Fin de una pobre Semana Grande bilbaína
Con más pena que gloria ha finalizado el Aste Nagusia o Semana grande de Bilbao 2009. Sería largo y prolijo analizar los elementos que han contribuido al desastre pese a estar anunciadas las principales figuras a excepción de José Tomás. El juego del ganado ha sido desastroso luciendo o desluciendo la mayoría de las corridas una falta de casta y fuerza que no es normal. La presentación en general, salvo excepciones ha dejado mucho que desear. ¿ Será que ya no existe el"toro de Bilbao", en definición que empleaban los profesionales del toreo para definir el toro con trapío, bien hecho, con volumen y cabeza de toro-toro? La insistencia en el encaste Domecq como si no existiera otro en el campo bravo ha privado a la afición de ver y comparar las distintas características y comportamientos del toro bravo. A excepción de la corrida de Victorino Martín- y esta con matices- el fracaso ganadero en Bilbao ha sido casi absoluto y preocupante.
Otro aspecto negativo ha sido el de las sustituciones de toreros anunciados, esto por causas de fuerza mayor. Ahora bien, se podría haber cuidado un poco más la elección de los sustitutos. No es de recibo, por ejemplo y dicho sea con todos los respetos, la sustitución de Morante de la Puebla por Iván Fandiño, aunque este nos parezca un buen torero. Otro despropósito fue dejar el mano a mano Juli-Perera en un recital único para El Juli, que ni está en su mejor año, ni en su mejor momento, además de ser un torero monótono y aburrido; y así salió ello, claro; si a lo dicho añadimos las excesivas precauciones, distancias y ventajas que el diestro se tomó, pues resulta lo que resultó, un auténtico petardo a pesar de la bondadosísima afición bilbaína que no sabía lo qué hacer para que el matador saliera triunfante.
Tampoco las figuras han dado la talla; cada vez se torea con más ventaja, siempre a favor de desplazar innecesariamente al toro, tirando de él de forma violenta, fuera de sitio y no es lo malo, con serlo, que esto lo hagan las figuras; vergonzoso es que los toreros del futuro como Luque y Pinar estén aprendiendo las mañas de sus maestros.
La sorpresa, en sentido positivo, surgió en la corrida de Victorino donde se lidiaron seis toros seis, de los de antes y a la que los matadores de turno, Padilla, José Luis Moreno y Diego Urdiales dieron la lidia adecuada: toreo antiguo para toros de los de antes. Se la jugaron y entendieron perfectamente, sobretodo Moreno y Urdiales que a esos toros no se les puede hacer florituras, que hay que torearlos con verdad y sin los ventajismos a los que antes aludíamos. Bien por ellos y ojalá la actuación en Bilbao les sirva para algo; a ellos, a las empresas y al público en general. Ignoramos a la hora de escribir este artículo quién habrá resultado triunfador de la feria pero los jurados acertarían si los honores fueran para Diego Urdiales, con lo mismos méritos que Moreno pero con una oreja en el esportón, oreja de ley, de las de verdad, de las que uno se alegra y a la vez se sonroja cuando se las compara con alguna otra cortada en esta misma feria, aunque han sido pocas, la verdad.
Lo dicho, comportamiento del ganado, comportamiento de las figuras, comportamiento de las jóvenes promesas y las sustituciones realizadas han contribuido al desastre general y a la desilusión. Que la parte positiva haya estado en la actuación de los modestos ante una corrida de verdad, con peligro y dificultades, nos reconforta, pero no es suficiente.
Publicado el 24 de agosto de 2009 a las 19:45.