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Ir limpio y aseado, cuando se tienen todas las facilidades, no tiene ningún mérito; en cambio, eso mismo puede elogiarse como una verdadera virtud, por el esfuerzo que supone, cuando se tiene que compartir servicio con muchos vecinos, cuando el cuarto de baño es un pequeño cubículo con sólo un agujero en el suelo como inodoro, un grifo en la pared y un cubo, por supuesto, sin agua caliente; cuando no se tiene lavadora, ni siquiera un fregadero donde lavar, por no hablar de la plancha u otras comodidades. Después de conocer las condiciones de vida de Goyendra, no paro de preguntarme cómo se las arregla para ir siempre impecable.
Comparte una habitación pequeña con tres chicos más, en la que apenas hay sito para dos camas, de modo que tienen que dormir dos en cada una de ellas. Allí mismo cocinan, con un pequeño infiernillo, y comen en el suelo, utilizando la mano derecha como cubierto.
Goyendra tiene 20 años de edad. Se ha criado en Bal Mandir, primeramente en el orfanato central de Naxal, y a partir de los 11 años en Dolha, una de las sucursales de Bal Mandir, fuera del valle de Kathmandu, a donde envían a los varones tras cumplir esa edad.
El día siguiente de nuestra llegada, Goyendra se presentó en el orfanato, porque alguien le había dicho que estábamos buscando un ayudante de cámara para apoyar en su trabajo a Daniel, el responsable del documental de este año. Fue sincero con nosotros, y eso nos gustó. Nos dijo que no tenía ninguna experiencia previa de filmación, pero que estaba dispuesto a aprender lo que fuera necesario. Pronto supimos que, además, al no tener familia, no tenía nada que hacer durante las vacaciones del Dashain, por lo que, podíamos contar con él a tiempo completo durante todos los días de nuestra estancia aquí. Se ofrecía para trabajar con nosotros gratuitamente, simplemente nos solicitaba que diariamente le pagáramos el gasto de transporte hasta Bal Mandir en autobús.
Una de las novedades de este año es que, gracias a un convenio que hemos firmado con la ECAM (Escuela de Cinematografía y Audiovisual de Madrid), uno de los miembros de nuestro equipo de trabajo es alumno de dicho centro educativo. Creemos que gracias a este acuerdo, que haremos extensible a futuros proyectos, la calidad del documental que editamos tras cada experiencia mejorará sustancialmente. Daniel parece un verdadero profesional en ese ámbito, pero además, tiene el apoyo de los profesores de su escuela de cine.
La labor de Goyendra consiste en hacerse cargo del registro de sonido en todos los momentos de grabación, de modo que ni él ni el micrófono aparezcan en pantalla, pero pueda escucharse perfectamente todo lo que la cámara está registrando en imágenes. En ocasiones carga con la cámara y con el resto del equipo para permitir que Dani tenga un pequeño descanso. Pero además de esto, está siendo un magnífico interlocutor con todos los habitantes del orfanato, porque habla su mismo idioma, y por qué es uno de los suyos. Muchos de ellos le recuerdan. Por si todo esto fuera poco, tiene una magnífica relación con los niños y niñas de Bal Mandir. A todos ellos, sin distinción, les trata con muchísimo cariño.
Su relación con Dani es muy buena. Hace tres o cuatro días le invitó a cenar a su casa. Estoy seguro de que, si viviera en un lugar más amplio y tuviera más recursos económicos, hubiera extendido su ofrecimiento a todo el grupo. Dani regresó asombrado por la pobreza del lugar en el que vivía su amigo, y por la cálida hospitalidad de los cuatro muchachos que viven en esa habitación. Fue el propio Goyendra quien se encargó de preparar la cena: unas simples verduras cocidas, pese a lo cual, Dani afirma que probablemente haya sido la comida más rica que haya probado en toda su vida.
Nos duele que Goyendra viva en estas condiciones. Vamos a intentar ayudarle, para que pueda seguir estudiando, aunque sabemos que son muchos los que viven de este modo. En concreto, todos los niños que abandonan Bal Mandir, al llegar a la mayoría de edad, tienen una ayuda económica de unos 30 Euros mensuales durante el primer año, tras lo cual, tienen que sobrevivir por sí mismos. Goyendra está finalizando el equivalente a un bachillerato tecnológico. Afirma que es buen estudiante, y que le gustaría estudiar una ingeniería. Está sobreviviendo gracias a la generosidad de sus compañeros de habitación, y a las clases particulares de matemáticas que da a varios niños.
He recordado que el primer año que trabajamos en este orfanato, un joven ex Bal Mandir vino a visitar a sus "hermanos" y "hermanas", y estuvo charlando un rato con nosotros. Afirmó que la vida allí era dura, pero que lo realmente difícil empezaba cuando abandonan Bal Mandir.
José Luis Gutiérrez
Kathmandu, 14 de octubre de 2010
Publicado el 21 de octubre de 2010 a las 14:30.