La cortina de humo del insulto
Archivado en: Editorial, Leire Pajín, Francisco Javier León de la Riva, Valladolid
No puede haber disculpa ni justificación para palabras tan desafortunadas como las que pronunció el alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva, referidas a la recién nombrada ministra de Sanidad, Leire Pajín. Una persona elegida democráticamente para representar a los ciudadanos tiene que ser capaz de contenerse en sus manifestaciones cuando se trata de descalificar a un contrario por su aspecto físico o su condición sexual. Y esto es de aplicación universal para toda la clase política. El insulto es una práctica demasiado extendida entre los políticos de uno u otro signo, y sobrados ejemplos tenemos en España. O acaso la bancada socialista no se hartaba de reír y aplaudir las ocurrencias de Alfonso Guerra cuando sacaba a relucir su afilada lengua para llamar "Mariposón" a Rajoy, durante un mitin en Rodiezmo, o desde su escaño en el Congreso para calificar a Suárez de "Tahúr del Mississippi", "Marmolillo de la Moncloa" a Calvo Sotelo, "Mariquita Pérez" a Soledad Becerril o "Monja Alférez" a Loyola de Palacio. Ningún miembro o "miembra" del PSOE reclamó una disculpa entonces, ni siquiera en los dos últimos insultos, dirigidos a mujeres. Por eso sorprende la reacción que ha tenido el PSOE contra las deplorables manifestaciones del alcalde vallisoletano y la complacencia con las proferidas por el ministro de Fomento, referidas con ambigüedad calculada "al plumero" de Mariano Rajoy. En su justificación, el nuevo secretario de organización socialista, Marcelino Iglesias ha hecho gala del doble rasero que aplica el PSOE cuando la descalificación proviene de la derecha. "Tienen una dimensión distinta. Me preocupa profundamente cuando las expresiones tienen un carácter machista contra las mujeres", se ha limitado a decir. Nadie se rasgó las vestiduras en el PSOE cuando el alcalde de la localidad madrileña de Getafe, Pedro Castro, llamó a los votantes del PP "tontos de los cojones". El caso es que estamos asistiendo al nuevo estilo de comunicación del Gobierno, ejercido con maestría con la dirección de Rubalcaba, el estilo de la cortina de humo que transforma el insulto en herramienta electoral para desviar la atención de los ciudadanos de los verdaderos problemas y la falta de acción política para salir de ellos. ¿A alguien le puede extrañar que mes a mes los barómetros de opinión confirmen la desafección que los ciudadanos sienten hacia sus gobernantes, hasta el punto de percibir a la clase política como uno de los principales problemas que tiene España? Más gobierno y menos agitación.
Publicado el 28 de octubre de 2010 a las 12:30.