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Geeta es una niña de 12 años de edad, que llegó a Matruchhaya el pasado 31 de julio, hace menos de tres meses. Entendiendo que la niña no podría sobrevivir mucho tiempo más en las condiciones que estaba soportando, por fin una vecina se atrevió a echarle un trapo por encima, cogerla en brazos, y hacer con ella un largo viaje hasta Matruchhaya. A pesar de su estatura, 149 cm., Geeta pesaba tan sólo 23 Kg. Me dicen que la niña era un auténtico esqueleto, y lo creo, porque ahora que ha engordado cuatro kilos, sigue mostrándose extremadamente delgada.
Geeta no tenía fuerzas para caminar, ni siquiera para mantenerse en pie, en realidad estaba al borde de la muerte por inanición. La vecina contó a las monjas de Matruchhaya, que la madre de Geeta había fallecido hacía varios años, y que el padre era vagabundo y alcohólico. Dijo que últimamente estaba siempre borracho, por lo que era incapaz de ocuparse de sí mismo, y mucho menos de su hija, a la que tenía desnuda y tirada en el suelo de la pequeña chabola en la que vivía, como si fuera un animal, pero sin proporcionarle ningún tipo de alimento.
Cuando llegó a Matruchhaya, la niña tenía convulsiones que la dejaban inconsciente. Inmediatamente la lavaron, la vistieron y la llevaron al hospital. Allí determinaron que además de grave desnutrición, la niña padecía ataques epilépticos y tenía un retraso mental del 75%.
Las monjas, las cuidadoras, e incluso los niños y niñas del orfanato, ven a Geeta tan débil y vulnerable, que se han volcado con ella. En los pocos meses que lleva aquí, probablemente Geeta ha recibido más afecto y atenciones que en toda su vida.
Todo el mundo sabe que el amor hace milagros, y en esta niña es evidente que se está produciendo una transformación espectacular. Ahora habla, y no sólo anda, sino que el otro día, cuando empezamos a bailar con los niños y niñas, nos quedamos perplejos al ver que Geeta también empezaba a bailar. Sus pasos eran torpes y desaliñados, como los de un animal recién nacido, pero era evidente que estaba tratando de imitar el modo en que se movían todos los demás al ritmo de la música.
Cuando terminen las vacaciones del Diwali, Geeta viajará a Ahmedabad con Etka y Punam, y será escolarizada en el mismo centro en el que ellas reciben educación especial desde hace años. Aunque seguirá perteneciendo a Matruchhaya, como Etka y Punam, permanecerá allí durante los periodos escolares, y regresará al orfanato sólo por vacaciones. Las Hermanas de la Calidad de Santa Ana, la misma congregación que regenta Matruchhaya, dirigen esa escuela para menores con discapacidad intelectual. Visitamos el lugar hace dos o tres años, cuando se acabaron las vacaciones del Diwali, y acompañamos a Etka y Punam. Nos pareció un lugar magnífico, del estilo de Matruchhaya: limpio y bien atendido, y tuvimos la impresión de que daban un trato exquisito a todos los internos.
La suerte de Geeta ha cambiado desde el día que llegó a Matruchhaya, y creo que ella lo sabe, por eso, aunque su rostro en ocasiones todavía refleja el horror que ha vivido, se muestra cada vez más alegre y participativa.
Publicado el 28 de octubre de 2009 a las 09:00.