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Como hemos podido comprobar estos días, los recientes cambios políticos en Grecia e Italia apenas han tenido impacto en los mercados, que lejos de apaciguarse, han seguido dando señales de que no se están dispuestos a conformarse con el lavado de cara de los gobiernos que han cambiado a los políticos en ejercicio por tecnócratas de prestigio. Tampoco les parecen suficientes las declaraciones institucionales grandilocuentes, como las recientemente pronunciadas por Angela Merkel reconociendo que Europa atraviesa su hora más difícil desde la II Guerra Mundial, realidad de la que no está muy alejada. Los mercados no van a conceder la más mínima tregua a los nuevos gobiernos del sur de Europa. Quieren hechos concretos y no les basta con las promesas de enmienda de los Estados con mayores dificultades, como Italia, Grecia y, por supuesto, España. El recibimiento con que los mercados han saludado la llegada de los tecnócratas Papademos y Monti es el mejor ejemplo de que un cambio político no genera por sí mismo la confianza necesaria. Un serio aviso para España, cuya prima de riesgo se ha disparado en la recta final de la campaña electoral hasta alcanzar las cotas mas altas de la historia del euro, acercándose peligrosamente a los 500 puntos que marcaron Grecia Portugal e Irlanda antes de ser rescatadas. Son señales elocuentes de que las elecciones generales de este domingo no son suficientes por sí solas para generar la confianza que los mercados demandan y de que el Gobierno que tome las riendas debe ser consciente de que el cambio político no basta si no va acompañado urgentemente de una agenda de reformas en profundidad y de la determinación necesaria para sacarlas adelante. Un escenario en el que todos, Gobierno, oposición y agentes sociales tienen que actuar con responsabilidad y ser conscientes de que estamos en una situación límite y de que nos jugamos nuestra supervivencia como Estado soberano y el bienestar de los españoles. Los mercados aguardan expectantes como el cazador ante una posible presa, a la espera de que el domingo salga un gobierno fuerte, con mayoría suficiente para aplicar con coraje las reformas necesarias para cumplir los objetivos de deuda y déficit. El nuevo Gobierno tiene que ofrecer más que palabras y convencer con hechos de que se están tomando medidas que sienten las bases de una estabilidad que garantice el cumplimiento del déficit y el crecimiento de la economía. Va a costar sangre, sudor y lágrimas, pero hay que hacerlo, con consenso, o sin él.
Publicado el 18 de noviembre de 2011 a las 14:30.