Devi
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Devi se siente desgraciada, y por lo que recuerda, se ha sentido así siempre. Exceptuando momentos fugaces de alegría, algunos de ellos asociados a nuestra presencia en Bal Mandir, la tristeza ha presidido la vida de de esta niña de 14 años de edad. A menudo he pensado que no debería hablar de sí misma con ese tono de autocompasión que emplea, aunque creo que en su caso es una manera de reclamar el afecto del que ha estado privada desde que nació.
No recuerda la edad que tendría cuando fue abandonada en Bal Mandir, pero todos sus recuerdos de la infancia están ligados a este orfanato. Dice que, siendo muy pequeña, una pareja extranjera se interesó por ella, y quiso adoptarla pero, cuando indagaron en su historial médico, y supieron la enfermedad que padecía, desecharon su primera intención, y nunca más volvieron a aparecer por Bal Mandir.
La poca información que nos ha suministrado la dirección del orfanato con respecto a sus internos, dice que Devi tiene Nystagmus. Por lo que he podido averiguar, Nystagmus hace referencia al movimiento involuntario de los globos oculares, no es una enfermedad, sino un síntoma de un problema neurológico. Devi afirma abiertamente que los médicos saben que se va a quedar ciega, y por ello ya le están enseñando Braille en su escuela, el Laboratory School, un centró educativo de integración, algo verdaderamente extraño en Nepal. En esa escuela los niños y niñas con diversidad funcional están escolarizados junto al resto de los niños. Devi se aloja en el internado del propio colegio, de modo que, sólo está en Bal Mandir por vacaciones. Asegura que le gusta más vivir en el orfanato que en la residencia de la escuela, pese a que es consciente de que las condiciones de vida allí son mucho mejores, en Bal Mandir se siente más querida, aquí tiene algunas amigas (no muchas), mientras que en la escuela dice estar muy sola.
Hace varios meses, Devi se fugó del orfanato junto con otras dos niñas, Nikita y Mina. Las tres se presentaron en una comisaría de policía para dar quejas de las condiciones de vida en Bal Mandir. Se organizó un buen revuelo. Después de aclarar todo con los responsables del centro de menores, la policía devolvió a Devi y Nikita a su orfanato. Devi, que parece una niña muy obediente y respetuosa, aseguró que había sido forzada por Mina en ese alocado suceso, pese a lo cual, nada más llegar a Bal Mandir, recibió un tortazo de su cuidadora por su osadía. Nikita recibió tres o cuatro, porque ya era la segunda vez que se escapaba. Mina, que según parece era la cabecilla del motín, dijo en comisaría que bajo ningún concepto deseaba regresar al orfanato, y pidió que localizaran a algún familiar suyo. Finalmente, un pariente la recogió, y se la llevó a su aldea natal.
Lo que más acompleja a Devi no es su problema de visión, sino su reducida estatura. Ignoro si su enanismo moderado tiene alguna relación con su enfermedad neurológica degenerativa, pero parece que en este momento es lo que más le preocupa.
Hace unos días, en un descanso entre baile y baile en el patio central de Bal Mandir, ofrecimos el micrófono a los niños o niñas que desearan cantar, y Devi fue una de las que se animó a hacerlo. Nos gustó mucho su voz y la canción, aunque, por supuesto, no entendimos el significado de su letra. Al día siguiente, Daniel pidió a Devi que volviera cantar esa misma canción para grabarla, y poderla utilizar en el documental. Por problemas técnicos, tuvimos que repetir la grabación una vez más, y de paso Daniel ofreció a Devi la posibilidad de que contara, delante de la cámara, todo lo que deseara acerca de su vida y de Bal Mandir. Devi habló de la canción que había cantado, y explicó que era una canción escrita hace años por una mujer que se había criado en Bal Mandir y ahora trabajaba como profesora en una escuela, y su letra hablaba del modo de vida de los niños y niñas que habitan en este orfanato y de la corrupción de sus dirigentes. Nos sorprendió mucho el tono de protesta que escondía esa canción de dulce melodía, interpretada por la delicada voz de Devi.
Hemos felicitado a Devi varias veces por lo bien que canta, y ahora la niña afirma que de mayor le gustaría ser cantante. Aunque sé que es muy improbable que ese sueño se haga realidad, me gusta que de la boca de Devi salga un pensamiento positivo, un anhelo, una ilusión de futuro, aunque sea utópica.
José Luis Gutiérrez
Kathmandu, 17 de octubre de 2010
Publicado el 22 de octubre de 2010 a las 10:00.