Colapso
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Después de un mes en Bal Mandir, con la mente volcada en nuestras actividades, y en los problemas de los niños y niñas que viven en ese orfanato, la llegada a Madrid ha sido dura. Reuniones, tareas atrasadas, el inicio del nuevo curso y los últimos preparativos del siguiente proyecto en Matruchhaya, reclamaban mi atención con urgencia, ya que, el próximo miércoles 14 de octubre saldré hacia India con un nuevo grupo, para trabajar con los menores que viven en el orfanato en el que, hace ya más de diez años, adoptamos a nuestras hijas Roshní y Chandrika.
El estrés, el cambio de horarios, la fatiga, el disgusto por el fallecimiento de mi mejor amigo de la infancia mientras estábamos en Kathmandu, o una simple infección de garganta, o tal vez la confluencia de todo esto, han debido provocar una especie de colapso en mi organismo, y de pronto me he visto sin fuerzas para moverme. No me he alarmado mucho, porque no es la primera vez que me ocurre pero, por si acaso, Aurora me llevó al hospital. Nada grave: reposo, beber mucho líquido, tratamiento con antibióticos durante tres días, y con eso, espero estar totalmente recuperado antes del próximo miércoles.
Cuando me vi sin fuerzas para levantarme de la cama por mí mismo, o cuando necesité la ayuda de mi mujer para afeitarme, ducharme, vestirme y tomar el desayuno, no pude evitar acordarme de Lata, Roji y Nimi, prisioneras, como yo en ese momento, de su propio cuerpo.
Entonces pensé que una de las cosas más importantes que hemos hecho durante estos días en Bal Mandir, ha sido recuperar esa silla de ruedas que estaba almacenada en una habitación del orfanato, y utilizarla para sacar a Lata del cuarto en el que permanece recluida, junto con Roji y Nimi, desde hace años. Fue maravilloso ver a Lata recorrer pasillos, patios y exteriores de Bal Mandir; lugares que probablemente nunca había visto; o reírse y participar de la fiesta de despedida, rodeada de niños y niñas que bailaban y se divertían.
Pero somos conscientes de que, en realidad, todo esto sirve de poco si no somos capaces de darle continuidad, si la puerta de la celda de estas tres niñas se abre sólo una vez al año. Por eso, Pablo y Luis, los especialistas en educación especial que ha trabajado con nosotros en esta ocasión, están haciendo gestiones, para poder contratar a Pradeep, el estudiante nepalés que ha participado en las cuatro ediciones de este proyecto, para que vaya todos los días al orfanato para pasear a Lata en la silla de ruedas, y para tratar de estimular también, de alguna manera, a Roji y a Nimi.
Publicado el 13 de octubre de 2009 a las 09:15.