Gary Speed y la humanización de los futbolistas y/o entrenadores
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La vorágine de la Liga, con todo lo que acarrea un derbi Real-Atlético y la inesperada derrota del Barça en Getafe, sirvieron para ocultar informativamente un hecho que no llegó a mis oídos hasta las primeras horas de la tarde del domingo: Gary Speed, actual seleccionador galés, se había suicidado. La costernación de Craig Bellamy, uno de los jugadores galeses con más repercusión de los últimos años, horas antes del partido entre el Liverpool y el City fue el motivo por el que salí de mi ignorancia para entrar de lleno en un estado de shock.
Mis recuerdos de Speed como jugador se remontan a los años en los que empezaba a descubrir con fascinación la Premier League, aunque para ser más exactos todavía el campeonato inglés no recibía ese nombre. Él fue uno de los responsables de que el Leeds United de Eric Cantona escribiera una de las últimas páginas gloriosas del club de Ellan Road antes de que el crack galo diera el salto a Old Trafford y con ello comenzara la verdadera época dorada del Manchester United.
Aunque sin duda lo que mejor recuerdo de la carrera de Speed fue su etapa en el Newcastle de finales del siglo XX. Sin Gillespie ni Asprilla, el zurdo galés fue uno de los encargados de renovar las ilusiones de la sufrida afición de las 'urracas'. Nada menos que seis años pasó Speed en Saint Jame's Park, tiempo suficiente para ser precursor de un cambio que también hizo grande a un compatriota suyo años después: como sucediera con Ryan Giggs, Speed fue paliando su pérdida de velocidad con la inteligencia propia de un mediocentro.
Después le perdía la pista y el nombre de Gary Speed sólo aparecía en mi realidad cotidiana en forma de cifras de récord de participación en campeonatos ingleses. Hace unos meses me enteré de que asumió el difícil reto de evitar que su selección se convirtiera en 'Bale, Bellamy y nueve más'. Estuvo muy cerca de ello, pero el destino ha querido que esa obra quedara incompleta. Su muerte nos vuelve a dar de bruces con la realidad. Que más allá de las ilusiones materialistas y del sueldo que percibamos por nuestra profesión hay inquietudes y problemas que en ocasiones llevan a gente de diversa procedencia social a la vía del suicidio. Entonces pienso en todas las críticas gratuitas que en muchas ocasiones hacemos de jugadores y de entrenadores, obviando por un momento que son personas como nosotros y que viven y sufren como cualquiera de nosotros, amparándonos en que encajar todos esos golpes "va en su sueldo".
Ojalá la triste pérdida de Speed nos lleve a todos a la reflexión. Descanse en paz.
Publicado el 28 de noviembre de 2011 a las 12:15.