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Blancanieves y los plátanos

Me dice Catita:

– Papi, a Blancanieves no le gustan los plátanos.

– Catita, ¿cómo sabes que no le gustan?

– Porque nunca come plátanos en casa de los siete enanitos.

– …

– Papi, ¿a que yo tengo la altura perfecta para ser Blancanieves?

– Claro que sí Catita, la altura perfecta.

– Y Andrea tiene la altura perfecta para ser un enanito.

El sobre rojo

Estaba sentado en el último banco de la iglesia cuando se me acercó una señora setentona, de rostro enjuto, piel blanquísima y ojos claros. Llamó mi antención y de una bolsa de plástico color verde botella sacó un sobre rojo manuscrito. Me lo entregó. «Lealo por favor», dijo mientras esperaba de pie a que terminara de leerlo.

El anverso del sobre decía:

«Presidente Barack Obama

The White House

1600 Pennsylvania Ave.

Washington D.C 20500»

En el reverso ponía lo siguiente:

«Este sobre representa a un niño que murió en un aborto. Está VACÍO porque esa vida no pudo ofrecer nada al mundo. La responsabilidad comienza con la concepción. A usted le dieron el derecho a la vida. Por favor, deje que todos los no nacidos reciban ese don precioso de DIOS».

Cuando terminé de leer, levanté la vista y ella me respondió con una sonrisa bondadosa.

«Si está de acuerdo, no tienen más que ponerle un sello y su remite, y envíelo así, como está, vacío».

Imposible vivir sin Internet

– Oye, ¿tú qué harías si no existiera Internet?

– No sé… supongo que buscaría en Google qué hacer.

La tortura como empresa

En este mundo de hoy casi todo es susceptible de convertirse en un negocio, con su oferta, demanda, «supply chain»… Incluso la tortura.

El sábado vi en el cine la película «Taken«, en la que Liam Neeson hace el papel de un ex agente de la CIA al que le secuestran a su hija en París. Para encontrarla, necesita sacarle información a un mafioso albanés que se niega a hablar. Neeson lo amarra a una silla y lo conecta a un enchufe para convencerlo con descargas eléctricas. Entonces hace una reflexión sobre la tortura.

«¿Sabes? Antes subcontratábamos esto (las torturas). El problema era que los tendidos eléctricos en los países del tercer mundo a los que se las subcontratábamos no eran fiables. Aquí en Francia, o me das lo que necesito o este interruptor se quedará encendido hasta que desconecten la luz por no pagar los recibos».

En definitiva, según Neeson, Estados Unidos tuvo que torturar por cuenta propia porque los proveedores no eran fiables.

Catita y su santa

– Catita, hoy es tu santo. Santa Catalina de Siena.

– Papi, ¿quién es ella?

– Una mujer que se portaba muy bien.

– ¿Y es tu amiga?

– No Catita, yo no la conocí. Vivió hace muchos años.

– ¿Y dónde está ahora, papi?

– Ya se murió Catita, está en el Cielo.

– ¿En el Cielo? Entonces Jesús la puede desmorir…

No me cabe Kamchatka en la maleta

Nadaba plácidamente en la piscina de mi hotel cuando una niña de unos 10 años se acercó hasta la orilla y me interpeló.

– ¡Oiga, señor!

Me di la vuelta y me acerqué hasta ella. Traía un balón de plástico en la mano. Se inclinó hacia la piscina y me lo tendió.

– Tome, le regalo este balón. Mi madre me dijo que no nos cabía en la maleta.

Algo perplejo por el ofrecimiento, no supe cómo reaccionar y a duras penas le di las gracias. Ella soltó la pelota como quien se quita un peso de encima, dio media vuelta y se fue corriendo.

El balón era un globo terráqueo. Lo observé detenidamente y pensé: «¿A quién se le ocurre que el mundo pueda caber en una maleta?».

Agua de riñón

FOTO de dolljoints
FOTO de dolljoints

Al verle con aquel botellín de líquido amarillento no pude resistir la tentación de hacer el chiste fácil.

– ¿Qué estás bebiendo? ¿No será lo que parece?

Se rió.

– No, es zumo de manzana.

– Pues al lado de mi casa dejan cientos de esos botellines llenos de orina después de los partidos de fútbol americano, dijo un tercero que había escuchado nuestro diálogo.

La conversación se fue encauzando hacia aguas más amarillentas conforme se sumaba gente a la tertulia de pasillo. El Tigre nos contó cómo se las gastan en Colombia.

– Pues en el Campín de Bogotá, los de las filas de arriba no tienen ningún reparo en bajarse los pantalones y orinarse en los de abajo. ¿Por qué te crees que se organizan esas peleas en los estadios? Te mojan y vas corriendo a partirle la cara al culpable.

Pero el relato más miccionante fue el de Lorenzo al recordar su experiencia en el estadio de los Pumas de la UNAM, en un partido contra el América.

– Yo sólo recuerdo que en un momento del partido alguien más arriba gritó «Aguaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa de riñoooooooooooooooooooooooón» mientras lanzaba un vaso de plástico al aire. Cuando me di cuenta de lo que significaba, ya era demasiado tarde para esquivarla.

El argumento boomerang

FOTO DE Paleontour
FOTO DE Paleontour

Catita intenta convencerme para que le compre una chuchería que acaba de ver anunciada en la televisión.

– Papi, ¿me comprarás un Push-Pop? Me gustan mucho.

– Catita, ¿pero si nunca has probado uno? ¿Cómo puedes decir que te gustan?

– Papi, yo sé que me gustan.

– Ah, bueno. Y cuando te lo compre, ¿me compartirás? A mí también me gustan.

– Papi, ¿Cómo sabes que te gustan si no los has probado?

Catita for president

FOTO DE mccun934
FOTO DE mccun934

En casa rara vez hablamos de política. Hay cosas más divertidas de las que hablar. Por eso me sorprendió la pregunta de Catita, más de cinco meses después de las elecciones.

– Papi, ¿John Mccain por qué no ganó?

– …

Sin miedo

FOTO DE SHABBIR SHIRAJ
FOTO DE SHABBIR SHIRAJ

Iba en el coche con Catita bajo un diluvio universal. Los rayos eran tan poderosos que me deslumbraban y los limpiaparabrisas no daban abasto para achicar el torrente de agua que recorría el cristal.

– Catita, ¿viste qué rayos tan fuertes?

– Papi, no te preocupes. Yo te protegeré. Sólo son unas rayitas blancas.