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El iPad mató las revistas

Foto de Eric Drooker
Foto de Eric Drooker

Se termina el año y quién más quién menos (ya no sé si «quién» se debería acentuar o no, con estos cambios ortográficos) hace sus balances de lo que nos ha dejado el 2010. En nuestra profesión, el periodismo, el balance de este año tiene tintes casi apocalípticos. Han pasado muchas cosas que han sacudido los cimientos de este oficio. Creo que habrá un antes y un después de 2010. La explosión de las redes sociales y el llamado periodismo ciudadano, el fenómeno Wikileaks y las tabletas digitales, con el iPad a la cabeza, están transformando el concepto y el modelo de negocio de los medios.

En esta entrada me quiero concentrar en en el iPad porque cabo de tener una epifanía, y es que este dispositivo ha matado las revistas (todavía no me pronuncio sobre los diarios a la espera de lo que anuncien Murdoch y Steve Jobs en unos días con The Daily). Porque, ¿qué es una revista? Mi idea de revista hasta la fecha era: una publicación periódica (semanal, quincenal, mensual), enfocada en un tema, impresa a color y en papel de mayor calidad, y portátil.

Ahora, con las tabletas digitales, el papel de más calidad se borra de la ecuación: es una pantalla de alta resolución. El color ya no es patrimonio exclusivo de las revistas: todas las apps de diarios son en color, con fotografías y vídeos de alta calidad. La periodicidad se diluye ya que el contenido se puede actualizar en cualquier momento; basta con estar conectado a una red inalámbrica o de telefonía móvil. Y la portabilidad también la ha conquistado el iPad. Sólo nos queda el enfoque en un tema, pero este punto también lo comparten con los blogs. ¿Qué será entonces la revista en la era iPad, a medida que el papel pierde papel? ¿Cuáles serán sus señas de identidad? ¿Se quedará en un vestigio del pasado? Cuando leo información en el iPad, se difumina la división entre revista y diario: no siento una gran diferencia entre leer The Economist, Wired o El País y El Norte. Con la «appización» del periodismo, parece que el concepto de revista tiene las horas contadas.

¿Y ahora qué?

Foto de Marco Bellucci
Foto de Marco Bellucci

Ayer por la tarde le asesté un golpe mortal a este blog. Fue algo sin premeditación, sin cálculos fríos. Sucedió de manera espontánea. De haberlo sabido, quizás lo hubiera podido evitar. Qué se yo. Pero ahora el mal ya está hecho y hay que pechar con ello.

¿Qué fue lo que hice? Pues ni más ni menos que secar una de las fuentes de inspiración de estas «Anacrónicas», frenar el soplo que infundía vida a muchos de sus textos, contener su savia, cercenar su musa, derribar uno de sus pilares. Me compré el iPad.

Durante semanas, la ilusión de adquirirlo, las ansias de lograrlo, ese anhelo, delirio incluso… había cebado mi creatividad. Todo eso ha desvanecido y quedo abandonado a mi suerte. ¿De qué escribiré a partir de ahora? Tal vez, en un arrebato de desesperación, me dedique a observar el vuelo de las aves, o a estudiar los comportamientos de las colonias de hormigas rojas. Quizás así encuentre nuevas inspiraciones. De lo contrario, tendré que esperar a que el capitalismo consumista vuelva a enardecerme.

El iPad, ¿por qué es revolucionario?

Ahora veo muy claramente por qué el iPad es un aparato tan revolucionario.

Cómo quisiera poder vivir sin iPad

(Foto de Josh Liba)

Han pasado ya más de tres días desde que se puso a la venta el objeto más deseado del planeta y todavía no lo tengo. Apenas 24 horas después del lanzamiento del iPad hice saber al mundo, a través de Facebook, sobre mi particular calvario: «Primer día completo sin el iPad», fue mi escueto y agónico mensaje. De inmediato recibí una avalancha de muestras de afecto y simpatía de amigos que se solidarizaban conmigo por semejante alarde de sacrificio y abnegación. Qué angustia. Pero para eso están los amigos, incluso los de Facebook.

A día de hoy, sigo teniendo pesadillas por no poder magrear los lomos plateados de esa tableta mágica y sobar con las yemas de los dedos su lustrosa pantalla. Me consume  la envidia solo de pensar en los que hicieron dos días de fila, a la intemperie, bajo el frío nocturno de Manhattan, viendo pasar las horas, aburridos, sentados en sillas de playa, para luego salir victoriosos de la Apple Store con un iPad entre las manos, jaleados por un ejército de vendedores vestidos de azul, y deslumbrados por los flashes de cientos de periodistas y curiosos.

Yo sin embargo, soy uno de los 6.809.000.000 desgraciados que, casi con toda seguridad, no se comprarán el iPad éste año. Un hecho lacerante, teniendo en cuenta lo revoucionario que va a ser el aparato. Siento congoja de no poder participar de un momento tan clave para la historia. Habrá un antes y un después (por cierto, nunca he entendido esa frase. Siempre hay un antes y un después de cualquier cosa) Siento que se me escapa de las manos una oportunidad única de ser alguien en la vida. No sé si se vuelva a presentar otra ocasión de este vuelo.

Por ahora me conformo con atesorar y rememorar una y otra vez el momento en que pisé la Apple Store el sábado y, tras sortear un enjambre de iPadictos, tuve el privilegio de paladear por un instante las mieles del iPad. Mientras escribo esto no me puedo quitar de la cabeza el zumbido de esta canción de Maná:

Cómo quisiera poder vivir sin iPad
Como quisiera poder vivir sin Apple
Me encantaría quererte un poco menos
Como quisiera poder vivir sin ti.

Lo mejor que he leído sobre el iPad

Es sábado de madrugada. Hoy sale a la venta el iPad. Ya me iba a la cama cuando reparé en el Time de esta semana, que llegó hoy en el correo. Estaba semi-tapado, sobre la mesa de la cocina. Acierto a atisbar el rostro de Steve Jobs en la portada. Me atrae como un imán. Cómo no, el tema es el iPad.

Me engancho con el artículo de Stephen Fry al respecto. Lo devoro. Me quedo con un dato curioso: Fry y Douglas Adams, el autor de «La guía del autoestopista galáctico«, fueron las dos primeras personas en Gran Bretaña en tener un Mac en 1984, y se juntaban para pasarse programas y diseñar iconos. El final del artículo me conmueve. Es, quizás, lo mejor que he leído hasta la fecha sobre el iPad. Lo transcribo traducido:

«Es posible que la gente no caiga sobre el iPad como yo, como un león sobre un antílope. Quizás les parezcan demasiado caros las aplicaciones y los iBooks. Tal vez esperarán a próximos modelos con más prestaciones. Pero para mí, mi iPad es como un fusil para un defensor de las armas: la única forma de quitármelo es arrancándolo de mis manos frías, muertas. Me viene a la cabeza una nota melancólica mientras mis dedos se deslizan sobre la superficie de este objeto asombroso: Douglas Adams no vive para ver lo más parecido a su Guía del Autoestopista que jamás haya hecho un ser humano».

La gran «iPadtunidad»

(Foto de Jesús Belzunce)

Hace unas semanas escribí un post muy optimista sobre el iPad. En la víspera de su lanzamiento, voy aún más allá y digo que el nuevo aparato de Apple es la gran oportunidad de que el periodismo impreso dé el gran salto que nadie se atreve a dar: dejar el papel y ser totalmente digital.

Me hago la pregunta. ¿Qué es el periodismo? Y la respondo con poca ortodoxia. Periodismo es el arte de informar contando historias reales con una periodicidad, ya sea instantánea, segundaria, horaria, diaria, semanal, mensual, trimestral… En la definición, no aparece por ninguna parte la palabra papel.

El papel y la imprenta fueron tecnologías ultra-avanzadas en su día, y durante siglos, los instrumentos ideales para transmitir y comunicar ese periodismo. Pero la realidad ha cambiado. El desarrollo de los soportes digitales ha llegado a un punto en el que el papel ha dejado de ser ese vehículo idóneo. Hay formas mejores de contar una historia aprovechando las posibilidades multimedia. Las preguntas del qué, quién, cuándo, cómo y dónde se pueden responder mejor desde la multidimensionalidad digital que desde la lisura del papel.

El surgimiento del iPad, y todos los sucedáneos que vengan, es el tiro de gracia en el corazón de la celulosa. Se abre la gran oportunidad de que la narrativa periodística se beneficie plenamente de las características del mundo digital, y en un soporte tan portátil que hasta podemos usarlo en el baño (para leer, claro. En lo otro, el papel del periódico siempre será imbatible).

Una de las interrogantes de moda en los últimos tiempos ha sido cómo crear un modelo de negocio que sostenga los medios impresos tras el desmoronamiento del modelo publicitario. La respuesta empieza por «i» y termina en «Pad». Algunos ya han anunciado que empezarán a cobrar por sus contenidos, aprovechando la coyuntura que les brinda Apple. Ya era hora. El iPad es la excusa que quizás necesitaban los medios para enmendar uno de sus grandes errores al saltar a Internet: el ofrecer todo gratis. Me parece que cobrar es la única forma de garantizar un periodismo de calidad que nos permita ser ciudadanos mejor informados. Es también la única manera de valorar una profesión que, aunque hoy minusvalorada,   es clave para el ejercicio de la democracia. La nueva plataforma será ideal para hacerlo.

Se acabó la guerra. iPad.

Por qué el iPad será un éxito

Hammurabi Code

Han pasado varios días desde que Steve Jobs presentó su iPad y todavía no he escrito nada al respecto. Quizá sea demasiado tarde y ya se haya dicho todo lo que se tenía que decir sobre el nuevo aparato. Por si acaso, había optado por no leer nada de lo que se ha publicado después para que, si en algún momento se me ocurría escribir, pudiera hacerlo con total libertad, sin ser esclavo de pensamientos ajenos.

En mi caso, llevaba casi 20 años esperando la reencarnación de la Newton. Leí todos los rumores que fueron surgiendo en los dos últimos años con la esperanza de que finalmente alguno se hiciera realidad, como quien tamiza las arenas auríferas en busca de la pepita de oro. Creo que por este exceso de expectativas, el iPad me decepcionó. Al menos inicialmente. No tenía las dos cámaras de vídeo que me habían vendido los rumorólogos, ni tampoco un interface futurista capaz de sustituir al teclado; todo lo que me pareció ver fue un iPod Touch transgénico, con gigantismo. Después de reposar un poco las ideas, estoy convencido de que el iPad será el principio de una revolución exitosa. ¿Por qué?

1. Porque hay varias industrias que estaban buscando una tabla (en este caso tableta) de salvación para salir a flote, como las editoriales de libros o los periódicos. Para ambos, el iPad será una oportunidad de generar dinero con sus contenidos.

2. Porque modifica la noción de lo que es un libro, o más bien la depura. Un libro deja ya de ser un bloque de papel con tapas para ser conocimiento digitalizado, fácilmente accesible y legible en un aparato. Aunque el Kindle ya había iniciado esta revolución, el mojo de Apple es lo que hacía falta para darle el impulso que necesitaba.

3. Porque termina de enterrar el concepto tradicional de lo que es la televisión como la conocíamos. Si el TiVo empezó a resquebrajar ese modelo de programación en el que la cadena imponía los horarios y los anuncios, el iPad terminará esa faena. Los canales tendrán que pensar en otros modelos de distribución de contenido porque las parrillas de programación no funcionan, y el iPad parece un vehículo ideal.

3. Porque cambiará la forma en que se diseñan los sitios de Internet. Hasta ahora, los diseñadores aprovechaban los tamaños de pantalla cada vez más grandes para hacer sitios de Internet cada vez más difíciles de navegar. En lugar de mejorar la usabilidad de los sitios, se habían páginas llamativas, como si todo se redujera a un alarde de conocimientos de Flash. La llegada del iPhone provocó un cambio en la manera de diseñar la experiencia de un sitio de Internet, hasta el punto de que, a pesar de su tamaño, es más fácil navegar en un iPhone que en un ordenador de escritorio. Ahora, con una pantalla mayor, será una experiencia celestial.

4. Porque obligará a mejorar los interfaces para introducir información en los dispositivos electrónicos. Una de las críticas que se le han hecho al iPad es que mantiene el teclado virtual, difícil de usar para la mayoría de la gente. Conociendo a Apple, esto no es más que una transición hacia una forma revolucionaria de interactuar con las computadoras: ¿será el lenguaje natural el futuro de los interfaces? No lo sé, pero seguramente que las críticas serán un acicate para Apple y que el iPad estará en esa vanguardia.

5. Porque acabará con los problemas de espalda de muchos estudiantes en todo el mundo, que ya no tendrán que cargar con pesadísimas mochilas, sino que todo su material de aprendizaje estará en esa tabletita. Además, y esto es aún más grande que acabar con las lumbalgias, el iPad tiene el potencial de transformar radicalmente la transmisión del conocimiento, hasta hacerlo accesible a lugares donde hasta ahora no llegaba. El iPad tiene el potencial de ser un instrumento de revolución educativa mundial, con el que los niños de países en desarrollo podrán tener acceso al mismo conocimiento que las elites de Harvard.

Cuando veo el iPad, no puedo evitar pensar en las tablillas donde, 18 siglos antes de Cristo, se escribió el Código de Hammurabi, uno de los primeros documentos legales escritos de que se tiene registro. Seguramente alguno pensó entonces que aquellas tablillas con escritura cuneiforme eran una estupidez.