Una conferencia de paz al dictado de ETA
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Los intentos de alcanzar la paz por la vía del diálogo han sido ya explorados con las consecuencias de todos conocidas. Allí donde se atisbara el más mínimo resquicio de esperanza había que intentarlo, y así lo hicieron todos los gobiernos de uno y otro signo político. Las suficientes veces como para cerciorar la nula voluntad de ETA de dejar de asesinar y corroborar que las treguas de la banda no han sido más que una pantomima para rearmarse en tiempos en que la presión policial les ha asestado los golpes más duros. En la estrategia de ETA no se concibe la rendición, ni la entrega de las armas, ni el reconocimiento del daño cometido. En su escenario sólo se contempla la justificación política de sus crímenes. Por eso la Conferencia Internacional de Paz ha sido una mascarada para dar oxígeno a ETA que sólo ha servido para internacionalizar sus objetivos y para insultar la memoria de las víctimas del terrorismo. Un retroceso de los demócratas que ha contado con la inestimable ayuda del PSE y la connivencia del Gobierno, que ha amparado por acción u omisión la celebración de una conferencia organizada para respaldar la hoja de ruta de ETA. Alguien tendría que explicar quién ha pagado el viaje y la estancia en España de los mediadores, porque el colmo sería que encima lo hubiéramos pagado los españoles de nuestros impuestos. La lucha contra ETA no puede tener como estrategia nada más que la derrota incondicional de los asesinos, pues lo contrario legitima el camino de terror recorrido por la banda, que en el más desafortunado símil ha sido calificado por los mediadores como "la última confrontación armada de Europa". Es insultante que la conferencia haya asumido con tanta naturalidad el lenguaje de los terroristas haciendo creer al mundo que en España hay una guerra entre dos bandos que se matan entre sí. Consentir que se equipare a los asesinos de ETA con las víctimas a las que los mediadores ni siquiera se han dignado a escuchar es una de las últimas villanías que tendremos que soportar a este Gobierno, que busca a la desesperada una baza electoral a costa del supuesto fin de ETA. Con la declaración de los mediadores ya sólo cabe esperar la declaración pública de la banda instando al Gobierno a que dé el siguiente paso. Se lo han servido en bandeja: la resolución de la conferencia de paz recomienda a España y Francia que negocien con los etarras como si se tratara de dos bandos enfrentados, y que paralelamente se abra una mesa de partidos. Ni la propia ETA lo podría haber escenificado mejor.
Publicado el 20 de octubre de 2011 a las 20:00.