viaja por Bolivia, y en esas notas arbitrarias y volanderas aparecen impresiones, reflexiones, cabreos, alegrías, memorias, lecturas, paseos, miedos, nostalgias, encuentros, «la espuma de los días», en palabras tomadas a Boris Vian.

Qué bien escriben los que caminan, suele decir Oskar Alegría (otro andasolo que mira con las botas puestas, de aquí para allá).

Escribe bien este caminante, vaya si escribe bien, pero a veces no basta. Ha dicho hoy el editor Jorge Giménez que Sánchez-Ostiz es uno de los mejores escritores de dietarios en castellano pero que el mundillo literario español le hace el vacío. Ha dicho que los críticos y los reseñistas siguen ciertas inercias, miran siempre en la misma dirección y condenan al silencio mediático a autores como Sánchez-Ostiz, lo cual supone «una gravísima  injusticia literaria y un notable perjuicio personal». Ha dicho, también, que ignora las razones por las que ocurre esto. Sánchez-Ostiz no ha dicho nada sobre el asunto.

Pero cualquiera que lea su blog durante un par de semanas adivinará pronto las razones de esta marginación. Sánchez-Ostiz es un insumiso. Manda al carajo los banderines de enganche en los que le convendría alistarse para sacar tajada. Y escribe caliente: se sulfura con los chalaneos, las imposturas, los abusos de poder, los politiqueos, los oportunismos, de vez en cuando tira de la manta y pone al descubierto alguna tartufada gloriosa, que acaba produciendo carcajadas (y un morbo de la leche: si empezara a cotillear con los números de circo que ha conocido de cerca, se haría de oro, follón va follón viene). Se podría replicar que ir tan contracorriente es otra manera de ir a corriente: pues entonces este hombre es un manta haciendo cálculos, porque la rebeldía le está saliendo bastante cara. Si fuera más listo, si escribiera lo que dicen que hay que escribir, andaría en el cogollico todo el día.

A estas alturas tampoco importa tanto lo que digan o dejen de decir ciertos cenáculos (nunca mejor dicho) culturales. Tenemos blogs, por ejemplo. Sánchez-Ostiz lleva 25 años escribiendo dietarios y desde hace dos lo hace a la vista en su bitácora, que también se llama Vivir de buena gana. Allí escribe, ha dicho hoy, para comparecer: yo soy éste, el que aquí se muestra, no la persona sobre la que caen algunas leyendas: «Hay que ver qué cosas dice de ti gente que no sabría reconocerte ni en una rueda de presos». También escribe en el blog porque ese ejercicio público le sacude la pereza de los años, le impide tirar la toalla, desertar. Y por el gozo de estar en trato directo con los lectores.

Y, qué narices, porque también quiere contagiar la alegría de vivir, el picor viajero, la curiosidad. Cuando llueve a mares en el Baztán, anochece a las cinco y suenan campanas de muerto, se le aprieta el culo. Entonces escribe de un lóbrego que encoge -«es más tarde de lo que crees«-. Pero cuando hace la maleta y se marcha varios meses a Bolivia -adonde vuelve y vuelve y vuelve, para intentar entender algo de ese complicadísimo y apasionante país en ebullición-, se le abre… el cejo, se le abre el cejo, la actitud, el entusiasmo, las ganas de cruzarse con gente, las conversaciones luminosas y esos fragmentos emocionantes de amistad honda y radical.

De Sánchez-Ostiz han escrito que «conoce los cerros de Úbeda palmo a palmo». Y los cerdos de Úbeda, que decía el otro. Chorizo de primera, en cualquier caso.

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12 Comentarios Dejar comentario

  1. Yo desde hace unos meses he vuelto al cuadernillo para apuntar ideas y textículos, aunque no lo saco de casa. Tiene la ventaja de que puedes escribir un texto, y de repente hacer un gráfico o un dibujillo mientras piensas un poco. También tiene otra cosa buena, y es que te obliga a pensar un poco antes de apoyar el boli sobre la hoja, porque las capacidades de edición son bastante limitadas si lo comparamos con el ordenador.

    Yo he llegado a escuchar «se va por los perros de Úbeda», cosa que no tiene sentido, ni módulo ni dirección.

  2. Me he sentido muy identificado con lo de la Moleskine, me regalaron una hace más de dos años y durante un tiempo la llevé siempre en la mochila, pero terminaba escribiendo en un cuaderno cutre. Ahora la tengo en un cajón de casa, esperando a que mis notas sean dignas de tan insigne libreta.

  3. Ander Izagirre #

    ¿Es que nadie escribe entonces en moleskines? Venga, salid del armario. Pues mirad, las notas que yo tomé ayer en la rueda de prensa de Sánchez-Ostiz las tomé, sí, en una moleskine. Casi la escondo en un bolsillo, apurado, cuando oí que Miguel decía aquello de que no hace falta escribir en fantásticas moleskines de viajero. Él también lleva una, me parece.

    • Nick #

      Está bien, salgo del amario. Es que soy un débil consumista de productos «alternativos y guays», y confieso que me dejé seducir por un Moleskin hace años, que todavía contiene mis comentarios más personales.
      Puede ser que se trata de un especie de «efecto Moleskin», pero la verdad es que me da la impresión que cuando intentas describir en palabras ideas y sensaciones que no se pueden describir, tus palabras «mueren» en la página, para que te des cuenta que lo que intentas es imposible. ¿ Alguien entiende eso ?
      O es que, por mucho Moleskin, soy un inútil redactando mis sentimientos.

    • Bea #

      Ahora mismo, más de la mitad de los alumnos de primero de Fcom, je, que además están hoy triscando por el monte.
      Creo que ya me voy a rendir y en vez de dar clase les diré que lean este blog. Se iban a reír muchísimo más.
      Propongo merchandising con la mondonguera.

      • Ander Izagirre #

        Qué bien que trisquen por el monte, ¿no? ¿Y eso?

        • Bea #

          Es que somos anderistas y hacemos periodismo con botas, je, je…
          Los hemos mandado a hacer una crónica montañera. También podían ordeñar una vaca. Hacía tiempo que no tenía tantas ganas de corregir, fíjate.

  4. ¡Cuánto daño ha hecho el Sr. Jones (padre)!

    PD: Recordar «Indiana Jones y la última cruzada».

    • Cuánta razón tienes, qué daño hizo. Durante años he imitado -con pésimos resultados- el estilo de papá Connery. Pegando fotografías con celo añejo, garabateando en latín, dejando reposar la taza de café encima para engrosar la textura…

      P.D.: Yo tampoco me atrevo a mancillar un Moleskine de 2.500 pesetas, pero si llego a tiempo le mandaré a Ander por su cumpleaños uno de Nintendo Wii -promocional, claro está- pero igual de místico.

  5. Fernando #

    ¡Qué susto! Creía que lo había perdido. Mi cuaderno de notas comprado en la Fundación Miró hace…unos diez años. Con su goma de cierre y todo. Y su portada y contraportada mironianas. Una maravilla.

    He gastado y gasto blocs pequeños, de espiral, con el bolígrafo retráctil encajado de través en la espiral. Jamás salgo de casa sin su compañia. Anotaciones, direcciones, agenda,…y sin necesidad de bateria ni pilas.

    Vuelvo a a guardar mi joya/cuaderno Miró. En su cajón. En su lugar de siempre. Espero volver a asustarme sin motivo dentro de unos años.

    Y acabo porque me voy a la calle. Con mi bloc de espiral, por supuesto.

  6. Miguel Sánchez-Ostiz #

    Te diré lo que me dijo Juan Perucho hace muchos años: «me ves como me gustaría ser más que como soy». Ah, y mi moleskine, como la de los personajes de mis noveles, es de marca Descouilles, de mucho mejor calidad que las otras. Prestigio total. Un abrazo agradecido, Miguel

  7. Ander #

    Oye, ¿y qué os parece la frasecita? Yo estoy por ponerla en mi escudo nobiliario o tallarla en el arco de entrada de mi palacio: «A mondonguera guarra, chorizos de primera».

3 Trackbacks

  • Ander Izagirre - Cuadernos de batalla. Mejor los de espiral, que a mondonguera guarra, chorizos de primera: http://bit.ly/gOkCOg
  • Ander Izagirre - Cuadernos de batalla: Para los viajes siempre llevo cuadernos de espiral, de los cutres, de los de 90 céntimos, ...…
  • Mikel Iturria - Autobusean irakurri ditut lerro bizigarri hauek. Eskerrik asko, @anderiza and @msoztiz "Cuadernos de batalla". http://bit.ly/f053X1

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Escribo con los veinte dedos.
Kazetari alderraia naiz
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