Schleck, Evans, Contador... el Tour recupera la magia de antaño
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Llegaba el momento de la verdad en el Tour de Francia. La etapa con final en el Galibier no daba lugar a movimientos conseradores, el que quisiera dar un golpe de autoridad iba a tener que mostrarse y Andy Schleck así lo entendió. El luxemburgués dejó muestras de su clase y de su ambición al lanzar un ataque a 60 kilómetros de la meta para acabar ganando una etapa en la que iba dejando atrás rivales sin piedad, callando así las críticas que le tachaban de ciclista conservador.
Con esa exhibición, Schleck destapó el tarro de las esencias y recordó aquellos ataques del que, sin duda, era otro ciclismo. Lejos de esperar a las rampas del Galibier para abrir un pequeño hueco, el ciclista del Leopard saltó del grupo de favoritos desde muy lejos para abrir diferencias importantes. Su jugada durante muchos momentos fue maestra. En el pelotón nadie quería colaborar con Evans, conscientes de que le iban a hacer el trabajo sucio a un australiano que en la contrarreloj del sábado parte como gran favorito. Con este panorama, Schleck fue ganando tiempo y confianza.
Pero con ese ataque Schleck no sólo mostró sus credenciales sino que además destapó lo mejor de otros favoritos como Evans o Contador. El australiano entendió que ni Voeckler ni ninguno de los 'gallos' le iban a dar un relevo en pos de arañar tiempo a Schleck, por lo que se puso a tirar como un poseso, marcando un ritmo infernal que le permite seguir vivo en el pulso por el maillot amarillo y sobre todo, para mostrar un sello de ganador del que muchos dudaban.
Precisamente el ritmo del australiano dejó un damnificado inesperado: Alberto Contador. Por primera vez en muchos años, el madrileño sucumbió. Un síntoma claro de que no estaba bien era que nunca se le veía imponer su ley en el frente del grupo de favoritos. Nadie mejor que él lo sabía. Lo fácil hubiera sido bajarse de la bici, hablar de falta de preparación a consecuencia del Giro, de problemas en la rodilla, de falta de suerte con las caídas...como todo campeón, Contador decidió dejar a un lado las excusas, aferrarse a la bici, dar la cara y dar el justo valor al esfuerzo de sus rivales.
Todavía queda Tour, pero al menos a un servidor ya le queda la sensación de haber visto la mejor edición de la 'Grande boucle' en muchos años gracias a todos, cada uno en su papel. Esto sí es ciclismo de verdad, ciclismo con el aroma de antaño.
Publicado el 22 de julio de 2011 a las 09:30.