Normalmente, los entrenadores se dan la mano antes de los partidos, intercambiaban algunas palabras, un par de gestos y al término del partido hacen lo mismo. Javier Clemente, técnico del Valladolid, y Míchel, entrenador del Getafe, no lo hicieron el pasado sábado. Les une el mal rollo.
Antes del Valladolid-Getafe, que acabó con 0-0 y se disputó el pasado sábado en Zorrilla, Javier Clemente afirmó que "mi relación con Míchel es nefasta e inexistente". Según el mister pucelano, Míchel se pasó cuatro pueblos en un artículo escrito para el diario Marca hace años y en el que atacaba con dureza al vasco. El texto decía algo así como que "Clemente sigue subido en al Gabarra desde hace veinte años. Sus palabras sincronizan con sus hechos, es decir, vacíos. Pasa por no tener pelos en la lengua para los demás, pero es incapaz de analizar su manifiesta importencia como técnico obsoleto, asunto que han sufrido varios clubes en su mercenario peregrinar. Prefiere distraernos a todos. La lástima es que mientras Tenerife sufrirá por el posible descenso, él se dedicará a mejorar su hándicap en el único campo que le interesa: el de golf. Eso sí, desatará su lengua, pero de su fracaso ni hablar. En realidad no le interesa ni al propio Clemente", decía en su escrito. Casi nada.
Los más viejos del lugar cuentan que el principio del deterioro en la relación de ambos sucedió durante la etapa de Javier Clemente como seleccionador nacional. Míchel disputó con Clemente de técnico nacional su último partido con la camiseta roja un 18 de enero de 1992 y muchos entienden que con aquel suceso pasó lo mismo que con Aragonés y Raúl. Cuando entrenaba al Murcia, Clemente se acordó de Míchel. "Cuando le llevé a la selección vi que no daba más de sí. Era un jugador muy cómodo que sólo jugaba en casa. Cuando había que rascar fuera se escondía porque era muy medroso”, explicó el de Barakaldo. ¿Volverán a hablarse? Clemente exige disculpas. Para Míchel, esta es una causa perdida.
Publicado el 3 de mayo de 2010 a las 11:45.