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Blog de Alberto Castillo

Sin acritud

Escenario tras la derrota

Archivado en: Editorial, elecciones autonómicas y municipales, derrota PSOE, nuevo secretario general PSOE

Talante ZP

 

La apabullante derrota del partido socialista en las autonómicas y municipales, el peor resultado obtenido por los socialistas en la democracia, y que ha supuesto la pérdida casi absoluta del poder municipal y regional, ha sido un voto de castigo sin precedentes que tiene que dar lugar a un ejercicio de autocrítica mayor que el de atribuir el masivo rechazo de las urnas a la crisis internacional. No hay que buscar más explicaciones que la lectura directa de los datos: los españoles están hartos de Zapatero, de su gestión, y de su incapacidad para hacer frente a la crisis. Han dejado claro que no quieren ser gobernados por el zapaterismo en sus ayuntamientos y comunidades, y han reclamado a gritos un cambio de rumbo que se traduce en 10 puntos y más de dos millones de votos de diferencia del PP sobre el PSOE. Por el contrario, las reacciones de los responsables de la debacle socialista, en primer lugar la del propio Rodríguez Zapatero, apuntan a que no habrá adelanto electoral y la maquinaria del aparato se apresta para preparar el proceso de primarias siguiendo la hoja de ruta prevista como si tal cosa. Aunque va a ser difícil frenar la marea interna que exige una profunda revisión del proyecto socialista en lugar de un simple debate de nombres. El lendakari Patxi López ha sido el primero que ha alzado la voz reclamando un congreso extraordinario para relevar a toda la dirección del PSOE. La propuesta de López, a la que se han sumado otros barones socialistas, pretende forzar la salida de Zapatero de la secretaría general y nombrar en su lugar cuanto antes a Rubalcaba. Pero no se trata de decidir entre Rubalcaba y Carme Chacón, ni de evitar el trance de enfrentar a las posibles alternativas que puedan reavivar las cenizas del PSOE. La solución no consiste en pasar página cuanto antes, ni en pactar un simulacro de primarias para elegir al nuevo candidato. No hay convivencia posible entre el candidato y el secretario general si no son la misma persona. Y eso pasa por retirar a Zapatero. La situación de España no permite seguir dilatando las medidas necesarias para salir de la crisis mientras se deshoja la margarita del liderazgo. Para afrontar con éxito la crisis económica hacen falta profundas reformas y capacidad para llevarlas a cabo y está por ver que Rodríguez Zapatero pueda hacerlo. Lo más sensato ante la extrema debilidad del presidente, vapuleado en las urnas y cuestionado por su propio partido, es convocar un congreso extraordinario y elegir en el mismo al nuevo secretario general y candidato, y convocar de inmediato elecciones.

Publicado el 26 de mayo de 2011 a las 09:15.

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Indignación versus indiferencia

Archivado en: Editorial, elecciones autonómicas y municipales, democracia. malestar, manifestaciones

Acampada en Puerta del Sol

Lo venían anunciando las encuestas del CIS: los ciudadanos ven a los partidos políticos como un problema y no se sienten suficientemente representados por ellos. Era sólo cuestión de tiempo que las redes sociales hicieran el resto para congregar a una multitud de ciudadanos cabreados -indignados se autodefinen- que, ante la falta de respuesta de los políticos, han tomado las calles para dejar constancia de su protesta. Hay un profundo malestar en la calle por la gestión de los problemas de los ciudadanos derivados de la penosa situación económica. No es un movimiento que se deba tomar a la ligera, y harían bien los partidos, en lugar de tratar de manipular el descontento, en tomar buena nota de lo que significa. No es una protesta planificada, aunque sorprende la capacidad de organización que han demostrado. Se ha visto por igual a jóvenes y a jubilados, a profesionales en paro y estudiantes sin expectativa de trabajo, a amas de casa... No son antisistema, aunque alguno ha habido en las protestas. Son personas que han tomado la calle para gritar al unísono su hartazgo contra toda la clase política, que han perdido la confianza en las instituciones y en los partidos, y que reclaman una democracia que no consista sólo en depositar un voto cada cuatro años. El movimiento de los indignados ha acabado robando el protagonismo a la campaña electoral y ya no hay quien detenga la protesta. Estas manifestaciones se sabe cómo comienzan, pero no cómo terminan, aunque por el momento ofrece más incógnitas que certezas. Pero España no es el Magreb, ni estamos en Oriente Medio. Nuestra democracia es imperfecta, pero gozamos de una Constitución que ampara nuestros derechos y libertades. Participar en unas elecciones es un signo de la madurez democrática de un país. El sentimiento conformista de quedarse en casa por la desafección que provocan los políticos en los ciudadanos es un gesto, pero no soluciona nada. La indiferencia no se combate con más indiferencia. Ni siquiera por la rebeldía ante un sistema electoral que no permite elegir libremente a los candidatos de una lista cerrada y decidida por los aparatos de los partidos, en el mejor de los casos, es motivo suficiente para perder la confianza en el valor del ejercicio democrático de votar. Aunque la falta de expectativas sea tan fuerte que mueva a sumarse a la manifestación del descontento. Un voto de castigo tiene más capacidad de cambio que una abstención. Hay que ir a votar, aunque ninguna de las opciones resulte atractiva. La rebeldía, mejor con el voto.

Publicado el 20 de mayo de 2011 a las 09:15.

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Una cita ineludible con la libertad

Archivado en: Editorial, elecciones autonómicas y municipales, democracia

Los tiempos de crisis son, por lógica, tiempos proclives a la agitación y a la movilización social. En España lo hemos visto estos últimos días, a través de ese movimiento de ciudadanos descontentos que, bajo el nombre de Democracia Real Ya, ha agitado las calles del centro de Madrid y otras ciudades, y ha copado buena parte de los titulares de los periódicos. No les faltan razones a estos ciudadanos -la mayor parte jóvenes, un colectivo con el que la tasa de desempleo se ceba especialmente- para mostrar su insatisfacción y su frustración ante un panorama político con el que no se sienten identificados. Otra cosa es que, más allá de la legítima crítica a nuestros representantes políticos, se echen en falta igualmente propuestas y alternativas por parte de este heterogéneo movimiento. Pero el deseo y la necesidad de mejora no deben confundirse con el desprecio a un sistema, la democracia, que en España tardamos años en conquistar y sobre el que se asienta un progreso socioeconómico que, aún en tiempos de dificultades, asegura unos mínimos y tiene como piedra angular la libertad. No se puede negar, por evidente, que la situación de España ha empeorado drásticamente en los últimos años. Ahí están los indicadores que sentencian como jueces inexorables que hemos pasado de la octava a la duodécima potencia mundial. También es verdad que la contienda entre los partidos políticos y la falta de entendimiento entre ellos en aspectos esenciales ha erosionado mucho su credibilidad. Pero quizá sea importante que todos y cada uno de nosotros hagamos autocrítica y arrimemos el hombro para salir adelante, en vez de buscar una y otra  vez culpables a quienes endosar la responsabilidad de la crisis. Para ser justos, nuestra situación, pese a las dificultades económicas y a las alarmantes cifras de paro, resulta envidiable tanto para generaciones anteriores de españoles, que vivieron bajo el látigo de la dictadura, como para otros países que aún no han alcanzado la democracia. Sin una estructura institucional democrática sólida es muy difícil, por no decir imposible, que un país cree riqueza de forma sostenible y la distribuya. Por eso es importante que el próximo 22 de mayo acudamos a las urnas para elegir a nuestros representantes para estos tiempos de incertidumbres. Este domingo tenemos, por encima de todo, una cita con la democracia. Seamos críticos, pero no por ello dejemos de ser constructivos. No despreciemos lo que tanto costó conseguir. No le demos la espalda a nuestras conquistas. Se trata de una cita con la libertad.

Publicado el 19 de mayo de 2011 a las 10:45.

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Metamorfosis políticas en campaña electoral

Archivado en: Editorial, elecciones autonómicas y municipales

Que la primavera la sangre altera es de todos sabido, pero la metamorfosis que sufren algunos políticos en estas fechas hay que achacarla más a la cercanía de las elecciones que al cambio de estación. En caso contrario, sería para preocuparse. Con el horizonte de las elecciones municipales y autonómicas a la vuelta de la esquina, algunos experimentan en carne propia tales mutaciones que parecen estar atravesando por un brote de bipolaridad que deberían hacerse mirar. La delegada del Gobierno, Amparo Valcarce, es un ejemplo de doble personalidad. En apenas cinco minutos y sin cambiar de escenario, es capaz de alabar el proyecto de Madrid Río delante de Alberto Ruiz Gallardón como "una seña de identidad de los madrileños y un símbolo de Madrid", a poner al alcalde de chupa de dómine en cuanto se da la vuelta criticando que las obras se han disparado en su coste por las urgencias electorales de Gallardón. Compatibilizar el cargo de Delegada con su candidatura de número dos a la Asamblea de Madrid es lo que tiene, que deja al doctor Jeckyll a su lado a la altura de un becario. De traca ha sido también la aparición  del alcalde de Collado Villalba, Pedro Pablo González, en medio de una clase del instituto María Guerrero de la localidad. Aún les dura el susto a los chavales de segundo de bachillerato cuando vieron aparecer al alcalde soltándoles el mitin. De alcalde a docente sin pestañear, aunque la clase magistral fuera de pensamiento político.  Hemos visto esta semana también a Esperanza Aguirre jugando al golf y montando en bicicleta en plan Verano Azul, pero lo suyo no sorprende. Está en perfecto estado de forma tras su operación y lo demuestra haya o no cámaras por medio. No hemos entrado en campaña oficialmente, pero vamos escuchando los mensajes los que pueden vender su gestión, y las promesas los que aspiran a tocar poder. Algunas realistas, como la que avanza en estas páginas el consejero de Sanidad, en la línea de seguir modernizando y acercando la sanidad a los ciudadanos, lo que se refleja en unos índices de satisfacción del 86%, con la entrada en funcionamiento de nuevos hospitales y la implantación de la receta electrónica. Otras, muy ambiciosas, como el banco público que propone Tomás Gómez. Y otras más sensatas, como el Plan C para los barrios con carencias que propone Lissavetzky basado en la creación de empleo, los programas sociales y el reequilibrio territorial. Confiemos en que la campaña sea limpia, con  ideas y propuestas, y no sólo marcada por insultos y descalificaciones.

Publicado el 25 de marzo de 2011 a las 11:15.

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Un pulso que reabre viejas heridas

Archivado en: Editorial, elecciones autonómicas y municipales

El último barómetro del CIS otorga al partido Popular un respaldo del 44,1 por ciento de los ciudadanos, frente al 34 por ciento del PSOE, una ventaja por encima de los 10 puntos. A poco más de tres meses de las elecciones autonómicas y municipales, el panorama no puede presentarse peor para el socialismo, que no consigue invertir la tendencia de caída en las encuestas. En Madrid, el batacazo puede ser monumental, y tanto las decisiones internas como las que llegan de fuera compiten por regalar más votos al adversario. Difícil papeleta es, por ejemplo, tener que explicar que el presidente del gobierno ha discriminado a los madrileños negando al ayuntamiento la posibilidad de refinanciar la deuda vencida, mientras permite a las comunidades hacerlo. A ver qué socialista es capaz de subirse a una tribuna para convencer de que no se ha dado un trato desigual a unos españoles y a otros y de que el presidente del gobierno ha actuado movido estrictamente por el interés general y no anteponiendo sus propios intereses políticos. Flaco favor para los candidatos socialistas. Difícil de digerir, igualmente, son las maneras revanchistas del secretario general del PSM, Tomás Gómez, a la hora de imponer al candidato socialista al ayuntamiento, Jaime Lissavetzky, la lista de nombres que le acompañarán en la debacle frente a Gallardón. El secretario de Estado para el Deporte ha sido víctima del rodillo tomasista, que le ha privado de colocar a los suyos fulminando a todos los que apoyaron a Trinidad Jiménez. Gómez hizo muchas promesas para conseguir el favor de las agrupaciones en las primarias y ahora ha tenido que confeccionar una lista cumpliendo los compromisos adquiridos, a costa de hacer saltar por los aires la olla a presión en la que se ha convertido el PSM. Como era de esperar, Lissavetzky no se ha tragado el sapo y ha reclamado apoyo a Ferraz, que si no hay acuerdo, será quien tenga la última palabra. ¿A qué está jugando Tomás Gómez? Probablemente está pensando más allá del 22 de mayo. Sabe que en Ferraz le esperan cuchillo en mano y necesita tener el control absoluto del PSM para gestionar la derrota desde la fuerza y poder participar en el debate del poszapaterismo. El secretario general del PSM, que dejó el ayuntamiento de Parla para tomar las riendas, pacificar y cerrar de una vez las viejas heridas familiares, ha conseguido la cuadratura del círculo, que el problema principal del socialismo madrileño deje de llamarse Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón, para llamarse Tomás Gómez.

Publicado el 11 de febrero de 2011 a las 10:00.

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Alberto Castillo

Alberto Castillo

Director de Gente en Madrid. Periodista madrileño, de 46 años, cuenta con una dilatada experiencia en medios. Ha sido subdirector general de la Agencia de Noticias Servimedia. Gran parte de su carrera profesional ha estado vinculado a la radio en distintas cadenas. Comenzó en la Cadena Rato en los años 80 y de ahí pasó a la COPE, cadena en la que fue redactor de informativos locales, redactor jefe del informativo matinal "La Mañana" (con el desaparecido Antonio Herrero), redactor jefe de informativos de fin de semana y jefe de prensa. Su última etapa en la radio fue en la extinta Radio España-Cadena Ibérica.

 

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