Discurso de investidura
A la espera de conocer los ministros, tenemos encima de la mesa la hoja de ruta que el ya presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, desgranó en su discurso de investidura. No recuerdo en democracia una investidura que haya deparado tanta expectación por conocer las medidas concretas que van a condicionar el devenir del país en los próximos años. Rajoy ha trazado un camino para avanzar con firmeza hacia el futuro que permita sacar a España de la UVI donde está ingresada con aspecto de muy grave y sin visos de mejora en el corto plazo. La imagen que nos queda tras su intervención ante el Parlamento es la de un gobernante que tiene las ideas claras y que cuenta con la determinación necesaria para llevarlas a cabo. Para reducir el déficit y cumplir los compromisos con Europa, aprobará una ley de estabilidad presupuestaria y de austeridad en el gasto con la que pretende ahorrar cerca de 16.500 millones de euros. La reestructuración del sector financiero es otro de sus grandes ejes, y para ello contempla más fusiones bancarias y mayor control del Banco de España. Se ha propuesto una ambiciosa reforma administrativa en la que se suprimirán organismos públicos innecesarios y se congelará la contratación de nuevo personal, salvo en las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y en los servicios públicos básicos. En cuanto al mercado laboral, primará la contratación de trabajadores fijos, trasladará los festivos a los lunes, reformará la negociación colectiva para primar los acuerdos extrajudiciales y suprimirá las prejubilaciones. La única concesión al gasto será la actualización del poder adquisitivo de las pensiones. Cierto es que no aportó grandes novedades sobre lo ya avanzado en su programa electoral; lo prioritario es crear empleo y fomentar el crecimiento económico, pero no mostró en detalle los planes para la legislatura. La falta de concreción puede tener dos posibles lecturas: la primera es que no quiere anunciar las medidas más duras por estrategia electoral porque tiene la vista puesta en arrebatar el poder al socialismo en Andalucía. La otra razón es que todavía no conoce las cifras del déficit público, lo que podría obligarle, una vez conocida la cifra real, a realizar recortes adicionales. Pero para compensar esa supuesta inconcreción, Rajoy se marcó a si mismo los deberes mediante plazos concretos de ejecución, una práctica de honestidad política a la que no estamos acostumbrados. Su discurso se podría resumir en una frase: "Al pan, pan, y al vino, vino".
Publicado el 21 de diciembre de 2011 a las 19:15.