Un alcalde que quería ver el mar
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Alberto Ruiz-Gallardón lleva 28 años trabajando por Madrid. Primero, como concejal, donde fue elegido en 1983 y cuatro años mas tarde, como diputado por la Asamblea de Madrid. Tras dos legislaturas en la oposición contra Joaquín Leguina, consiguió arrebatarle por mayoría absoluta la presidencia en 1996. Otros cuatro años en la Comunidad hasta que Aznar le pidió encabezar la candidatura al ayuntamiento de la capital en 2003. En sus tres legislaturas, ganadas por abrumadora mayoría, ha vencido a los tres candidatos que le puso enfrente el PSOE: Trinidad Jiménez, Miguel Sebastián y Jaime Lissabetzky, convirtiendo a Madrid en una codiciada e inexpugnable plaza para el socialismo. Con estas credenciales Gallardón necesitaba ver el mar, asomarse a la ventana y respirar el aire fresco de la política nacional. Madrid hace tiempo que se le quedó pequeño. Hace cuatro años cometió el error de expresar públicamente su deseo de concurrir como número dos del PP por Madrid a las Elecciones Generales, lo que provocó un agrio enfrentamiento con Esperanza Aguirre y un quebradero de cabeza para Mariano Rajoy, que finalmente optó por dejarle fuera de las listas. A punto estuvo de abandonar la política. Pero si algo caracteriza a Alberto Ruiz Gallardón es la tenacidad y no estaba dispuesto a tirar la toalla. Se convirtió en el más leal servidor de Rajoy y se lo demostró en el Congreso de Valencia en el que su liderazgo fue cuestionado, entre otros, por Esperanza Aguirre. Ha pasado en los últimos tres años de ser el verso suelto del PP a ser uno de los más cercanos colaboradores de Rajoy y una de las piezas claves del núcleo duro del presidente del Gobierno. Ahora le ha llegado su penúltimo reto, formar parte del Gobierno de la nación. Desde su nuevo destino en el ministerio de Justicia, tiene por delante una magnífica oportunidad para aplicar su espíritu reformista a una de las instituciones que más necesitan de un cambio en profundidad que permita recuperar la confianza de los ciudadanos en la Justicia y propiciar su independencia e imparcialidad. Trabajo no le va a faltar. Tiene pendiente la renovación del Tribunal Constitucional y el cambio en el sistema de elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial. y el reto de hacer compatibles los distintos sistemas informáticos de los diferentes tribunales españoles. La salida de Gallardón trae consigo el relevo en el ayuntamiento, donde por primera vez una mujer ocupará el sillón consistorial. Antes del 3 de enero, Ana Botella será la nueva alcaldesa
Publicado el 21 de diciembre de 2011 a las 21:15.