Ya pasó todo. ¿Y ahora qué?
Todo lo que empieza acaba. Todo lo que sube baja. Todo lo que entra sale. Esto ha sido, es y será siempre, ya sea en política, en economía o en cualquier otro orden de la vida. Estamos sometidos a continuos movimientos cíclicos. Todo es de ida y vuelta. Todas las crisis que este país ha sufrido, todas fueron las peores hasta que llegó la siguiente. Todos los gobiernos siempre fueron los mejores hasta que llegó el siguiente y todos fueron los peores en sus últimos meses. No tenemos término medio.
Ya han pasado las elecciones y se ha consumado la victoria de Mariano Rajoy. “Se van los malos para que vengan los buenos”, decía un señor el lunes mientras leía en un periódico local los resultados electorales. No pude por menos que replicarle diciendo “que ni unos tan malos ni otros tan buenos”. El caso es que mi contertulio no se avino a razones y me soltó una perorata que maldita la hora en la que se me ocurrió hablar. Veneno puro soltaba por la boca a cuenta de la campaña electoral del PSOE y de la entrada de los “etarras” en el Congreso.
A veces me pregunto si no podríamos hacer las cosas de otra manera para que la gente no se alterara tanto cuando habla de política. Claro está que, bien pensado, no debería de extrañar a nadie, pues nuestros políticos son los primeros en salirse del tiesto los unos con los otros. Deberían aprovechar todos para reflexionar sobre sus comportamientos públicos a la vez que preparan sus congresos. No sólo deben cambiar sus estrategias y sus objetivos, también debem modificar sus comportamientos y actitudes.
Publicado el 24 de noviembre de 2011 a las 22:00.