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Ser piente y morir en el intento

(El señor de Alicante tendría que aprender de este señor de Kerala. Foto de Dhruvaraj)

Cuando uno va al baño por la noche puede ocurrir cualquier cosa, como le sucedió a un señor de Alicante, que se encontró con una pitón de metro y medio dentro del retrete.

«Juan Ochoa, el pasado sábado a medianoche se dirigió a su cuarto de baño para miccionar y, sin encender la luz, al destapar el inodoro se percató de que había algo dentro«. Primer error: ¿por qué el señor Ochoa no encendió la luz?. A oscuras y en plena noche se corren riesgos innecesarios. Puede haber alguien emboscado detrás de la puerta, se puede tropezar con el bidet y abrirse la cabeza o, como en este caso, encontrarse con una serpiente. Además, aumentan los riesgos de errar el blanco con la consiguiente molestia de tener que limpiar después el salpicón (qué rico el salpicón de mariscos).

Y segundo error: a la medianoche, con sueño, y a oscuras no se micciona. Eso es muy complicado. Uno se tiene que limitar a mear y punto, sin florituras innecesarias. Luego claro, aparece una serpiente y le sorprende a uno por estar concentrado en miccionar.

«Me encontré algo raro, pensé que era el mango de un paraguas y, cuando encendí la luz, vi una cabeza de serpiente más grande que mi pulgar y me asusté», dijo el protagonista de la historia a EFE. Es digna de encomio la frialdad que tuvo el señor Ochoa para comparar las dimensiones del cráneo del ofidio con las de su pulgar. Supo reprimir el miedo inicial para poner su falange en paralelo con la testa de la serpiente y calibrar el tamaño. Fue al constatar la desigualdad de condiciones cuando entró en pánico.

«Rápidamente, telefoneó a la policía y cerró la puerta del aseo porque se dio cuenta de que el reptil ‘estaba intentando salir del servicio», continúa la noticia de agencia. Esto demuestra que la que en realidad estaba asustada era la serpiente. Aunque su cabeza era mayor que el pulgar del señor, el reptil estaba aterrorizado. Imploraba salir del cuarto de baño, pero el señor se lo impedía. Qué crueldad.

«Una vez que llegó la policía local, los agentes utilizaron un machete que habitualmente utiliza para cortar carne para, atado al palo de una escoba con cinta adhesiva, matar a la pitón». Esta parte es la que me asusta a mí. Por lo visto, la policía local de Alicante utiliza habitualmente machetes para cortar carne… ¿carne humana? ¿en lugar de poner multas cercenan los miembros de los infractores? ¿o utilizan esos machetes para cortar el tráfico? También se deduce que McGyver dio entrenamiento a la policía alicantina, que amarró el machete a una escoba en un derroche de creatividad. Mientras la pitón, lo único  que quería era salir pitando, sin éxito.

La noticia prosigue: «Este vecino cree que la serpiente no pudo entrar desde la calle sino que llegó a su baño a través del desagüe ya que la serpiente estaba dentro del váter con la tapa cerrada». Aquí claramente el señor subestima a la serpiente. Primero, el ofidio podía tener la llave de la casa. Y segundo, pudo levantar la tapa del retrete, como cualquier serpiente bien educada.

El caso es que al final, la que pagó el pato fue la pobre pitón, que no sólo no pudo hacer sus necesidades en paz sino que además terminó seccionada.

PD: Gracias Toni por enviarme la noticia. Esto de serpientes y desagües me recuerda a otro post que escribí hace tiempo.

La "Serpiente"


Me cuenta H. que la señora que le fue a limpiar la casa el otro día parecía más un bulldozer que una chacha de las de antaño. Los chandríos que me relató fueron innumerables; que si le rompió los grifos del fregadero, que si de un escobazo le destrozó un par de rodapiés… eso sí, la casa resplandecía como el sol.

Pero la mejor fue de la que se enteró al día siguiente, cuando fue a tirar de la cadena del baño del segundo piso y se inundó la planta baja.

Enseguida tuvo que llamar al fontanero. De la pasta que cobraba, prefirió el ofuscado amigo darse a la aventura de intentar desatascar el asunto él mismo. Fue a una ferretería y el dependiente le presentó la última maravilla. La «Serpiente» se llamaba el bicho: un artilugio capaz de estirarse 15 metros y que una vez dentro de la tubería se pone a girar endiabladamente, destrozando lo que encuentra a su paso.

Así, con el animal cibernético, se fue el amigo a su casa todo ufano. Se puso el mono de trabajo, desmontó la taza y, «Serpiente» en ristre, empezó a hurgar en la cañería. El ofidio mecánico penetró sin problemas hasta donde le dio su longitud, pero el tapón al parecer no estaba ahí.

H. salió a la calle y repitió la operación desde el otro extremo de la cañería. Esta vez sí, el reptil de las cloacas empezó a encontrar resistencia, y después de unos minutos, salió de nuevo a la superficie con un enorme trapo enredado en su cuerpo. Parece que a la muchacha no se le había ocurrido mejor lugar donde tirarlo que taza abajo. H. acabó exhausto, lleno de excrementos, y duchándose en unas piscinas públicas para no apestar su casa. Pero la «Serpiente» cumplió.