Difícil equilibrio con Marruecos
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Los graves acontecimientos que se vienen produciendo estos últimos días en el Sahara Occidental dejan en evidencia, una vez más, la preocupante debilidad del Gobierno en el terreno de la política internacional, así como su incapacidad para mantener un discurso coherente en el tiempo. La inoperancia, el silencio y la ambigüedad de nuestros mandatarios ante los constantes abusos de Marruecos sobre el pueblo saharaui han provocado una auténtica ola de indignación, algo que, por otra parte, no debería extrañarle a un Ejecutivo que cuenta entre sus filas con no pocos simpatizantes de la causa del Sahara: sin ir más lejos, la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, ha mostrado públicamente en muchas ocasiones su rechazo ante la política de represión que ese rey "de origen divino", Mohamed VI, mantiene en el Sahara. Es evidente que nuestra política exterior ha de ser coherente con las necesidades y sensibilidades de la UE, pero los lazos históricos en torno a este asunto y la proximidad geográfica invitaban a liderar desde España una reacción de condena europea ante los atropellos del régimen marroquí. También resulta comprensible que un Gobierno atienda sus intereses y problemáticas respecto a otro país -en este caso van desde la pesca y la agricultura al control del narcotráfico y la inmigración, sin olvidar Ceuta y Melilla-, pero lo que no es lícito es que ante el clamor de todo un país, el Gobierno no defienda enérgicamente el respeto a los derechos humanos y a la libertad de expresión. Cuando en un escenario de conflicto se impide el libre acceso a los medios de comunicación se corre el riesgo de contar parcialmente los hechos y ser correa de transmisión de intoxicaciones interesadas de una y otra parte. Los medios nos hemos lanzado a comentar las brutalidades de la entrada de la policía marroquí en el campamento saharaui próximo a El Aaiún basándonos en algunas imágenes difundidas que en la realidad correspondían a unos niños de Gaza. Por eso es esencial permitir la entrada libre a los periodistas, para que puedan contar con rigor y sin manipulaciones lo que está ocurriendo en la zona. En caso contrario, tendremos que conformarnos con las explicaciones dadas por el Gobierno de Marruecos, cuyo ministro del Interior, Taieb Cherkaoui, de visita en España, ha acusado a los medios españoles de atizar el odio y el racismo, y que ha atribuido a un accidente la muerte, en un brutal e injustificado atropello, de un español. Unas explicaciones que el gobierno español, se ha visto obligado a dar por buenas.
Publicado el 18 de noviembre de 2010 a las 10:45.