Brasilia… por fin

A duras penas he conseguido volver a entrar en mi blog. No me acordaba ni de la contraseña, más de dos meses después de escribir mi última entrada. El porqué de este largo parón es otra historia. Pero estar en Brasilia y contarlo fue motivación suficiente para hacer un ESFUERZO mayúsculo, recordar la clave y retomar la escritura.

¿Qué hago en Brasilia? La explicación más sencilla y sincera puede sonar pueril: cumplir un sueño infantil.

No sé con exactitud cuántos años tendría, seguramente menos de 10, cuando vi en televisión un reportaje sobre la capital de Brasil. Me impresionaron tanto los edificios de Oscar Niemeyer y la concepción general de la ciudad, que nunca pude olvidar esas imágenes: construcciones futuristas, avenidas inmensas, amplias zonas verdes, un plan piloto con forma de avión… Y desde entonces, me propuse conocer Brasilia… algún día. Un día que llegó este viernes.

El peligro cuando uno se hace tantas ilusiones es que la realidad decepcione. Brasilia no me decepcionó. Es exactamente como la había imaginado. Con Leda como guía, pude visitar lugares que hasta ahora no eran más que visiones: la explanada de los ministerios, la plaza de los tres poderes, los palacios do Planalto y da Alvorada, el Congreso Nacional, la Catedral Metropolitana… Echaré de menos Brasilia. Espero volver algún día.

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Para hablar de redes sociales… hay que quitarse las arrobas

Estoy en Miami a punto de abordar el avión que me llevará de vuelta a casa en Atlanta después de asistir al Congreso iRedes en Burgos. Allí tuve el honor de participar  en una mesa redonda sobre creación de contenidos en redes sociales. Gracias Leandro por invitarme y felicidades por la impecable organización.

Quiero hacer algunas reflexiones sobre lo que fue el congreso, pero tengo el cerebro tan frito por las pocas horas de sueño de los últimos días que me tienta escribir un tweet de resumen y a correr. Sin embargo, creo que vale la pena exprimir la última gota de energía de mis neuronas para redactar algo más pensado, como pide Ander en su entrada sobre iRedes.

En los dos días de ponencias y charlas en Burgos, debatimos sobre el papel y la importancia de las redes sociales, un fenómeno de tan rápido crecimiento que puede llevarnos a pensar que en las redes está la solución a todos los males del mundo, algo que José Luis Orihuela rechazó muy atinadamente en sus conclusiones del Congreso.

Para mí, la gran epifanía fue que para hablar de redes sociales tuvimos que juntarnos físicamente en un lugar, tener encuentros cara a cara para quitarnos las arrobas y ponernos rostros unos a otros, conversar, echar risas, intercambiar experiencias, beber gin tonics, dar paseos, sentarnos a tomar café, y, por supuesto, comer morcillas.

En Burgos pude conocer a muchas personas que hasta ahora  no eran más que «followers» con avatar. Y he de decir que todos mejoramos en carne y hueso. Podremos tuitear, bloguear, actualizar nuestros estatus en Facebook y hacer checkins en FourSquare. Pero nada sustituye al trato personal, en el que nos entregamos a los demás de una forma que las redes sociales jamás podrán lograr.

Mucha gente siguió el congreso vía «streaming«, y seguro que hasta tomaron notas, y tuitearon a mansalva, y aprendieron mucho. Pero sólo los que compartieron mesa con Pacotto, Nacho, Ander, Ramón, Jpunto, Mancini, Nicole, Antonio y Raquel pudieron disfrutar el momento mágico en el que, al llegar las bandejas de cordero asado a la mesa, en la cena del jueves, y después de una animada conversación, se hizo un silencio sepulcral.

Todos estaban arrobados, enredando con los tenedores y los cuchillos, virtualmente poseídos, royendo los huesos con auténtico virtuosismo 2.0. Entonces Jpunto observó: «Os habéis quedado mudos con el lechazo (cordero)». Sin parpadear, Ander y Pacotto alzaron la vista y, al unísono, en perfecta sincronía, exclamaron: «El silencio de los corderos«. Las carcajadas subsecuentes fueron homéricas.

Para mí, eso valió todo el Congreso, y sin embargo nadie lo tuiteó, ni lo retuiteó, ni fue facebookeado. Nadie sacó un teléfono para fotografiar el momento y subirlo a Flickr o Instagram. Simplemente lo vivimos. Que un tweet nunca nos arruine el disfrutar de un buen momento.

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Si no fuera por mi suegro…

Una vez más, Catita en una conversación profunda con Olivia en el coche camino del colegio.

– Olivia, mi abuelo tiene una fábrica de plásticos, dice Catita toda orgullosa.

– ¿Ah sí? ¿Y qué fabrica?, pregunta Olivia.

– Tapas para el baño.

– ¿Tapas para el baño? mmmm.

– Sí… Y si mi abuelito no viviera, todos tendríamos que mear en latas.

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Periodismo con botas

El inconmensurable (cómo me gusta ese adjetivo) Ander Izagirre acaba de relanzar su blog. Vespaña dio paso a A topa tolondro 1, y luego a A topa tolondro 2. Como el nombre era muy difícil y atolondrado, ahora se llama Periodismo con botas. Mi pregunta es: lo de con botas, ¿se refiere al calzado, porque a partir de ahora va a escribir con los pies? ¿o es que va a utilizar botas de vino para inspirar su creación literaria y periodística? ¿o va a empezar a escribir sobre gastronomía y de ahí lo de con botas (con bota de manzana, con bota de pera)? ¿O lo va a escribir conjuntamente con familiares del ex presidente de Sudáfrica?

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Gente buena por el mundo: Alex

Foto de Jayel Aheram

Foto de Jayel Aheram

Este post que estoy escribiendo marca un hito en la historia de este blog. Por primera vez publico una entrada a una altura de 12.000 pies, a bordo de un avión de Delta Airlines. Y lo hago gracias a la conexión inalámbrica que me acaba de regalar el pasajero que se sienta al otro lado del pasillo: Alex.

Al verme desenfundar el portátil, Alex se quitó sus auriculares y llamó mi atención: «Oye, ¿quieres usar Internet? Yo acabo de pagar la conexión para mandar un e-mail y todavía nos queda una hora de vuelo, así que si la quieres, es tuya».

Algo estupefacto, le pedí que me repitiera la pregunta, pues no estaba muy seguro de lo que acababa de oír. No entraba en mis esquemas que un perfecto desconocido me ofreciera, así, por la cara, una conexión a Internet por la que acababa de desembolsar unos cuantos dólares.

«Sí, que si quieres usar Internet, te doy mi nombre de usuario y mi contraseña con mucho gusto». Ahora, mi reacción ya no era de sorpresa, sino de desconfianza. «¿Habrá gato encerrado? ¿Por qué me querrá dar gratis la conexión? ¿Será un hacker que quiere tomar posesión de mi ordenador y borrarme el disco duro?», fueron algunas de las preguntas que me cruzaron la cabeza antes de aceptar el ofrecimiento. ¿Por qué hemos llegado a un punto en el que nos cuesta creer que haya gente buena por el mundo?

«Sí, claro. Muchas gracias. ¿Estás seguro de que me quieres dejar tu clave?», volví a insistir.

«Sí, hombre, ningún problema», contestó.

Así que se me acercó y, como no teníamos bolígrafo para anotar (cosas que pasan en la era digital), le tendí mi teléfono móvil y me escribió la contraseña (sí, ya sé, soy un geek/friki).

Todavía atónito por el gesto, me presenté. El se presentó también. «Soy Alex». «Encantado, Alex, muchas gracias de nuevo, ¿vives en Estados Unidos o en México?», inquirí.

«Ahora vivo en Iraq», respondió.

Ahí mi cerebro hizo click, y asoció el aire marcial de Alex, su pelo rapado y su enorme mochila negra llena de herrajes con su condición de militar.

«Me quedan ocho meses allá», agregó.

E imaginé las situaciones que le tocan vivir allí a diario, en Iraq, lejos de su casa, amparado bajo la camaradería de la tropa, en esa hermandad castrense en la que unos y otros se cubren las espaldas y asumen como verdad de fe el «hoy por ti y mañana por mí», y entendí de una vez por qué me regaló la conexión a Internet con la que pude escribir esta historia.

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Catita, editora de la revista Time

Acabo de encontrar en la cocina este ejemplar de la revista Time. En la portada aparecen unos sonrientes Barack Obama y Ronald Reagan. El titular dice: «Why Obama loves Reagan». Un momento. ¡Hay unas palabras escritas a bolígrafo entre el «Why» y el «Obama»!  Alguien insertó un «does» escrito a mano. ¿Quién habrá sido?, me pregunto. Investigo un poco. No fue Catalina. Tampoco fui yo. Andrea no sabe escribir. Así que tuvo que ser Catita. Pero no me lo creo.

– Catita, ¿tú escribiste en la portada de Time?

Me mira algo atemorizada. Quizás piensa que le voy a castigar. Pero finalmente lo admite.

– Sí papi, fui yo. Pero es que estaba mal escrita. No se dice «Why Obama loves Reagan» sino «Why does Obama love Reagan?».

Me río y me siento orgulloso a la vez porque, aunque la expresión en la portada de Time es correcta, mi hija se estrenó como editora de una de las revistas más famosas del mundo.

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«Rubalenguas» políticos o la importancia de repetir, repetir

Alfredo Pérez Rubalcaba

Alfredo Pérez Rubalcaba (foto de Federación Socialista Asturiana)

Cada vez estoy más convencido de que los políticos hablan para que no los escuchemos. Por eso hablan tanto, para abrumarnos, para aturullarnos de tal manera que ya no pongamos atención a lo que dicen y entonces tengan libertad para decir lo que quieran sin que nadie los fiscalice.

Ayer por ejemplo, escuchaba hablar a un vicepresidente de gobierno, al que daré un nombre ficticio para efectos de este blog: Alfredo Pérez Rubalcaba. Se refería al acuerdo entre el gobierno y los empresarios y sindicatos sobre una reforma de pensiones en un país que no mencionaré (España). Estas son algunas de las perlas que rescaté para vuestro deleite:

El acuerdo supone un depósito de confianza para la economía española, aumenta la confianza, dentro y fuera de nuestro país, es decir que al final hay una ventaja enorme para nuestra economía, saben ustedes que la confianza es importante, aumenta la confianza, da confianza, nos aumenta la confianza, a los españoles en su conjunto y también hacia la economía fuera de nuestro país.

Y finalmente el valor del consenso, me han oído ustedes repetir hasta la saciedad en esta mesa que las reformas con consenso son muchísimo mejores, porque el consenso garantiza la aplicación de las reformas, una reforma consensuada es una reforma digamos que en principio tiene todos los elementos para que salga bien. Eso no quiere decir que a veces no haya que hacerlas sin consenso y también salen bien, pero en fin, incorporar a la gente que tiene que aplicar las reformas a las reformas es lo mejor que un gobierno puede hacer.

Objetivo del acuerdo, objetivo compartido: es impulsar nuestro sistema público de pensiones, fortalecerlo mejor, fortalecerlo, fortalecer nuestro sistema público de pensiones, ese es el objetivo que hemos alcanzado con este acuerdo: fortalecerlo. ¿Qué quiere decir fortalecerlo?

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Allendegui causa conmoción en Egipto

Protestas en Egipto

Protestas en Egipto (Foto de Al Jazeera)

Cuando uno escribe en un post, es difícil predecir las consecuencias que puede llegar a tener. Hace tres días publicaba una entrada sobre los orígenes de Twitter en el Antiguo Egipto y hoy se montó la gorda: el viernes de la ira en El Cairo. Ander me alertó esta mañana.

Ha sido revelar el twitter faraónico y suspenderse inmediatamente Internet en Egipto… ¡Allendegui hace temblar a los déspotas árabes!

Pido mil disculpas a todos los afectados y prometo no volver a hacerlo. ¡Si es que es mejor no abrir la boca!

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¿Estudias o trabajas?

Foto de Saar

Foto de Saar

Con un gesto visiblemente contrariado y algo de indignación, Catita aborda a Catalina. La mira fijamente:

– Mamí ¡Qué suerte tienes! Ni trabajas ni vas al colegio.

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Hallazgo arqueológico: Twitter existía en el Antiguo Egipto

Un grupo de arqueólogos sorianos desenterró esta semana en la zona del templo de Abu Simbel un documento que posiblemente marcará un antes y un después en las investigaciones sobre redes sociales. Se trata de un papiro de reducidas dimensiones (10×8 centímetros), policromado, que data de los tiempos del faraón egipcio Akenatón y que, de ser auténtico, demostraría que Twitter ya existía en torno al 1.300 a.C. Si haces clic en la fotografía la podrás ver ampliada. En próximos posts informaré sobre los resultados de las pruebas de carbono 14 a que se está sometiendo esta joya del Período de Amarna, del Imperio Nuevo de Egipto.

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