Chandrika
Chandrika con sus padres
Nadiad, 17 de noviembre
En este momento, Chandrika es la niña más feliz del orfanato. Sus padres adoptivos llegaron el sábado, y ella les recibió con absoluta naturalidad, como si les conociera de toda la vida. Hacía días que sabía que sus papás iban a venir a recogerla para llevársela a España, pero yo creo que ella no era consciente de lo que eso significaba, y aún hoy no puede siquiera intuir el cambio tan grande que esto supondrá en su vida.
Todos estábamos pendientes del primer encuentro. Tratábamos de imaginar cómo serían los padres que le habían tocado en suerte a la preciosa niña. Pablo y Rosa, los nuevos padres de Chandrika, nos causaron muy buena impresión, nos saludaron afectuosamente, y se interesaron por nuestro trabajo, aunque no podían disimular que el verdadero foco de interés para ellos era otro.
Rosa besaba y abrazaba a Chandrika como lo haría cualquier madre que llevara varias semanas sin ver a su hija. Se la veía nerviosa. Pablo en cambio se mantenía sereno, más distante. Su actitud me pareció prudente, era mejor esperar a que la niña iniciara por sí misma el acercamiento, no era bueno agobiarla, y parecía claro que la pequeña mostraba una querencia más clara hacia la madre. Chandrika no paraba de sonreír. Era el centro de atención de todas las miradas, pese a lo cual no se sentía intimidada.
Chandrika ahora tiene unos tres años y medio. Resulta imposible saber con exactitud su fecha de nacimiento porque fue abandonada en la estación de tren de Nadiad hace poco menos de dos años. Las estaciones ferroviarias en India son lugares tremendamente transitados; miles de personas se mueven a todas horas por el vestíbulo y por las inmediaciones de la estación, en todas las direcciones, y entre ellos, muchos vendedores ambulantes.
Un comerciante, que vendía unos bollitos que aquí llaman "cara de luna", vio un bebé junto a su carro, y se sorprendió porque no había visto a nadie dejarlo allí, pero en definitiva, tal era el trasiego, que era natural que le hubiera pasado desapercibido. Además ese día estaba haciendo muchas ventas. Tal vez por no interrumpir su buena racha, quiso pensar que la madre de la criatura la había dejado allí momentáneamente, pero regresaría pronto. Ninguno de sus clientes, ni los transeúntes, debieron de extrañarse, porque el bebé estaba tan próximo al carro, que debieron de pensar que era del tendero.
No tardó mucho en terminar de vender toda su mercancía, y entonces ya sí decidió hacer algo al respecto. Se acercó al bebé, y le pareció que se encontraba bien, incluso le dedicó una sonrisa. El hombre aprovechó que un policía pasaba por allí, para comunicarle el abandono.
A partir de ese momento se puso en marcha el protocolo establecido para estos casos: ficha policial, traslado al orfanato, examen médico, anuncios en prensa y en televisión, para tratar de encontrar a la madre, o a algún familiar que pudiera dar cuenta de su procedencia, y finalmente, transcurrido el tiempo reglamentado sin que nadie reclame a la niña, el consentimiento gubernamental para que la niña pueda ser ofrecida en adopción.
La fecha de nacimiento la determinaron en la comisaría de policía por estimación, y el nombre, Chandrika, que en gujarati significa "luz de luna", por alusión al humilde vendedor de "caras de luna" que la encontró.
El año pasado por estas fechas, trabajamos con ella por primera vez, y era una de las niñas más queridas del orfanato, por pequeña, por guapa, por simpática y por graciosa. Ahora ha pasado a ser la más afortunada de Matruchhaya. Todos nos alegramos por ella, y por Pablo y Rosa, que ahora concluyen un tortuoso periplo por la adopción, de más de cuatro años.
También los niños y niñas de Matruchhaya, que quieren mucho a Chandrika, se sienten felices de que su historia tenga un final feliz, pero es inevitable que en estos momentos se pregunten por su propio futuro. La mayoría no dicen nada, pero percibimos en sus caras cierta pena, no sólo por que su amiga se va, sino también porque ellos se quedan, y no ven en el horizonte cercano posibilidades de seguir el camino de Chandrika.
Estos días que han estado aquí Pablo y Rosa, hemos notado al resto de niños y niñas más afectivos con nosotros, más necesitados de cariño.
Veronika ya me ha preguntado tres veces si ella puede ir a España. No he sabido qué responderle. Hubiera querido darle una explicación, decirle al menos que, aunque nunca llegue a ser adoptada, en Matruchhaya y en España hay mucha gente que la queremos, y que la vamos a apoyar en todo lo que necesite; pero el idioma para este tipo de razonamientos es una barrera, pues estos niños saben muy poco inglés, y nuestro conocimiento del gujarati no da para tanto.
A estas horas Rosa, Pablo y Chandrika ya están de camino hacia Bombay. Allí tendrán que arreglar los trámites finales en el consulado español, y el jueves saldrán de India hacia nuestro país. Muy pronto en España habrá dos Chandrikas: mi hija menor, que ya ha cumplido veintiún años, y la pequeña Chandrika. Ojala que todas las niñas y niños de Matruchhaya tuvieran la misma suerte que ellas.
Publicado el 18 de noviembre de 2008 a las 11:45.