El plagio
(Foto de Jodigreen)
Guido Karpasián era un escritor tan bueno que un día decidió plagiarse a sí mismo. Sabía que era la forma más fácil de tener éxito, con el mínimo esfuerzo y sin las engorrosas demandas que suelen derivarse de estos casos. A fin de cuentas, él era el autor. Es verdad que podría tener un día de debilidad, de esos en los que uno se cae mal a sí mismo, y entonces demandarse por ese plagio, pero la probabilidad de que eso ocurriera era mínima.
Así que escogió uno de sus textos menos conocidos, de cuando era un principiante, y lo publicó sin escrúpulos, sin cambiar una sola coma. La crítica se deshizo en elogios al día siguiente, pero a Karpasián le pesó la conciencia y, tras tortuosas cavilaciones, decidió demandarse por plagio.
El caso fue un gran escándalo en el país. Contrató al mejor abogado que pudo encontrar para un proceso judicial inaudito. Las audiencias duraron semanas y después de escucharse todos los argumentos, acorralado, Karpasián se declaró culpable. Nunca más volvió a escribir una sola letra.
Guido Karpasián, 1985
Esta es historia es por demás curiosa… ¿Fue en Armenia? Como sea, es muy muy curiosa y bastante interesante de ser cierta.
Saludos
Lo más seguro es que se forrara con la indemnización.
está claro…un criminal siempre vuelve al lugar del crimer!
bb
crimen, quería decir..
No me sorprende que no haya podido llegar a un arreglo consigo mismo… Yo siempre que me contradigo encuentro sumamente dificil convencerme de que no estoy en lo correcto, no se si sea que soy muy necio o poco persuasivo.