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¿Y ahora qué?

Foto de Marco Bellucci
Foto de Marco Bellucci

Ayer por la tarde le asesté un golpe mortal a este blog. Fue algo sin premeditación, sin cálculos fríos. Sucedió de manera espontánea. De haberlo sabido, quizás lo hubiera podido evitar. Qué se yo. Pero ahora el mal ya está hecho y hay que pechar con ello.

¿Qué fue lo que hice? Pues ni más ni menos que secar una de las fuentes de inspiración de estas «Anacrónicas», frenar el soplo que infundía vida a muchos de sus textos, contener su savia, cercenar su musa, derribar uno de sus pilares. Me compré el iPad.

Durante semanas, la ilusión de adquirirlo, las ansias de lograrlo, ese anhelo, delirio incluso… había cebado mi creatividad. Todo eso ha desvanecido y quedo abandonado a mi suerte. ¿De qué escribiré a partir de ahora? Tal vez, en un arrebato de desesperación, me dedique a observar el vuelo de las aves, o a estudiar los comportamientos de las colonias de hormigas rojas. Quizás así encuentre nuevas inspiraciones. De lo contrario, tendré que esperar a que el capitalismo consumista vuelva a enardecerme.

Diez cosas que extraño de la era pre-Internet

Foto de Marc_Smith

Foto de Marc_Smith

No quiero enrollarme con un párrafo introductorio diciendo lo importante que es Internet para nuestras vidas porque, a estas alturas del partido, ya lo sabemos todos. Pero de lo que quizás no seamos tan conscientes es de las cosas que hemos perdido con la llegada de la red. Estas son algunas de las que más echo de menos:

1. Perder el tiempo de una forma más creativa: antes, había que darle un poco a la cabeza para perder el tiempo de una forma digna y divertida. Ahora, con Internet, perder el tiempo está al alcance de cualquiera: basta con registrarse en Facebook y jugar Farmville.

2. Jugar al trivial sin que te hagan trampas: antes podías plantear preguntas y acertijos a la gente sabiendo que ponías a prueba su conocimiento. Ahora, lo único que pones a prueba es su capacidad para hacer búsquedas boleanas en Google.

3. Pensar que puedes tener ideas únicas: Antes uno podía tener ideas y pensar que era originales y que a nadie más se le habían ocurrido; hoy, una simple búsqueda en Google te demuestra que hay 10.852 personas a las que se les ocurrió lo mismo.

4. Ir de tiendas: antes uno podía ir a las tiendas y disfrutar la experiencia sabiendo que no habia otra forma de hacerlo; hoy, con las compras por Internet, ir a un comercio físico le hace sentir a uno ineficiente.

5. Hacer el payaso en una fiesta sin miedo a aparecer luego en Youtube o Facebook: Antes uno podía emborracharse con paz porque todo quedaba ahí; hoy, todos son paparazzi y, en un descuido, tu foto comprometedora puede ser contemplada por millones de personas.

6. Plagiar textos sin que te descubran: antes uno podía fusilar un texto sin miedo a que le pillaran; hoy, una simple búsqueda te pone en evidencia. (esto es sarcástico, por si alguno lo malinterpreta)

7. Disfrutar de las vacaciones sin el estrés de tener que sacar fotos y grabar vídeos a huevo para luego tener algo que subir a Youtube o Facebook.

8. Poder ser periodista en paz, sin que te recuerden todos los días que los periódicos se van a morir (porque, por culpa de Internet, no hay forma de encontrar un modelo de negocio viable) y que cualquier ciudadano puede ser periodista.

9. Solicitar un trabajo sin miedo a que el empleador te saque todos los trapos sucios en la entrevista y se conozca hasta tu marca de calzoncillos.

10. No tener que dedicar tiempo a pensar en listas como ésta para escribir entradas en un blog.

¿Se te ocurren algunas más?

El nuevo iPod Touch, el arma perfecta del periodista «serie B»


Apple acaba de presentar su nueva versión del iPod Touch. Por sus características y funciones, muchos lo describen como un iPhone sin teléfono. Yo lo veo como la herramienta perfecta del periodista móvil de «serie B». Con este término, que no es despectivo, me refiero al joven periodista móvil que carece de presupuesto (como para comprar una cámara de vídeo, una cámara de fotos, una grabadora de sonido, un ordenador portátil, una editora de vídeo, una editora de sonido, un plan telefónico mensual con acceso a datos), pero que tiene grandes historias que contar y creatividad para usar la tecnología.

El modelo más básico cuesta 229 dólares en Estados Unidos, quizás un gran desembolso para algunos, pero barato si consideramos que en ese dispositivo de menos de 12 centímetros de alto por 6 de ancho, y 100 gramos de peso, está todo lo necesario para hacer una cobertura periodística. Todavía recuerdo las clases de radio en la universidad, en las que cargábamos pesadas máquinas de escribir, la radio, una grabadora, una pila de periódicos. Ahora, sería muy distinto. Veamos:

1. La cámara de 5 megapixeles que incluye permite captar fotos y grabar vídeo, que luego se pueden editar con las distintas aplicaciones disponibles, como el iMovie para iPhone. Incluso se pueden hacer conexiones televisivas en vivo con apps como UStream o Qik.

2. El micrófono permite grabar entrevistas y luego editarlas en aplicaciones de edición de sonido como VC Audio Pro.

3. Conectado al teclado inalámbrico de Apple, el dispositivo se convierte en un ordenador con procesador de texto para escribir textos largos, que luego se pueden enviar a la redacción por correo electrónico o publicar directamente en un blog utilizando las aplicaciones de WordPress, Tumblr, o cualquier otro CMS.

4. La conexión Wi-Fi permite acceder a Internet en cualquier hotspot (una buena excusa también para tomarse un café en Starbucks), o sea, acceder a bases de datos, sitios de Internet, medios de comunicación, cadenas de radio, Twitter, Facebook y otras fuentes de información.

5. Si además tenemos Skype instalado, podemos comunicarnos telefónicamente o por chat con nuestras fuentes, con la redacción.

Los teléfonos inteligentes del futuro

En unos años, los teléfonos serán tan inteligentes que utilizarán a los humanos para comunicarse entre ellos.

PD: La tira cómica es del maestro Javier Muñoz.

El iPad, ¿por qué es revolucionario?

Ahora veo muy claramente por qué el iPad es un aparato tan revolucionario.

Cómo quisiera poder vivir sin iPad

(Foto de Josh Liba)

Han pasado ya más de tres días desde que se puso a la venta el objeto más deseado del planeta y todavía no lo tengo. Apenas 24 horas después del lanzamiento del iPad hice saber al mundo, a través de Facebook, sobre mi particular calvario: «Primer día completo sin el iPad», fue mi escueto y agónico mensaje. De inmediato recibí una avalancha de muestras de afecto y simpatía de amigos que se solidarizaban conmigo por semejante alarde de sacrificio y abnegación. Qué angustia. Pero para eso están los amigos, incluso los de Facebook.

A día de hoy, sigo teniendo pesadillas por no poder magrear los lomos plateados de esa tableta mágica y sobar con las yemas de los dedos su lustrosa pantalla. Me consume  la envidia solo de pensar en los que hicieron dos días de fila, a la intemperie, bajo el frío nocturno de Manhattan, viendo pasar las horas, aburridos, sentados en sillas de playa, para luego salir victoriosos de la Apple Store con un iPad entre las manos, jaleados por un ejército de vendedores vestidos de azul, y deslumbrados por los flashes de cientos de periodistas y curiosos.

Yo sin embargo, soy uno de los 6.809.000.000 desgraciados que, casi con toda seguridad, no se comprarán el iPad éste año. Un hecho lacerante, teniendo en cuenta lo revoucionario que va a ser el aparato. Siento congoja de no poder participar de un momento tan clave para la historia. Habrá un antes y un después (por cierto, nunca he entendido esa frase. Siempre hay un antes y un después de cualquier cosa) Siento que se me escapa de las manos una oportunidad única de ser alguien en la vida. No sé si se vuelva a presentar otra ocasión de este vuelo.

Por ahora me conformo con atesorar y rememorar una y otra vez el momento en que pisé la Apple Store el sábado y, tras sortear un enjambre de iPadictos, tuve el privilegio de paladear por un instante las mieles del iPad. Mientras escribo esto no me puedo quitar de la cabeza el zumbido de esta canción de Maná:

Cómo quisiera poder vivir sin iPad
Como quisiera poder vivir sin Apple
Me encantaría quererte un poco menos
Como quisiera poder vivir sin ti.

Paradoja tecnológica

Acaban de instalar un ultramoderno sistema de barrera en el parking de mi trabajo. Sin embargo, a mí me parece una tecnología bastante rudimentario porque ahora funciona a mano.

¿Merecen mejor sueldo los periodistas?

¿Periodismo en el Mar Muerto, o periodismo la mar de muerto? La foto es de Inju

Un artículo de opinión del analista y profesor de economía de los medios Robert G. Picard responde a la pregunta del título con bastante crudeza. He seleccionado algunos párrafos que no tienen desperdicio y pueden servir de punto de partida para un debate.

«Los periodistas se merecen un sueldo bajo. Los salarios son una compensación por crear valor, y los periodistas hoy día no crean mucho valor. Hasta que asuman esto, ni los blogs, ni Twitter ni los micropagos van a resolver sus fracasados modelos de negocios».

«En el pasado, la dificultad y los costos de operación, publicación y distribución limitaban drásticamente el número de proveedores de contenido. Esta escasez aumentó el valor económico del contenido. Ese valor agregado ha desaparecido hoy debido a la amplia variedad de fuentes de noticias e información que existen».

«Los periodistas no tienen una base de conocimiento especial como pueden tener los profesores o los electricistas. Por tanto, el principal valor económico del periodismo no deriva de su propio conocimiento, sino de la distribución del conocimiento de otros. En este proceso, son tres las funciones y habilidades que históricamente han creado valor económico: el acceso a las fuentes, la evaluación de la importancia de la información y su transmisión de manera eficaz».

«Hoy, cualquier persona común puede observar e informar de las noticias, reunir el conocimiento de los expertos, determinar su importancia, añadir imágenes y sonidos y publicar ese contenido con facilidad. Y todo ello gratis. Hasta que los periodistas puedan redefinir el valor de su trabajo por encima de este nivel, merecen un bajo salario».

«Para que un trabajo esté bien remunerado, los empleados deben poseer alguna habilidad o conocimiento únicos (…) Lamentablemente, el trabajo periodístico se ha convertido en un ‘commodity’. La mayoría de los periodistas comparten las mismas habilidades y los mismos enfoques de las historias, buscan las mismas fuentes, se hacen las mismas preguntas y producen historias muy similares».

«La mayoría (de los periodistas) cree que lo que hacen es tan intrínsecamente bueno que debe compensárseles por ello aunque no produzca ingreso».

«Si se quiere crear valor, los periodistas no pueden seguir informando de la forma tradicional o simplemente informando de las noticias que han aparecido en otra parte. Deben añadir algo nuevo que cree ese valor».

Guerras digitales

FOTO DE JAYEL AHERAM
FOTO DE JAYEL AHERAM

El factor tecnológico tiene cada vez más impacto en las guerras. Por eso, pienso cómo sería una guerra digital e imagino a Atila, el rey de los Hunos, bombardeado por un escuadrón de Zeros.

Jibarizador de urls

Imagino que, como a mí, os desesperan esas urls tan largas que se estilan hoy día. Son tan kilométricas que compartirlas a través del correo electrónico es todo un desafío incluso para el «copia y pega». Se te enredan como lianas y al final la persona que las recibe no puede encontrar la página porque a la url le falta un fragmento. Por eso me parece genial Tinyurl, una web que te permite reducir estas direcciones a la mínima expresión. Un ejemplo de la jibarización:

http://www.rei.com/product/714376?preferredSku=7143760010&cm_mmc=cse_froogle-_-datafeed-_-product-_-7143760010&mr:trackingCode=FF87E42B-D272-DD11-873B-0019B9C043EB&mr:referralID=NA

Después de pasarla por TinyURL se convierte en:

http://tinyurl.com/5bzl4j