Archivos por etiqueta: blogs

Periodismo con botas

El inconmensurable (cómo me gusta ese adjetivo) Ander Izagirre acaba de relanzar su blog. Vespaña dio paso a A topa tolondro 1, y luego a A topa tolondro 2. Como el nombre era muy difícil y atolondrado, ahora se llama Periodismo con botas. Mi pregunta es: lo de con botas, ¿se refiere al calzado, porque a partir de ahora va a escribir con los pies? ¿o es que va a utilizar botas de vino para inspirar su creación literaria y periodística? ¿o va a empezar a escribir sobre gastronomía y de ahí lo de con botas (con bota de manzana, con bota de pera)? ¿O lo va a escribir conjuntamente con familiares del ex presidente de Sudáfrica?

Soy anacrónico… de verdad

Dibujo de James Woldhuis
Dibujo de James Woldhuis

Hace tan solo un par de años, escribir blogs era una actividad «cool». Todos teníamos uno. Más o menos actualizado, más o menos bonito, más o menos interesante… pero blog a fin de cuentas. Y uno lo recomendaba orgullosamente a los amigos, que lo leían porque… para eso están los amigos.

Pero hoy me he enterado de que los blogs se han pasado de moda, de que ya no son todo lo «cool» que eran y que son un formato obsoleto y anquilosado (dos de mis adjetivos favoritos), caduco y trasnochado (el binomio de adjetivos favorito de José María García), y que hay que empezar a pensar en otras cosas.

Siempre hay uno que te pincha el globo ¿Y quién me ha reventado la ilusión con semejante epifanía? Ha sido Gawker, un conglomerado de blogs que dice estar «aburrido» por la rigidez del formato y que a partir de enero adoptará una aspecto más «arrevistado» para sus productos. El principal argumento es que con el sistema de publicación cronológica de los blogs, se dificulta la jerarquización de los artículos en orden de importancia.

El bloguero del Wall Street Journal y reportero de Político Ben Smith aún va más allá y dice que «escribir un blog se ha convertido en algo muy pasado de moda».

Ahora bien, yo siempre he dejado claro en mi blog que lo que escribo son anacrónicas, así que, supongo, esto no me afecta.

El «efecto cabréame», explotado en una campaña de marketing

Foto de Tora Tora Tora

Foto de Tora Tora Tora

Hace unos días contaba en este blog el súbito éxito que tuvo un un post gracias al «Efecto Menéame» y el subsiguiente fracaso de mi servicio de hosting para responder a la avalancha de lectores, que provocó la caída del servidor y lo que bauticé como «efecto cabréame» por la incapacidad de mi proveedor para solucionar mi problema.

Hoy descubro que el blog RedCoruna utiliza el término recién acuñado para promocionar una campaña de marketing:

Hay ocasiones en las que este súbito y momentáneo aumento del tráfico, conocido como ‘efecto menéame’ da paso a un ‘efecto cabréame’ si el servidor que aloja el proyecto no está configurado y optimizado para dar una respuesta rápida al aumento exponencial del número de accesos que se produce.

Para que este ‘efecto menéame’ sea un éxito en todos los aspectos, lo más importante es saber elegir el plan de alojamiento más adecuado a cada proyecto. En RedCoruna, además de orientarte en esta elección, combinamos medidas proactivas y reactivas que nos permiten evitar caídas del servicio.

Y lo mejor es el final:

Ya sea en televisión, en grandes portadas o en meneame.net, todo el mundo debería tener derecho a 15 minutos de gloria. Y en este caso, para que no se vean empañados por el hosting siempre puedes contar con RedCoruna, acudiremos inmediatamente al rescate. Y tú, ¿ya has vivido los tuyos?

¿Será esto el nuevo «efecto mercadéame«?

El bloguero y el mal de la toalla

(Foto de Mr. Freshtags)

Escribir y mantener un blog es como caminar por el desierto. Nunca he caminado por un desierto, pero me lo imagino. Uno empieza con entusiasmo, pero llega un momento en que el agua escasea, el calor aprieta y lo único que quieres es salir de ahí como sea.

A los blogueros nos pasa lo mismo. Con la presión de escribir cotidianamente, un buen día nos hartamos y nos dan ganas de clausurar el blog, de tirar la toalla. Por eso llamo a este mal, el «mal de la toalla».

Entonces colgamos un post en el que anunciamos nuestra despedida de la red, y luego los lectores, muchos o pocos, según el caso, se asustan, y nos ponen unos comentarios que nos alientan a seguir. Y seguimos. Y así superamos muchas etapas de aridez.

Yo lo sufrí en carne propia, pero lo superé gracias a las arengas de algunos lectores. J. también contrajo este mal y quiso enterrar su Canódromo, pero se soprepuso merced a un gol de penalti en el Trofeo Santiago Bernabéu. Ayer fue Ander el que cayó víctima del mal de la toalla, pero José Mari Yurrebaso salió al quite y, de momento, podremos seguir disfrutando de A topa Tolondro.

Todos los días hay un bloguero en apuros que necesita tu ayuda. Como hemos visto en estos ejemplos, el «mal de la toalla» tiene cura: un buen alegato de un lector (hale, gato, ¿os suena?) o una anécdota con sustancia. De los dos, yo me quedo con éste último remedio.

Una buena anécdota es lo que necesita un bloguero en crisis para salir a flote. Es como un crédito de banco que te permite coger carrerilla y tirar p’alante. Así que lectores, haced acopio de buenas anécdotas, guardadlas en un saquito, y cuando veáis a un bloguero en crisis, administrádselas, una cada 24 horas, para que pueda sacar adelante su bitácora.

Aprovechando que es domingo…

Lectores aburridos esperando que alguien publique un post (foto de Hamed Saber)

Los sábados y los domingos los blogueros descansan. No escribe ni blas. Los lectores de blogs escrutan  en vano sus RSS feeds y visitan sus favoritos para encontrarse con la misma entrada del viernes. Por eso, aprovechando que nadie escribe hoy, voy a hacerlo yo para captar todos esos lectores sedientos de posts inexistentes. Este post es para vosotros. Leedlo despacio, disfrutadlo, recomendadlo a otros amigos que no tienen nada que leer hoy porque éste… es el único post nuevo de la blogosfera.

Mis entradas favoritas

Después de navegar por cientos de blogs y mucho dilucidar (lucidar, lucidar, lucidar…), he seleccionado mis seis entradas favoritas en distintas categorías

Se admiten sugerencias.

Bloguero de vocación

Nada más llegar del colegio, se plantó delante de su madre y dejó caer la mochila con todos sus libros.

– Mamá, ya lo he decidido, de mayor quiero ser bloguero y morirme de hambre.

Su madre, lo miró con gesto complaciente.

– Hijo mío, estoy orgullosa de ti. Pero tendrás que estudiar mucho. No todo el mundo es capaz de llegar tan lejos.

– Lo sé mamá, pero lo he pensado mucho, y me atrae mucho la idea. No tener qué comer, ni con qué pagar las deudas, y disponer de todo el tiempo del mundo para hacer lo que más me gusta: escribir. Es apasionante.

– Hijo mío, estoy seguro de que sabrás pasar hambre con mucha dignidad y elegancia, y que escribirás muy bien. No sabes la ilusión que le va a hacer a tu papá cuando se lo digamos. Voy a preparar un cordero asado. ¡Un hijo bloguero!

Un blog del siglo XVII

Estoy leyendo con avidez Infamous Scribblers, un libro de Eric Burns sobre los escandalosos orígenes del periodismo en Estados Unidos. El libro está lleno de anécdotas y detalles curiosos, como por ejemplo que hoy jueves es el cumpleaños del periodismo estadounidense. Tal día como hoy, en 1690, se publicaba la primera y última edición de Publick Ocurrences, el periódico de Benjamin Harris. Traduzco un párrafo del libro que me llamó la atención por lo visionario y ocurrente de este protoperiódico:

Publick Ocurrences tenía cuatro páginas, cada una de seis por diez pulgadas. Las tres primeras tenían dos columnas con noticias, con un pequeño margen entre ellas; la cuarta página estaba en blanco para que los lectores pudieran añadir cosas de su propia cosecha o comentaran los articulos precedentes antes de enviar el periódico a otro lector. Esto hizo a Publick Ocurrences una de las fuentes del periodismo interactivo, tres siglos antes del advenimiento de Internet.