Patrimonio. Donde dije Digo, digo Diego
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A estas alturas de la película volver a sacar en procesión el Impuesto de Patrmonio parece una broma de mal gusto, por más que inente ponerme en la piel del candidato Rubalcaba, que ya no sabe qué vender para desmarcarse de la gestión del Gobierno y remontar la debacle que le auguran las encuestas. Rubalcaba ha creído encontrar un filón electoral en el caladero de los indignados y la izquierda necesitada de gestos y se ha puesto la gorra de Robin Hood para repartir entre los pobres lo que le guinda a los ricos. Es una baza a la desesperada cuyos hipotéticos resultados, en recaudación y en votos, son más que discutibles. Ni siquiera Rodríguez Zapatero creía en el impuesto cuando en 2008 decidió suprimirlo, tanto por la injusticia que suponía, pues afectaba sobre todo a las clases medias, como por su ineficacia. A las grandes fortunas no se les pilla por el patrimonio, que evidentemente no lo declaran en el IRPF, para eso están las sociedades mercantiles y las SICAVs. Como siempre, pagarán el pato los mismos, las rentas medias, a las que penaliza su ahorro y que tendrán que pagar dos veces al haber tributado previamente en el IRPF. Rubalcaba tiene frente a sí las encuestas que le indican las peores perspectivas para el PSOE.A falta de ideas y medidas para poner en práctica, medidas que por impopulares podrían restarle aún más votos, ha tirado de la ideología para alimentar un debate falaz entre ricos y pobres que contente a un electorado cada vez más desengañado. Como el tiempo es el juez inexorable que quita y da razones, sólo hace falta recordar las palabras del presidente del Gobierno cuando justificó la supresión del impuesto para garantizar la igualdad de los españoles y como estímulo para no penalizar el ahorro. ¿Acaso hoy el Impuesto sobre el Patrimonio es más justo que era entonces? Nadie puede estar en contra de un reparto más equitativo de la riqueza. Ni hay que cargar demagogicamente contra quienes legitimamente han ganado dinero con esfuerzo y talento, pero tampoco hay que cruzarse de brazos viendo a las grandes fortunas reírse de las intentos de hacerles aportar un poquito de su riqueza en momentos en que hace verdadera falta. Estoy de acuerdo que en España hace falta una reforma fiscal en profundidad para que el tópico de que pague más quien más tiene sea una realidad y la carga fiscal no recaiga siempre sobre las clases medias. Pero es una reforma que debe ser consensuada, y no improvisada y aprobada de tapadillo en los últimos estertores de legislatura para mayor gloria del candidato.
Publicado el 14 de septiembre de 2011 a las 16:45.