Bomberos
En todos nuestros proyectos, resultan de gran ayuda los amigos que vamos haciendo en los lugares en donde se desarrollan las actividades con los niños. En ese sentido, en Ecuador hemos tenido la gran fortuna de entablar amistad con distintas personas que, desde el primer momento, se han interesado por nuestro trabajo, y nos han ayudado con una generosidad, entrega y entusiasmo, fuera de lo común.
Dolores, Carlos, Fernando, Handel, Lizi y Rolando, se implicaron decididamente en nuestro primer proyecto en Ecuador, el que llevamos a cabo en 2007, asumiéndolo como suyo, y poniendo tanto empeño en que todo saliera bien, como cualquiera de nosotros, con la diferencia y que ellos, al ser de aquí, podían gestionar y solucionar problemas que nosotros no hubiéramos sido capaces de resolver. Por otro lado, como todos ellos tienen vinculación estrecha con el mundo del arte y la cultura, sus aportaciones resultaron especialmente enriquecedoras.
En Cuenca, además de la ayuda de las Hermanas Mercenarias, en cuyo convento de Sinincay nos alojamos y trabajamos, tenemos el apoyo incondicional de nuestros amigos Ricardo y Diana.
Él es pintor y ella profesora de Trabajo Social en la Universidad de Cuenca. A través de ellos, vamos conociendo a muchas otras personas. Nos asombra el entusiasmo que Ricardo y Diana ponen en todo lo relacionado con nuestro trabajo. Se muestran siempre solícitos y dispuestos a ayudarnos. Da la impresión de que están deseando poder sernos de utilidad, son capaces de dejarlo todo, o de alterar su rutina cotidiana para atendernos. En este sentido, Aurora y yo pensamos que tenemos mucho que aprender de nuestros amigos ecuatorianos.
Una de las actividades que habíamos programado para llevar a cabo con los niños y niñas que Sinincay durante este mes de julio, consiste en que cada menor pinte su propia camiseta con colores especiales para tela, que hemos traído desde España, porque no estábamos seguros de ser capaces de encontrarlos aquí. La idea consiste en que cada uno de los 120 niños y niñas que participan en nuestras actividades, realice diversos dibujos sobre papel, a modo de bocetos, para elegir uno, y trasladarlo a su camiseta.
120 camisetas de algodón, aunque la mayoría serían tallas pequeñas, ocuparían mucho en el equipaje. Además, pensamos que no tendría sentido traerlas desde Madrid, cuando probablemente en Cuenca se podrían encontrar, incluso más baratas que en nuestro país. Por eso, una de nuestras primeras misiones consistía en buscar por Cuenca algún almacén o tienda que pudiera suministrarnos ese material, con la condición de que fueran camisetas de algodón, de distintos colores, pero lisas, es decir, sin ningún tipo de estampación. Las monjas de Sinincay nos dieron las señas de varios lugares en donde podríamos encontrarlas, pero en todos ellos, las camisetas que vendían para niños, tenían algún motivo decorativo.
Nuestros amigos Ricardo y Diana, inmediatamente hicieron varias llamadas telefónicas, y nos condujeron hasta una tienda, propiedad de Boris, un primo de ambos.
Cuando llegamos al establecimiento, nos presentaron, y explicaron a Boris para qué queríamos las prendas. Con mucha amabilidad, nos ofreció camisetas de algodón, de diversos colores, de todas las tallas, y lisas, sin ningún tipo de estampación. Además, nos las dejó a un precio realmente bueno. Como llevábamos una lista de todos los niños y niñas que participan en la actividad de Sinincay, y sus edades, pudimos determinar las tallas que necesitábamos, y salimos de la tienda con las 120 camisetas.
Boris nos dijo que, además de regentar ese negocio, trabajaba en la estación de bomberos que había justamente enfrente de su tienda. Creo que, en ese instante, por la mente de todos nosotros pasó el hecho de que pretendíamos prender fuego al volcán de papel maché que queremos hacer con los niños y niñas de Sinincay, algo que nos intranquilizaba un poco, aunque estábamos dispuestos a adoptar todas las medidas de seguridad necesarias para no correr ningún riesgo.
Le explicamos a Boris en qué consistía el trabajo de este año, además de las camisetas. Antes de que pudiéramos formularle la pregunta que a todos nos rondaba, Boris afirmó que podía acudir a Sinincay, el día que nosotros le indicáramos, junto con otros compañeros bomberos, uniformados y equipados para la acción, con un camión de los que utilizan para apagar incendios.
-Pero nosotros no podemos pagaros este tipo de servicio -dije yo, abrumado por el ofrecimiento de Boris.
-No se preocupen, no es la primera vez que hacemos actividades solidarias, especialmente si están relacionadas con los niños -respondió Boris sonriente. -Además, podemos enseñar a los menores cómo funciona una dotación de bomberos.
Aquello nos parecía excesivo; desplazar una dotación de bomberos a 6 Km. de su lugar de origen, para acompañarnos durante la fiesta y la quema de nuestro "volcán enfadado", era más de lo que nos hubiéramos atrevido a solicitar; pero estas coincidencias se producen con frecuencia, de manera mágica, en esta tierra.
Recordé entonces que en 2007 construimos una balsa con los niños y niñas de Quingue, y de pronto, nos encontramos con el problema de que no había modo alguno, con los medios de ese humilde pueblo de pescadores, de sacar la balsa mar adentro, lo suficientemente lejos como para asegurarnos de que la marea no la devolviera al poco a la playa, y si fuera posible, que la corriente que en esa época del año ascendía hacia el norte, arrastrara nuestra balsa hasta las costas de México o Estados Unidos. Entonces nuestros amigos Carlos, Dolores, Handel, Lizi y Fernando, ni cortos ni perezosos, contactaron con la Armada ecuatoriana, con la Comandancia de la Marina de Atacames; y ante nuestra sorpresa, el día señalado para botar la balsa, un oficial de la Marina y un marinero se presentaron en Quingue con una barca con motor, dispuesta a remolcar nuestra balsa.
Cuando salimos de la tienda de Boris, nuestro amigo Ricardo dijo:
-Si os parece bien, yo podría hacer que acudiera a esa fiesta final la banda de música del ejército.
Todos nos reímos pensando que estaba haciendo un chiste; pero Ricardo se mostraba muy serio, e inmediatamente comprendimos que no estaba bromeando. Repitió que, efectivamente, sin mucho esfuerzo, podría conseguir que los músicos militares se desplazasen hasta Sinincay, para amenizar nuestra fiesta. Nos quedamos perplejos.
Dos días después, volvimos a pasar por la tienda de Boris, para asegurarnos de que su ofrecimiento era firme, y para darle ya la fecha y la hora de inicio de la fiesta. En su agenda anotó "24 de julio, a las 16 horas en Sinincay", y añadió: -Sin problema. Allí estaremos. Podéis estar seguros.
Al ofrecimiento de la banda de música del ejército todavía no hemos dado respuesta, porque pensamos que esto empezaba a adquirir unas dimensiones mucho más grandes de lo que habíamos imaginado, pero últimamente estamos empezando a preguntarnos ¿por qué no? ¿Por qué no dar a los niños y niñas de Sinincay una fiesta apoteósica, con bomberos y banda de música, sin abandonar el ritual mágico que implica la quema del volcán con todos los deseos de los menores en su interior?
Por otro lado, si alguno de nuestros niños o niñas anhelan ser de mayores bomberos, músicos o militares, ese día podrán ver más cercanos sus sueños; y si además Chimborazo, como esperamos, ayuda hacer realidad sus ilusiones, puede que a partir de ese momento todo se ponga a favor de los menores de Sinincay.
Publicado el 10 de julio de 2009 a las 10:15.