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¿Sirven para algo las fechas de caducidad de los alimentos?

«Eso son pataqueiradas (tonterías)», decía mi abuela Isolina cada vez que poníamos reparos a sus bocadillos de Nocilla argumentando fechas de caducidad expiradas, lo que sucedía a menudo porque ni ella misma sabía lo que escondía su gigantesca despensa.

Botes de Cola Cao, latas de conservas, cajas de galletas… hacinados en cada uno de los estantes del «comercio», como ella llamaba al lugar oscuro y húmedo donde almacenaba  los alimentos que compraba durante el año, preparándose para nuestra visita en el verano. Allí había suficiente comida para alimentar al ejército ruso durante el cerco a Stalingrado. Por eso, no era extraño que algún producto se quedara olvidado en el fondo de las estanterías, absorbido por algún misterioso agujero negro.

En una de las incursiones en el «comercio», el tío Verio encontró una lata de anchoas con fecha de caducidad de 1973, un dato completamente irrelevante de no ser porque estábamos en 1990. Para nosotros, aquella conserva era una auténtica pieza de arqueología alimentaria; para mi abuela, una oportunidad única de demostrar su teoría de que las fechas de caducidad eran un cuento chino.

Tratamos de arrebatarle la lata, pero todos los intentos fueron vanos. Inútil impedirlo. Sacó un abrelatas y con movimientos rápidos y nerviosos logró rescatar a las anchoas, que llevaban años apretadas como anchoas en una lata. Atónitos, presenciamos cómo se las iba comiendo una tras otra. Aquella noche pensamos que sería la última de la abuela, o que cuando menos amanecería con dolores de cólico nefrítico. Pero no fue así, se despertó como siempre, fresca como una rosa. «Ya veis, eso de la caducidad es un cuento chino».

Desde entonces, soy escéptico con las fechas de caducidad y siempre que viene a cuento narro la anécdota de la abuela Isolina y la lata de anchoas de 1973. Hoy la recordé al leer un post sobre cuánto tiempo después de caducar se pueden comer ciertos alimentos sin que sufra la salud. Por ejemplo:

Leche: Se puede beber hasta una semana después de caducar, aunque pierde sabor y valor nutritivo.

Mayonesa de bote: Puede durar hasta un mes después de caducar.

Yogur: se puede comer hasta 10 días después de su caducidad.

Huevos: Mientras estén bien refrigerados, pueden consumirse entre tres y cinco semanas después de que caduquen.

¿Alguna vez has comido bien caducadito? ¿Tuvo alguna repercusión en tu salud?