Los cuartos de final de la Copa América, ¿sorpresa o decepción?
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Mientras las grandes competiciones domésticas se toman un merecido descanso, los amantes del deporte sacian su hambre con la Copa América, un torneo que ya ha entrado en su fase decisiva. Si han estado varios días desconectados de la actualidad, no se echen las manos a la cabeza si miran el cuadro de semifinales y no ven los nombres de Argentina y Brasil y ni siquiera los de algunos posibles 'outsiders' como Chile o Colombia.
Hasta la fecha, el torneo y las grandes estrellas no han respondido a las expectativas. No será el torneo de Agüero, ni de Messi, ni de Neymar, ni siquiera de Falcao o Alexis Sánchez; esta edición de la Copa América será recordada como aquella en la que la distancia entre las grandes selecciones históricas de la Conmebol y las otras más modestas se han eliminado hasta límites insospechados. Esta consecuencia deja dos lecturas antagónicas: lo que para algunos es una democratización necesaria del mundo balompédico, para otros no deja de ser un síntoma evidente de la decadencia que viven dos equipos con más pasado que presente como son Argentina o Brasil.
Lo peor de todo es que, al menos para un servidor, las eliminaciones de Argentina y Brasil no suponen una sorpresa mayúscula. Teniendo en cuenta el rendimiento de ambos equipos en el torneo y el nombre de algunos miembros de sus onces iniciales, no parece tan descabellado que dos equipos bastante apañados como Uruguay y Paraguay les dejen en la cuneta. Más sorprende en cambio que dos equipos como Perú o Venezuela, cuyo único objetivo era tener un papel digno, estén en semifinales. Los de Markarian llegaban a Argentina sin dos referentes como Farfán y Pizarro y con los otros dos, Vargas y Guerrero, 'tocados'.
Como sucediera en el Mundial de 2002, algunos aficionados se congratulan al comprobar que todo sigue siendo posible en este deporte y que los favoritos por su simple condición no tienen asegurado el pase a ninguna ronda. Pero esto no es óbice para mirar con cierto recelo a un torneo en el que pase lo que pase ya no habrá una final con tanto cartel como un Argentina-Brasil y en el que difícilmente se recordará algún encuentro o alguna actuación individual por su brillantez.
Publicado el 18 de julio de 2011 a las 11:30.