¿Y ahora, qué...?
En anteriores artículos hemos escrito y alertado sobre el peligro que corría la fiesta de los toros en Cataluña, debido en parte a la inhibición de los propios profesionales del mundo del toro, que quizás pensaron que por inercia todo iba a continuar igual. Si los toros desaparecen, los aficionados los vamos a lamentar, pero nada más que eso, lamentarlo; sin embargo los más directamente interesados además de lamentarlo lo van a notar en sus bolsillos, lo cual ya es más preocupante. Después de la derrota en el Parlamento Catalán de las enmiendas a la totalidad al proyecto de la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) presentadas por el PSC, PP y Ciutadans, sí se han empezado a alzar voces de los profesionales, concretamente ganaderos impulsando una movilización para lograr que la iniciativa anti no prospere. No es que sea demasiado tarde, pero se podía haber hecho antes para haber parado en primera instancia cualquier atentado a la continuidad de la Fiesta. No vamos a defender aquí el sí porque son muchos los argumentos a favor. A los ya consabidos de tipo artístico, ecológico, cultural y medioambiental, se están sumando los de tipo económico y hasta legal. La prohibición no afectaría sólo a los aficionados a los toros, sino que se ha valorado por el empresariado taurino catalán en 30 millones de euros lo que supondría anualmente en pérdidas para Cataluña y por ahí debe de encontrarse una vía de salida pues en lo tocante al bolsillo, todos, pero en especial los catalanes, muestran una sensibilidad especial. De tipo legal y constitucional también se esgrimen argumentos a favor de la continuidad y en contra de la prohibición. En efecto, la supresión de las corridas de toros atentaría contra la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado que reconoce nuestra Constitución y que los poderes públicos tienen la obligación de salvaguardar, a la vez que se atentaría contra la promoción de la Cultura también previsto en nuestra Carta Magna.
Otra duda a resolver es hasta qué punto un Parlamento Autonómico tiene competencias para prohibir las corridas de toros. Podría en todo caso regular los reglamentos pero su desaparición posiblemente sea competencia exclusivamente al Estado. En fin, no vamos a ahondar en temas de tipo legal porque estamos ayunos en Derecho; me imagino que los interesados tendrán sus asesores para defender cualquier atentado contra la vigente Constitución y sabrán interpretarlo mejor que nosotros que nos guiamos solamente por el sentido común, aunque cuando se trata de políticos miedo me da que se pongan a utilizarlo (el sentido común), pues las consecuencias pueden ser imprevisibles. Desde aquí hasta la primavera en que se debata en el Parlamento Catalán tiempo habrá para ir buscando argumentos de todo tipo para evitar este atentado fundamentalmente contra la libertad de los ciudadanos que deben de ser muy libres para acudir o no a las plazas de toros al margen de cualquier prohibición.
No estamos especialmente preocupados pues la escasa diferencia de votos habida en la primera votación nos lleva a pensar que la mayoría de los políticos catalanes están en contra de la prohibición, Otra cosa es que no lo manifiesten públicamente por no ser políticamente correcto, por eso, sean bienvenidas las votaciones secretas, Así no se pondrá ninguno colorado.
Publicado el 21 de diciembre de 2009 a las 17:00.