Archivado en: Editorial, Fiesta Nacional, 12 de Octubre, Desfile Fuerzas Armadas, Zapatero, Abucheo, Venezuela
Un año más, los gritos y abucheos al presidente del Gobierno han marcado el desfile militar con motivo del Día de la Fiesta Nacional. Los pitidos y silbidos al jefe del Ejecutivo fueron constantes durante la hora y media que duró el acto. Es el quinto año consecutivo que el público asistente abuchea al presidente del Gobierno. El desfile, más austero que otros años a causa de la crisis, no ha estado exento de polémica, además de por la tradicional pitada a Zapatero, que ya se ha convertido ya en un clásico, por la ausencia de la bandera venezolana, nación invitada junto a otros ocho países hispano americanos que celebran su bicentenario. Una repentina "indisposición del abanderado" que debía portar la enseña bolivariana, según se justificó desde la embajada venezolana, fue la manera elegida por el gobierno de Chávez para dar un sonoro plantón al rey y a la familia real, al Gobierno y a la mayoría de los presidentes autonómicos y altas autoridades españolas que acudieron al desfile. La ausencia de la representación venezolana coincide con la polémica diplomática surgida entre España y el Gobierno de Hugo Chávez a raíz de las informaciones que vinculan a Arturo Cubillas, alto funcionario de Caracas, con ETA y con su presunta participación en el entrenamiento de etarras. El Gobierno de Hugo Chávez, lejos de dar muestras de colaboración, ha vuelto a ningunear a España, un desplante que pone en evidencia una vez más la tibieza que está marcando nuestra política exterior, y que ha provocado el rechazo de la oposición. El PP ha llevado al Pleno del Congreso sus críticas al Gobierno por haber reaccionado, desde su punto de vista, sin "firmeza" ni "determinación" ante Venezuela, y ha expresado su censura a toda la política internacional del Ejecutivo por haber fracasado en la "defensa de los intereses de España". Es de entender el malestar de los españoles ante su Gobierno, y su expresión espontánea en las pocas ocasiones en las que puede hacerlo. Pero el patriotismo mal entendido no puede anteponer el rechazo al presidente del Gobierno con el respeto que merece el homenaje a la bandera, a las fuerzas armadas españolas y a los españoles muertos caídos en acto de servicio. Motivos hay más que sobrados para expresar el descontento popular y el rechazo a Zapatero. Pero vivimos, afortunadamente, en una democracia, que contempla sus propios mecanismos para canalizar el descontento. Cuando sean las elecciones, llegará el momento de gritar y abuchear a Zapatero o a Rajoy, papeleta de voto en mano, en las urnas.
Publicado el 14 de octubre de 2010 a las 14:30.