Un problema de leyes, no de números
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Sin entrar en la guerra de cifras entre los sindicatos convocantes de las movilizaciones de los profesores y el Gobierno de Aguirre, el seguimiento ha sido más que considerable. Probablemente los docentes tienen mucha, o parte de razón, en sus reivindicaciones, pero están siendo instrumentalizados por los sindicatos. No confundamos el debate, porque los profesores no están defendiendo la enseñanza pública, que no está en cuestión por más que algunos se empeñen. Están en pie de guerra en un conflicto laboral en protesta por dos medidas concretas que afectan a su desempeño profesional, el aumento de dos horas lectivas y la no renovación de interinos, y podría solucionarse con un poco más de flexibilidad de las partes, especialmente la Consejería de Educación, que aún no se ha sentado a negociar. El lema "escuela pública de todos y para todos" escogido por los sindicatos para sus algaradas no tiene nada que ver con el aumento de las dos horas lectivas que supuestamente ha motivado las movilizaciones. Tal parece que lo que se persigue es provocar agitación social y alargar el conflicto hasta las elecciones del 20-N como expresión del rechazo social a un gobierno del PP que previsiblemente tomará medidas impopulares, pero no por ello menos necesarias, que el gobierno del PSOE no se atrevió a tomar. Estamos ante el ensayo general de la que nos espera en la calle después de las elecciones en lo que promete ser una legislatura de cacerolada. Pero el problema de la educación no es de recortes, sino de resultados, como indican machaconamente los informes de la OCDE y PISA, que nos sitúan a la cola de los países desarrollados a pesar de que la inversión en educación es mayor. La calidad de la enseñanza no está amenazada por el incremento de horas lectivas, sino por las erróneas políticas educativas de las últimas dos décadas. En 25 años se han promulgado seis leyes orgánicas de educación, de las cuales cinco fueron aprobadas por un gobierno socialista. Los efectos de este batiburrillo legislativo están a la vista: estamos en el pelotón de cola del rendimiento escolar, y en la cabeza del abandono. Se ha perdido el respeto al profesor y se ha primado la cultura del no esfuerzo. No he escuchado a este ministro, ni a los anteriores, ni tampoco a los sindicatos y mucho menos a los profesores, levantar la voz por esta cuestión. Afirmar, por el contrario, que cinco o diez niños más por clase afecta a la calidad de la enseñanza, es de chiste. Las horas de huelga perdidas por los alumnos sí que repercuten en la calidad de la educación.
Publicado el 22 de septiembre de 2011 a las 17:15.