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El malagueño residente en Burgos, Juan Luis Guirado, alcanza su sueño deportivo con los ‘Azkals’

Del Beroil Bupolsa a la selección de Filipinas

Málaga, Burgos, Filipinas. Tres destinos a los que Juan Luis Guirado, @juaniguirado, el protagonista de la historia que traemos a estas páginas, tiene por diversos motivos, un gran cariño.

Archivado en: Burgos, fútbol, Juan Luis Guirado, Filipinas, 'Azkals', Burgos CF

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gentedigital.es/I.S.
29/1/2015 - 21:29

A sus 35 años de edad, este joven malagueño, que desde pequeño quiso ser futbolista, ha alcanzado el sueño que todo deportista profesional tiene en mente en algún momento de su carrera: representar a su país, jugar en la selección. En su caso, lo está haciendo en la de Filipinas, donde nació su madre.

Canterano del Málaga y jugador de Segunda B en varios equipos, en la temporada 2005-2006 recaló en el Burgos CF y desde hace tres años juega en la selección filipina,  la más antigua de Asia, como central izquierdo. Desde entonces, no ha parado de viajar y en casi todos los partidos es titular. “Es un sentimiento especial” el que le produce vestir esos colores, “porque es el país de mi madre”, nos comenta “orgulloso” y encantado de poder conocer esa tierra “de primera mano” gracias al fútbol.

La primera vez que viajó a este país del Sudeste Asiático tenía cinco años y hace unos once regresó de nuevo para visitar a su familia materna. Su tercer viaje y estancia en Filipinas no tiene todavía billete de vuelta.

Vistiendo la camiseta azulona o blanca, colores de la equipación oficial de la selección filipina, ha viajado en numerosas ocasiones a Oriente Medio, donde la comunidad filipina es muy numerosa.

“Cada vez que vamos a un país de éstos, los filipinos nos reciben con los brazos abiertos y los de Emiratos Árabes también, porque políticamente les interesa. Nos tratan muy bien”. Hasta han sido recibidos por un jeque árabe en su palacio residencial.

Guirado, además de formar parte del combinado nacional filipino, ha jugado también en varios equipos. Primero, en el Global FC, y después en el Ceres-La Salle FC, con sede en Bacolod, ciudad costera de la isla de Negros, a una hora de Manila en avión y a más de treinta horas de España. Con este último equipo, del que es actualmente capitán, ha firmado por dos temporadas.  Tras jugar con ellos un torneo internacional le hicieron una oferta “que no pude rechazar”, recuerda.

Su etapa en el burgos CF
En España, el fútbol lo ha vivido de otra forma. “Jugando liguillas de ascenso a Segunda División, dos veces a Segunda B... es diferente, no tiene nada que ver”.

Fue, sin embargo, la etapa en el Burgos CF -donde reconoce que se sintió “muy querido” y “disfrutó” de cada partido-, la que le marcó, sobre todo, a nivel personal, ya que durante su estancia en la capital castellana conoció a la que es su mujer, Andrea.

Tras su paso por el Burgos CF, regresó a tierras andaluzas, ya con su pareja.  Allí jugó en el Roquetas de Mar y en el Marbella, pero   una oferta de trabajo les hizo regresar a Burgos, donde ha fijado su residencia y confiesa sentirse “muy a gusto” aunque echa de menos el cáracter malagueño, su gente y el clima.

Juan Luis calzó de nuevo las botas con el Lermeño y después con el Beroil Bupolsa. Una llamada de su primo comentando que en Filipinas buscaban futbolistas en Europa le llevó hasta la selección del país asiático, que es, hasta la fecha, su última escala deportiva y el motivo por el que esta joven pareja, padres de Daniel, un bebé de 7 meses, vivirá los próximos años a caballo entre Filipinas y Burgos.

“En pañales”
Fue hace unos cinco años cuando el fútbol comenzó a emerger en Filipinas, un país donde el baloncesto y el boxeo son los deportes rey.

La selección de fútbol, “de ser de lo peor del mundo, de ocupar el puesto 200 del ranking FIFA, ha subido hasta el 127 y ahora es la mejor del sudeste asiático”, relata Juan Luis. En la actualidad, “ya se ve a los niños jugar,  aunque el fútbol base todavía casi no existe, se está creando”.

La realidad es que las empresas comienzan a ver este deporte como un negocio que les puede reportar dinero - “hay muchos intereses de por medio”- y promueven campus privados a los que sólo los niños ricos pueden acceder. Son los jugadores de la selección los que se acercan a los barrios más pobres para introducir la cultura futbolística entre los más pequeños “y darles una motivación en la vida, porque no tienen nada”.

Apodada coloquialmente ‘Azkals’, palabra que en tagalo significa “mezcla de razas”, la selección está formada por jugadores filipinos y otros de origen filipino nacidos en Europa y Estados Unidos; entre ellos, Juan Luis Guirado, con doble nacionalidad al ser su madre filipina y su padre malagueño.

Infraestructuras deportivas tampoco es que haya demasiadas en la ex colonia española. La Liga Profesional, de reciente creación, juega todos los partidos en dos únicos estadios, el mayor con capacidad para 50.000 personas. Apenas hay campos de fútbol, y como no hay vestuarios, los jugadores se visten en la calle o van al terreno de juego equipados desde casa y se duchan al regresar. “El fútbol allí está todavía en pañales; su Primera División se puede comparar con una Tercera o una Segunda B en España”.

A nivel de afición, “la población responde cuando hay partido importante de la selección, pero no es como la española, que es más fanática; en Filipinas los futbolistas somos como estrellas de pop”.

La vida en Filipinas
“La gente en Filipinas vive al día, pero son felices como son; son muy simpáticos, serviciales y alegres”, indica Juan Luis al referirse al carácter del filipino y a las condiciones de vida de un país “muy pobre” en el que el salario medio apenas alcanza los 200 euros.

Quienes como él llegan de fuera, viven “en una burbuja”.En su caso, como jugador de la selección, se aloja en los mejores hoteles, tiene todos los gastos pagados y, además el sueldo, “sin ser exagerado, merece la pena”. Allí en un mes, puede ganar lo que en un club español de categorías inferiores en dos o tres meses. Sin embargo, él no ha ido a Filipinas para hacerse rico sino “para echar el resto en mi carrera como futbolista y seguir aprendiendo a nivel deportivo y personal”.

Lo que menos le gusta del país es la desorganización que caracteriza el día a día, pero “con ilusión y motivación” todo es más fácil.

Este joven, malagueño de nacimiento y burgalés de adopción que irradia alegría y optimismo por los cuatro costados, asegura que tiene “los pies en el suelo” y como sabe que algún día su carrera como futbolista tocará a su fin, se muestra muy agradecido a la empresa Matutano, donde ha sido trabajador eventual, por permitirle compatibilizar hasta ahora la actividad laboral con su carrera como jugador de la selección filipina de fútbol.

De momento, tiene un año y medio de contrato por delante en Filipinas, donde está viviendo  la que considera la oportunidad de su vida, un sueño; “¿quién me iba a decir a mí de pequeño que iba a jugar en la selección de un país?”. Casi casi le ha ocurrido como a Oliver y Benji, la serie televisiva de dibujos animados protagonizada por un grupo de escolares que soñaba con ser estrellas del fútbol y jugar un Mundial con la selección de su país.

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