Al Chelsea no le vamos a hablar de la suerte
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No habrá 'Clásico' en la final de la Liga de Campeones, al menos esta temporada. El Barcelona se llevó el segundo varapalo importante de la temporada en apenas cuatro días tras caer eliminado ante el Chelsea. Los azulgranas tuvieron todo de cara con un 2-0 al filo del descanso, pero el gol de Ramires en el tiempo añadido de ese primer acto cambió todo el decorado. Messi falló un penalti, el tercer gol no llegaba y para colmo Fernando Torres amplió su lista de tantos importantes batiendo a Víctor Valdés.
La lectura del partido y de la eliminatoria es unánime: el Barcelona hizo muchos méritos para estar en la final. Los de Guardiola dominaron el tempo de los dos partidos, encerraron al Chelsea en su área y gozaron de las mejores ocasiones, pero en este deporte lo que importa es meter más goles que tu rival y ahí los londinenses sí estuvieron más atinados. Tan sencillo y a la vez tan complejo de entender. El estilo del Barça sigue siendo igual de fiable, aunque tal vez sí se puede reprochar al conjunto azulgrana la ausencia de un '9', un Samuel Eto'o, por ejemplo, que pueda secundar a Messi en el plano goleador.
Todos hablan de la suerte del Chelsea, pero los 'blues' deberán reirse en su fuero interno cuando les hablen de la diosa fortuna. En la temporada 2003-2004 se plantaron en semifinales y tras perder 3-1 en la ida lograron dar la vuelta a la eliminatoria en Stamford Bridge hasta colocarse 2-0. El partido era suyo, pero Morientes y su Mónaco firmaron un empate a dos que dejaba a Abramovich sin su ansiada Champions. Un año después tampoco pudieron superar el muro de las semifinales, aunque en esta ocasión el destino fue más cruel, ya que fue un gol fantasma de Luis García el que decantó la eliminatoria con el Liverpool.
No se acaba aquí la lista de infortunios para el Chelsea. En la temporada 2006-2007, de nuevo el Liverpool de Rafa Benítez se cruzó en su camino para dejarlo sin final, aunque en esta ocasión con una dramática tanda de penaltis de por medio. Tras la era Mourinho, llegó la primera gran alegría, la final de Moscú ante el Manchester United. Otra vez una tanda de penas máximas iba a dar al traste con las ilusiones 'blues'. Un resbalón inoportuno de Terry impidió que al fin los londinenses se doctoraran en Europa. Cuatro años después, y curiosamente con otro entrenador interino en el banquillo, el Chelsea vuelve a llegar a una final de Champions, una cita a la que llega tras apear al Barça en unas semifinales con el mismo guión que en la 2008-2009: el que más méritos hizo verá la final por televisión. El destino le debía un guiño al Chelsea, ya veremos si los de Di Matteo se desquitan del todo en la gran final. Pase lo que pase, que nadie le hable a los 'blues' de la diosa fortuna.
Publicado el 25 de abril de 2012 a las 10:30.